Aldo Mascareño (CEP): “Un gobierno firme no significa que la gente quiere volver a la dictadura o tener un Bukele”

Aldo Mascareño
28 Julio 2023 Entrevista a Aldo Mascareño, investigador del Centro de Estudios Publico (CEP). Foto: Andres Perez

El sociólogo e investigador del Centro de Estudios Públicos se adentra en las cifras que reveló el sondeo conocido esta semana y que mostró un amplio respaldo a posturas a favor de la seguridad y de la autoridad. El académico plantea que ello responde a las repercusiones sociales que tiene el rechazo a la violencia que, según analiza, se originó en el estallido de 2019. Y afirma que ello implica un desafío -tanto político como de gestión- de primer orden para el gobierno.


Fue uno de los conceptos más claros que dejó la encuesta del Centro de Estudios Públicos que se conoció el jueves: un 66% de las personas consultadas apoyó que “en vez de tanta preocupación por los derechos de las personas, lo que este país necesita es un gobierno firme”.

Aldo Mascareño, sociólogo e investigador de ese think tank, aterriza este hallazgo y lo radica en el rechazo a la violencia que se originó en 2019, para el estallido de octubre. Sin embargo, plantea que la demanda por posturas más claras en torno al manejo del orden público no implica necesariamente un giro al autoritarismo ni a visiones de derecha. Más bien, afirma, el mandato que deja claro el sondeo es el de un Estadi de derecho “que haga cumplir la ley y respete los derechos fundamentales”.

Hay dos conceptos con alta adhesión en la encuesta CEP que conocimos esta semana: seguridad, valor de la autoridad. ¿Qué es lo que ello quiere decir?

Esos conceptos responden a una tendencia de la sociedad chilena en los últimos tres años, que se ha mostrado muy bien en la encuesta CEP. Esta empieza a reflejarse tiempo después del estallido, y con mucha mayor intensidad durante y después del primer proceso constitucional, que es el rechazo a la violencia. Durante el estallido hubo de varios partidos políticos, una legitimación de la violencia, en ese caso de orientación política, pero que también tuvo una connotación delictual. La reacción posterior se debe fundamentalmente al rechazo de ese momento, a una identificación de ese momento como excepcional y que pudo haber sido hecho de manera distinta. La reacción que se ha producido en la sociedad chilena con esta alta preocupación por la violencia, tiene un origen ahí.

Las encuestas también mostraron el apoyo de las personas a las expresiones de violencia....

Hubo una legitimación de distintos sectores políticos, y que permeó en la ciudadanía. Creo que con el paso del tiempo se ha reflexionado que eso pudo haber sido conducido de otro modo, no de esa manera.

¿Qué significa que las personas prefieran un gobierno firme?

Con el concepto de gobierno firme se debe pensar en los fundamentos de un Estado de derecho. La primera responsabilidad del Estado es mantener el orden público. En las sociedades modernas se vive la incertidumbre todos los días. Pero hay una, que es la incertidumbre con la vida, que es imposible de tolerar en un Estado Democrático de Derecho, que tiene como primera condición mantener ese orden público.

¿Tiene un componente autoritario ese gobierno firme?

En términos de Estado Democrático de Derecho, tiene que ser un gobierno que haga cumplir la ley y que contenga estos brotes violentos, de delincuencia. Que eso pase a un gobierno estilo Bukele es una cuestión totalmente distinta. De hecho, hay ciertos datos de la encuesta que contradicen eso, como la cuestión de la libertad, del apoyo al aborto que se ha mantenido estable. Esa manifestación de libertades públicas está estabilizada.

O sea, el concepto del gobierno firme no se contrapone necesariamente con limitar los derechos de las personas.

En absoluto se contrapone. Es la condición inicial, en tanto uno entienda a ese gobierno firme como uno que tiene que hacer cumplir la ley, como lo tiene que hacer todo Estado democrático de derechos. Ahora, uno no puede descartar que en Chile existan personas que prefieren un gobierno autoritario. De hecho, la misma encuesta lo dice, que prefieren que haya restricciones de libertad a cambio de más seguridad. Pero eso existe en todos los países. El resguardo de la seguridad y de la vida es fundamental. Y diría que con el incremento de la delincuencia después del estallido, todos hemos tenido esa experiencia de violencia cercana. Entonces, uno no puede sino esperar que eso se traduzca en una necesidad de mayor control. Que aquí se formule como gobierno firme, no significa necesariamente que la gente quiere volver a la dictadura o tener un gobierno como el de Bukele.

¿Ve un giro conservador o hacia ideas de derecha?

No lo llamaría una derechización, porque esta idea del gobierno firme está concentrada en esa idea del orden público. Y es una condición fundamental de un Estado democrático de derecho, en tanto esa idea de orden público no signifique pasar por encima de los derechos fundamentales de las personas.

¿Esta demanda por seguridad es el factor más gravitante en la percepción de las personas respecto del país y el gobierno?

Yo creo que sí. Es una de las más fundamentales. Me parece natural que así sea con el aumento de la delincuencia que ha existido. Esta idea de un gobierno que haga cumplir la ley es una condición natural y eso no puede significar pasar por encima de los derechos fundamentales, que también un Estado de Derecho protege. El Estado Democrático de Derecho tiene límites. No es cualquier cosa. Nosotros hemos tenido experiencias cercanas de cualquier cosa. Estamos a 50 años de un golpe militar que pasó por encima de esos derechos fundamentales y que hoy no podemos volver a legitimar bajo ningún punto de vista.

Mientras esta demanda alta por seguridad se mantenga, ¿esta adhesión por un gobierno fuerte seguirá aumentando?

Eso es cierto, sí. No tengo mayor duda de que si la delincuencia continúa, sigue.

¿Y cómo se para el gobierno del Presidente Boric ante esa demanda?

Ha tenido tremendas dificultades. En el caso de la reforma de Carabineros, por ejemplo, tenía una orientación durante la campaña que no pudo ser realizable bajo estas condiciones.

La refundación...

Era una refundación en términos de bajarle el nivel de militarización de los Carabineros y el gobierno está haciendo todo lo contrario. Miremos, por ejemplo, la militarización de las fronteras, de la Araucanía. El primer impacto que tuvieron con eso fue el viaje de la ministra Siches a La Araucanía. Han tenido que ajustarse. No tener asegurado este orden público y, por tanto, derechos fundamentales como el de la vida, hace imposible la realización de cualquier programa político.

¿Y esa dificultad que ha tenido el Ejecutivo retroalimenta la demanda por un gobierno más firme?

Por supuesto que sí. Una reacción débil hace que se incremente la sensación de desprotección. Ahora, creo que el gobierno ha hecho cosas. La entrada de la ministra Tohá ha sido fundamental. El subsecretario Monsalve, también. Ahí hay un núcleo que puede llevar adelante una agenda eficiente y efectiva combinando estos dos elementos de orden público y derechos fundamentales. Pero no dudo que al interior del gobierno haya sectores que estén en contra de enfatizar esta agenda de seguridad.

¿Qué riesgo corre el gobierno si esos sectores se imponen?

El riesgo es político, que el apoyo al Presidente Boric baje más y que aumenten las cifras de rechazo. Porque nadie está dispuesto a que la cosa sea desordenada en términos de orden público. Pero creo que ese riesgo es débil porque la situación social no es inventada. Las cuestiones de seguridad y de orden público no son un invento de los republicanos ni de la derecha. Cuando existen estos problemas y no hay una respuesta que para la población sea suficientemente eficaz y efectiva, se empieza a buscar otras alternativas. Y ahí es donde aparece el militarismo, el populismo, el autoritarismo.

En ese sentido, ¿qué tecla está tocando el Partido Republicano y que está logrando sintonizar?

El Partido Republicano hizo bien en la campaña de los consejeros, o leyó bien esa demanda de seguridad de la población. Eso le valió tener esa mayoría en el Consejo Constitucional y este ascenso como el partido con más identificación.

¿Y ese crecimiento ha sido a costa de los partidos de Chile Vamos?

No, yo creo que han logrado capturar más gente, gente distinta. Uno no puede explicarse el éxito del Partido Republicano solo por robarle gente a los otros. Es cierto que a la UDI le ha quitado gente, pero este éxito que tuvo en la elección de consejeros va mucho más allá. El éxito, por ejemplo, de Kast, en la segunda vuelta electoral fue porque amplió el espectro de votación del Partido Republicano. Entonces, veo que tiene capacidad de captar nuevos electores, y eso es lo que lo hace importante, en términos electorales. Y diría que fundamentalmente lo hacen porque apelan a ciertos elementos, como la seguridad, con los que dan cuenta de que hay una sintonía con movimientos de los electores o de la sociedad.

Una figura que aparece fortalecida es Evelyn Matthei. ¿Por qué?

Es bien impresionante. Los primeros cuatro, incluido Claudio Orrego, son personas que están en contacto con los públicos, que conversa con ellos, que no solo están en la Cámara o en las reuniones del partido. En el caso de Matthei, tiene una larga trayectoria, pero una de las cosas más atractivas es que logró bajar fuertemente su rechazo. Ella debe identificar qué es lo que ha hecho para bajar esa identificación negativa. A ella ya no se le ve como alguien de la alta política únicamente, sino como una ciudadana que está en las preocupaciones más cotidianas de las personas. Yo creo que ese es su gran activo. Además, es mujer y transversal en la derecha. Creo que podría incluso atraer a públicos del centro y de la centroizquierda quizás en algún momento.

¿Qué tanta fortaleza le ve a ella como carta presidencial?

La mayor fortaleza es que está muy tranquila, muy a gusto. Y su mayor activo es la cercanía con la gente por su gestión. Pero también su tranquilidad de llevar adelante cuestiones. Ella, sabemos, tiene de tanto en tanto ciertas explosiones. Pero incluso eso la hace ver más cercana. ¿Quién no se enoja? ¿Quién no explota? Y ahora a la gente eso le está pareciendo simpático.

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