A días de las elecciones que -de forma inédita- dejaron a su coalición en quinto lugar y fuera de la segunda vuelta, Álvaro Elizalde hace su lectura.

El timonel del Partido Socialista se hace cargo de la estrepitosa derrota de la ex Concertación y admite que no han sido capaces de generar una articulación unitaria.

Sostiene que el fracaso de la unidad opositora explica la ventaja del proyecto de José Antonio Kast. “La crítica a los 30 años permitió que pareciera más fácil votar por un pinochetista que por una exconcertacionista”, señala.

Por primera vez en democracia la coalición que representa no logró pasar al balotaje. ¿Qué responsabilidad le cabe al PS?

Como uno de los principales partidos de la oposición debemos asumir nuestra responsabilidad, pero entendemos que tenemos un desafío. Durante estos cuatro años predicamos la más amplia unidad de la oposición y no tuvimos buenos resultados. Finalmente se impuso la tesis de la división, ya sea porque algunos optaron por el camino propio, la tentativa del reemplazo a los actores tradicionales o los intereses parlamentarios particulares. Ahora estamos padeciendo las consecuencias de la división del progresismo.

¿Se refiere al Frente Amplio y al Partido Comunista?

No hemos sido los socialistas el obstáculo para la unidad.

¿Faltó defender con más fuerza la identidad de la Concertación de parte de su generación?

Soy muy crítico a las insuficiencias de la transición, pero la consigna “no son 30 pesos, son 30 años”, genera una confusión. Da a entender que todos los males son culpa de la democracia. Absuelve a la dictadura de su enorme responsabilidad en las profundas injusticias que subsisten, cuando en rigor la crítica a la transición es precisamente porque no se tuvo la fuerza para desmantelar completamente su legado. La crítica a los 30 años se ha instalado con tanta fuerza que hoy para muchos pareciera más fácil votar por un pinochetista que por un exconcertacionista.

¿Cómo interpreta el resultado de Yasna Provoste?

La campaña se realizó en un contexto extraordinariamente difícil. La no realización de primarias legales hizo que la campaña fuera cuesta arriba. De todos los candidatos posibles, por lejos Yasna Provoste era la que contaba con mayor apoyo. Ella siempre supo de las dificultades, pero puso su nombre a disposición por un sentido de responsabilidad.

Algunos resentían que solo al final de la campaña marcara diferencias con Boric. ¿Le pesó su identidad de izquierda? ¿Debió hablarle más al centro político?

Se ha comentado mucho respecto a la estrategia. Pero no hay nada menos creíble que un candidato que se presenta como lo que no es. Yasna Provoste hizo una campaña expresando sus convicciones.

Hubo críticas a la excarta de su partido, Paula Narváez, quien insistió en una primaria con Provoste, pero nunca le dio su respaldo. ¿Horada eso la palabra empeñada de los socialistas?

En política, al igual que en la vida, siempre deben cumplirse los compromisos. Conforme a nuestras convicciones democráticas debíamos respetar el resultado. El PS cumplió. La gran mayoría de nuestros militantes trabajó activamente por la campaña de Provoste. Los que no lo hicieron fueron la excepción. No se puede exigir primarias y después desentenderse del resultado.

No inscribir la primaria legal terminó pesándoles. ¿Se arrepiente de haber estado por quebrar el eje PS-DC?

En las 72 horas siguientes a las elecciones de abril pasado, que era el plazo para inscribir primarias, ocurrieron una serie de acontecimientos con tal celeridad que a veces se nos olvidan. Fue la hasta ese entonces candidata presidencial de la DC la que planteó la no realización de primarias. Incluso grabó un video anunciando su postura. Y quien era presidente de la DC hasta ese momento secundó esta propuesta. Ante este anuncio el PS decidió participar en la primaria con el resto de la oposición. Lamentablemente se impuso la tesis de la división, y ante el veto a la participación de partidos que apoyaban a Paula Narváez, decidimos finalmente no avalar la exclusión. Por todo ello no inscribimos una primaria legal presidencial lo que, por cierto, tuvo efectos electorales adversos.

¿Fue un error, entonces?

Actuamos de buena fe, sobre la base de nuestra convicción de que la unidad opositora era imprescindible. La DC nos comunicó que no participarían y, lamentablemente, el PC y el Frente Amplio apostaron por la lógica de la exclusión. Una primaria amplia opositora, como proponía el PS, habría dado una cara distinta a los resultados del domingo. Si eso hubiera ocurrido, el cuadro parlamentario actual, en que la derecha está a pocos votos de construir mayoría en ambas cámaras, no sería el mismo.

Ante la reconfiguración de fuerzas, ¿ve viable sostener la alianza con el centro político?

Nuestra tesis es muy simple: para impulsar transformaciones profundas se requieren mayorías. Lamentablemente hay otros sectores que han planteado con mucha fuerza que la división es virtuosa. Creen, equivocadamente, que la disputa principal debe darse por la hegemonía entre las fuerzas progresistas, como si la derecha no existiera. Los resultados demuestran que la tesis de la división de la izquierda era errada. La amenaza de un nuevo gobierno de derecha es real.

¿Se puede recomponer el proyecto político que representan?

La vigencia de nuestro proyecto radica en la necesidad de transformaciones profundas porque lamentablemente son muchas las injusticias que subsisten. Las ideas del socialismo democrático tienen vocación de mayoría. Sin embargo, la división de la oposición se tradujo también en la división de los actores que representan estas ideas en Chile. No hemos sido capaces de generar una articulación.

¿Cómo se explica que después de un estallido social como el de 2019, José Antonio Kast haya pasado con ventaja a la segunda vuelta?

Es evidente que estamos ante un fenómeno social multicausal. Millones concurrieron a un espacio común de protesta sobre la base de múltiples demandas particulares. Podríamos definirlo como un estallido con demandas antineoliberales en una cultura neoliberal, lo que resulta paradójico. Adicionalmente, en el estallido hubo una superposición de dos crisis. Primero, la crítica a las insuficiencias de la transición, que se expresa en el cuestionamiento al neoliberalismo. Pero simultáneamente se expresó la crisis de las democracias liberales que ha afectado a muchos países. Esta segunda crisis ha sido un campo fértil para la emergencia de proyectos neo-populistas y neo-fascistas.

¿Tiene parte de la izquierda alguna responsabilidad al validar ciertas formas de violencia?

Los socialistas, al menos, nunca hemos validado la violencia como forma de acción política.

¿Ve posible revertir la ventaja de Kast sobre Boric de aquí al 19 de diciembre?

No solo lo veo posible, sino que creo que constituye un imperativo patriótico.

¿Cómo se logra?

Boric ha tomado medidas efectivas en estos días. Valoro las incorporaciones a su comando, como es el caso de Izkia Siches y Carlos Montes. Pero, junto con dar señales de amplitud, hay que motivar a aquellos participaron en el plebiscito pero no concurrieron a las urnas.

¿Qué le parece que desde el PC algunos manifiesten resistencia a modificar el programa?

El mismo candidato se ha mostrado abierto a acoger nuevas ideas y enriquecer su programa. Una actitud contraria, además, no daría cuenta de la correlación de fuerzas del próximo Congreso.

¿Hasta dónde se van a sumar a la campaña de Boric?

Nos vamos a sumar con todo. Sin exigencias. Lo que está en juego es demasiado importante para tomar decisiones con la calculadora.

¿Ve viable sumarse a un eventual gobierno?

Nadie nos lo ha planteado, nosotros no lo hemos pedido y una conversación de esa naturaleza parece completamente improcedente. Hemos sido claros, nuestro apoyo a la candidatura de Boric no es parte de una negociación. No estamos pidiendo nada a cambio. Hemos adoptado esta decisión por un compromiso democrático y progresista, por un sentido de responsabilidad con el futuro de Chile.

Provoste insistió en que Boric no daba garantías de gobernabilidad. ¿Cómo ahora sus electores van a confiar su voto a él?

En la segunda vuelta hay que elegir entre dos opciones concretas. Si hay peligro de inestabilidad para Chile es precisamente con la opción que representa Kast. Boric representa en el balotaje la tradición democrática y progresista.

¿Qué le parecen los dichos de Daniel Jadue sobre los votantes de Parisi? ¿Deben ir en busca de esos apoyos?

A veces pareciera que algunos voceros de Apruebo Dignidad no quieren que Gabriel Boric triunfe. Claro que hay que hablarles a los votantes de Parisi, así como a los de los otros candidatos, y a los que no fueron a votar. Es importante, además, considerar el clima contra la política tradicional. Debemos hacernos cargo de lo que representa este cuestionamiento.

¿Cómo explica el avance de la derecha en el Congreso?

Muy simple, la fragmentación de las fuerzas progresistas.

¿Qué rol asumirá el PS en caso de que gane Kast?

Estamos trabajando para que ello no ocurra. Resultaría paradójico que tras un estallido social en que se ha cuestionado la insuficiencia de las reformas impulsadas, terminemos con un gobierno que es una amenaza a las conquistas sociales de estos 30 años. Eso es lo que representa Kast, un significativo retroceso. Si eso acontece, seremos un partido opositor, no va a contar con el respaldo de los socialistas.