El exrector de la Universidad de Valparaíso Aldo Valle aceptó la propuesta que le hizo el Partido Socialista. Así se encaminó en su segunda candidatura luego de no resultar electo como gobernador en Valparaíso.

Hoy, como postulante al Consejo Constitucional por la misma región, afirma que la clave del éxito será llegar a acuerdos amplios. También valora que el PDG y el Partido Republicano hayan optado por participar.

¿Qué lo motivó a competir?

Siempre he tenido una cierta fascinación por los asuntos de decisión colectiva. Para mí, es parte de mis obligaciones cívicas participar en este proceso. No podemos continuar sin tener claridad en ese documento tan importante para los países, que son sus constituciones políticas. No podemos sino sumarnos luego a tratar de cerrar este ciclo.

¿Se puso a disposición o los partidos lo contactaron?

Yo fui invitado por dirigentes, militantes de diversos partidos. Por lo mismo, advertí que había un interés que estaba más allá del puro interés personal.

Desde Convergencia Social y el PPD reconocen que también le hicieron ofrecimientos. ¿Por qué optó por el PS?

Porque es un partido con el que tengo un vínculo entrañable desde la juventud. Yo me inicié en la participación política como socialista en 1976. Eso me creó este vínculo que tengo. No como militante, sino como una pertenencia a la centroizquierda chilena.

En el PPD dicen que las conversaciones con usted estaban avanzadas, pero que dejó de contestarles el teléfono. ¿Fue así?

No. Yo me demoré en tomar una decisión, pero más bien sobre si participaba o no en la elección. Pero no, nunca dejé de contestar el teléfono y nunca manifesté una opción clara por participar. Agradezco que otros partidos hayan tenido esa confianza en mí, pero demoré mi decisión esperando las definiciones que se tomarían. Luego que se adoptaron, decidí asumir esta opción por razones prudenciales que se ajustaban mejor al momento político y propósito de esta elección.

¿Qué le pareció como quedó la conformación de las listas?

Habría preferido que se tratara de una lista unitaria. Desde el punto de vista de los objetivos, que es lograr un quórum que permite una deliberación lo más equivalente en términos de mayorías o minorías. Pero en fin, eso no fue posible y es una responsabilidad de los partidos, que yo respeto.

¿Hay algo que usted defienda del proceso anterior?

Celebro que haya habido un documento que se propuso al país a pesar de la heterogeneidad, de la diversidad que tuvo el cuerpo colegiado en el proceso anterior. Eso finalmente jugó en contra de los acuerdos, porque entre la integración tan plural y la necesidad de alcanzar los 2/3 se produjeron finalmente tensiones que en muchos casos dieron textos que fueron más allá, me parece a mí, de lo que la ciudadanía terminó valorando como conveniente.

¿Qué debe ser distinto en este proceso para garantizar que concluya con éxito?

La disposición a llegar a acuerdos, de una y otra parte, con la leal convicción cívica de obtener objetivos medios, acuerdos que le permitan finalmente a la actividad política resolver aquellos asuntos en que no es posible confundir un texto constitucional con una política pública. Las políticas públicas se deben dejar al juego finalmente de las coaliciones de gobierno que se vayan constituyendo con posterioridad al texto constitucional. Si uno quiere anticipar el definir políticas públicas poniéndolas en la Constitución, resulta lo que ocurrió el 4 de septiembre.

¿Qué tendría que quedar consagrado en la nueva Constitución para que usted quede conforme?

El objetivo de hacer de Chile un Estado social y democrático de derecho. Allí hay un contenido sustantivo que va a dar al proceso una legitimidad, que va a contribuir también a que la desconfianza que hay en algún sector de la ciudadanía se termine disipando. Las constituciones nunca son el resultado de la unanimidad. En todos los proceso históricos los conflictos se resuelven sobre la base de un texto que logra conciliar las voluntades de las mayorías ciudadanas. Pero nunca de todas y todos quienes integran la comunidad política de un país.

¿La división del oficialismo en dos listas electorales podría afectar el trabajo del Consejo?

La centroizquierda no está reducida a uno o varios partidos políticos, son ciertas formas de concebir la política. Todos quienes resulten elegidos perteneciendo a una o a la otra coalición se van a encontrar.

¿No teme que la campaña pueda despertar cierta rivalidad? Marco Antonio Núñez tildó a su pacto como “la lista de Bassa”.

En esto uno tiene que levantar la mirada. Sería muy injusto considerar que a partir de un exabrupto o de un juicio desafortunado que se pueda dar, eso termine ordenando en ejes distintos a una tradición política sustantiva.

¿Es una alternativa militar en el PS?

Con los años, uno entiende que podemos ser más fieles a ciertas ideas, consecuente con ciertos principios, sin necesidad de ser militante.

¿Es un riesgo que dentro del órgano exista un grupo que haya rechazado la continuidad del proceso, como el PDG y republicanos?

Ellos han decidido ser parte del Consejo. Desde el punto de vista democrático, que participen más bien contribuye al proceso. No estaría en ningún caso por pensar que eso es una amenaza o un peligro.