La caída en las tasas de natalidad es un fenómeno a escala global, aunque esta tendencia bien podría revertirse una vez que se retome cierta normalidad, plantea a La Tercera Alberto del Rey, profesor del Departamento de Sociología y Comunicación de la Universidad de Salamanca y doctor en Demografía por la Universidad Autónoma de Barcelona.
¿A qué se atribuye la disminución en las tasas de natalidad?
En la actualidad, no cabe duda de que en gran medida a la pandemia. La incertidumbre sobre el futuro y la crisis económica que se ha generado llevan a que las mujeres y su parejas retrasen en unos casos tener hijos y en otros incluso los descarten definitivamente, dada su edad o su situación económica.
Algunos señalan que las cifras se deben a la disminución de los matrimonios a causa de la pandemia. ¿Está de acuerdo con este diagnóstico?
Es verdad que la pandemia ha reducido el número de matrimonios y que podría tener algún pequeño efecto, pero no es la causa principal. Este hecho sólo afectaría a los casos de parejas que tenían pensado casarse y que por la pandemia no lo han hecho. Pero esto no afectaría a todos los casados, ni tampoco a muchas parejas que conviven o quieren convivir sin casarse. En muchos países el matrimonio ha dejado de ser un factor de control de la natalidad, en España y muchos otros países europeos la mayor parte de los hijos nacen fuera del matrimonio. Ya no existe como en el pasado una relación directa entre el momento del matrimonio y comenzar a tener hijos.
Si las parejas están pasando más tiempo juntas, ¿por qué esto no se traduce en más nacimientos?
El pasar mucho tiempo juntos no significa que se incremente la probabilidad de tener hijos. Esta situación se suponía que era así en el pasado, y era una de las formulaciones de uno de los primeros demógrafos. Thomas Malthus señalaba la existencia de una atracción incontrolable dentro de las parejas y que esto hacía que se tuvieran más hijos. Pero desde que aparecieron los métodos anticonceptivos, tener más o menos relaciones sexuales no guarda una relación con el hecho de tener más o menos hijos. Incluso, lo que se observa es que cuando las parejas pasan más tiempo juntas, por ejemplo en períodos de vacaciones, aumentan los divorcios y separaciones.
¿Qué implicancias podrían tener estas caídas en las tasas de natalidad?
El efecto en la estructura de la población va a depender del tiempo que se tarde en superar la pandemia. Muchas parejas pueden recuperar los hijos que no han tenido en los próximos años. Es esperable que tras la pandemia haya un repunte de la fecundidad. Pero es verdad que para determinadas mujeres y parejas en edades avanzadas de su período reproductivo, definitivamente no tendrán los hijos deseados. Algunas se quedarán sin hijos y otras con menos de los previstos. Otro factor importante en la caída de la fecundidad será la crisis económica que genere. Esto también afectará la recuperación de la natalidad. Pero el efecto inmediato de que nazcan menos hijos es una aceleración del envejecimiento poblacional.
¿Por qué este fenómeno afectó a algunos países más que a otros?
Pues en primer lugar depende de cómo se ha gestionado la crisis sanitaria, las medidas tomadas por los gobiernos y también depende de la visión sobre la misma familia o la etapa de transición demográfica en la que se encuentra cada país. Sobre esto último, en países donde los hijos tienen un “mayor valor”, en sociedades con procesos de transición demográfica más tardíos y en general sociedades menos desarrolladas, el efecto de este tipo de factores coyunturales es menor. Tener hijos está por encima de tener una seguridad económica, una vivienda adecuada o un empleo estable. Pero en sociedades más desarrolladas, donde la formación de la familia va de la mano de la trayectoria laboral y de conciliar familia y trabajo, el efecto de esta crisis será mayor y afectará más.
¿Es posible que se mantenga esta tendencia?
No, no es esperable. Pero hay que ver cómo se produce la recuperación y la vuelta a la normalidad. Si esta vuelta a la normalidad va unida de buenas perspectivas económicas, es esperable una importante recuperación de los nacimientos. Pero si sobreviene una crisis económica y las perspectivas no son muy buenas, la recuperación será escasa y la tendencia se puede alargar. b