Es viernes y Antonia Orellana toma mate en su oficina de La Moneda. En el tercer piso de Palacio -de espaldas a la Alameda-, la ministra de la Mujer cierra las ventanas para evitar que se cuele el ruido. “Nunca se sabe cuando van a aparecer los del Nacional”, dice aludiendo a los estudiantes secundarios. Está cansada. No ha sido una semana fácil para el gobierno del Presidente Gabriel Boric.

Jeanette Vega se convirtió en la primera baja del gabinete. ¿Cuál es su evaluación de la crisis tras el llamado de la asesora de la ahora exministra a Llaitul?

La ministra Vega asumió la responsabilidad política de haber emprendido un diálogo sin indicación previa. El diálogo es la línea fundamental de este gobierno para la zona, no es el primer gobierno que lo intenta (...). Con cualquier grupo que busca una insurrección -como es la CAM- para llegar a la paz se necesita de diálogo, es lo que hizo Irlanda el 98 con el IRA, pero para que haya diálogo se necesita la voluntad de dos y el señor Llaitul ha demostrado que no tiene ninguna vocación de diálogo y, por lo tanto, con él no es posible.

¿Cuán complejo fue para el Presidente decidir la salida de Vega? Él tenía otro diseño en mente: no hacer ajustes hasta el plebiscito.

El diseño del Presidente era no hacer ajustes hasta el plebiscito, como una señal de tranquilidad que le queremos dar al país. Y, por lo mismo, se hizo necesaria esta señal para que el país tuviera la tranquilidad de que el camino del diálogo se hace con orden y con las autoridades que el Presidente instruye para hacerlo.

La salida de Vega se ve drástica si se miran las decisiones previas del gobierno. Siches y Jackson han cometido errores relevantes. ¿Por qué a ellos no se les cobró responsabilidad política? ¿Es el timing, el plebiscito o pesa más un ministro de AD que uno del SD?

A quien le parezca eso debería fundamentarlo, no me puedo hacer cargo de especulaciones.

Pero concederá que ha habido errores en el gabinete y el criterio no ha sido el mismo. ¿Eran menos graves?

Eso es no mirar acuciosamente los últimos meses, porque donde ha habido errores también ha habido posiciones públicas del Presidente que, precisamente, hacen valer los errores de esos ministros de cara a la opinión pública. No hay espacio para interpretar que esto tenga que ver con la adscripción de la ministra Vega.

Pero una declaración del Presidente no es lo mismo que una salida de un ministro del gabinete.

No me corresponde a mí cuestionar las decisiones que tome el Presidente.

El PPD dice que ella, de buena fe, siguió el lineamiento del Mandatario.

Nadie duda de la buena fe de la ministra Vega (...), nadie duda del aporte que hizo a las políticas sociales del gobierno. Pero en una cuestión tan sensible como el diálogo que hemos propuesto al país, y en especial con quienes se han negado, entran a jugar otras variables, como la necesaria señal de tranquilidad al país de que no se persiste en el diálogo con quien no está por el camino de la paz.

¿Y el factor del plebiscito? En los partidos decían que esto podría afectar aún más la opción del Apruebo.

No tengo información sobre eso. Llaitul es una persona que ha dicho varias veces que no cree en el proceso constituyente, su opinión sobre el gobierno la supimos claramente el día de hoy (viernes), no me cabe duda que hay elementos del proceso -como la paridad- que tampoco le deben interesar mucho y, evidentemente, tal como lo dijo la expresidenta de la Convención Elisa Loncon, hay en el pueblo mapuche quienes han optado por la vía institucional para hacer los cambios que ellos sueñan. Y, evidentemente, una posible consecuencia de una vía insurgente es el que se castigue cometer un delito. Por lo tanto, no hay mucho análisis que el que yo pueda hacer.

El gobierno ha dado un giro evidente respecto de Llaitul. Hace pocos meses hablaban de no perseguir ideas y hoy valoran su detención.

La ampliación de la querella no es por la visión ideológica de autonomismo mapuche, es porque el señor Llaitul reconoció delitos, los validó e incluso los vinculó al financiamiento de otros actos ilícitos. Y a confesión de partes...

Pero cuando él llama a armarse y a organizar la resistencia en contra del Estado, el mismo Presidente Boric dijo que no iban a perseguir ideas.

Esa es una declaración respecto a su ideal de insurgencia, pero no es el reconocimiento de un delito, lo que él hizo hace unos días fue reconocer el delito de robo de madera y vincularlo a las actividades de su organización.

Abogados decían que eso configuraba un delito en sí mismo.

Si a la fiscalía le parecía que eso era suficiente debió haber actuado en consecuencia.

Desde el oficialismo han deslizado una operación política en torno al caso Vega, ¿qué antecedentes tienen?

Ningún tiempo en política es casual. Es evidente que si el mismo fiscal regional que lleva la causa dice que el llamado de la ministra es un antecedente inconexo que no es importante para la investigación y se hace público..., alguien quiso que se hiciera público.

Cuando dice que alguien quiso que se supiera, ¿a quién se refiere? El presidente de RD decía que hay policías jugando a la política en coordinación con el Rechazo.

No tengo ningún antecedente para decir eso.

Usted conoce a Llaitul, lo entrevistó en alguna oportunidad. ¿Qué mirada tiene de él? ¿A qué atribuye esta ofensiva que ha recrudecido justamente cuando asume el Presidente Boric?

Lo entrevisté como periodista a propósito de su propuesta de “tregua”. Mi opinión es que estaba frente a un patriarca de tomo y lomo. En general, no tengo una valoración positiva de quienes ejercen la violencia, porque he conversado con las mujeres mapuches, muchas no quieren hablar porque tienen miedo, porque son amenazadas, y ellas quedan en medio -literalmente- del ir y venir de la violencia.

La ministra Orellana.

Quedan ocho días para el plebiscito constitucional, ¿qué se juega el gobierno el domingo que viene?

El gobierno se juega muy claramente el rol de que se lleve a cabo de buena forma el hito democrático más importante que ha tenido este país desde 1988. Pero, como hemos dicho, pase lo que pase, triunfe la opción que triunfe, el 5 de septiembre la vida democrática de este país continúa.

El Presidente ha tomado un rol activo y se la ha jugado lo más que ha podido por un triunfo del Apruebo. Varios consideran un error hacer de este plebiscito un test a su gobierno. ¿Cómo lo ve?

El rumbo del gobierno está bien claro. Ya tenemos dos grandes reformas en curso: la tributaria y la pensiones, que está por presentarse y en la cual hemos tenido un rol muy importante como ministerio en relación con las medidas necesarias para combatir la desigualdad de género en la previsión. También viene la reforma de salud. Lo que ocurra con el plebiscito nos mostrará los márgenes constitucionales de ella y también nuestra agenda de género va a seguir en pie.

Pero va a ser una derrota personal para el Presidente Boric, con todo lo que él se ha jugado, si se impone el Rechazo.

El liderazgo del Presidente va a ser el mismo que ha tenido siempre, el mismo que tuvo el 15 de noviembre, el mismo que tuvo para triunfar el 19 de diciembre, el mismo del 11 de marzo. Ciertamente, el 5 de septiembre va a mostrar ese mismo ánimo convocante y va a abrazar la opción que triunfe y también la que pierda, y va a liderar el país para cumplir los cambios que comprometimos.

Hay varias tesis rondando en los partidos. Una es que si el Rechazo gana por amplio margen, el Socialismo Democrático podría tomarse el comité político. Al menos cargos relevantes, como Interior y Segpres. ¿Cómo lo ve usted?

La peor idea (si gana el Rechazo) el 5 de septiembre es que empecemos a culparnos y tratar de traducir eso en el gabinete. Esa es una señal de confusión hacia la ciudadanía. Porque aquí lo que nos une es el proyecto de cambio. No uno u otro cargo.

¿Ve en ese análisis aspiraciones institucionales ya instaladas?

Obviamente cada partido tiene el derecho de querer aumentar su influencia y con eso no tengo ningún problema.

Si se da ese escenario, ¿implicaría un fracaso para su generación, pensando en el corazón del gobierno?

La única derrota sería que el proceso de cambios se cerrara. El plebiscito es una de las etapas del proceso de cambio que se abrió el 18 de octubre de 2019 y con el proceso previo de movilización social y del malestar antineoliberal. Y es ese ciclo el que tenemos que proyectar, que los verdaderos cambios se asienten. El verdadero fracaso sería ese.

¿No ve necesario un cambio de rumbo del gobierno si es que triunfa el Rechazo?

El Presidente ha sido claro en que no es el rumbo del gobierno lo que está en juego, sino la velocidad y profundidad de los cambios.

Se ha instalado en el gobierno y en el oficialismo que usted habría cultivado una influencia relevante y, ante la debilidad de Jackson y Siches, podría terminar asumiendo un rol más político en el gabinete. ¿Lo ha conversado con el Presidente? ¿Tiene alguna aspiración, un rol más político?

Tengo 32 años y hasta la semana pasada nunca me había tocado tramitar un proyecto de ley desde el lado del Ejecutivo. Si logramos la unanimidad de seis votaciones para la ley de “los papitos corazón”, también fue porque el ministro Giorgio Jackson nos acompañó. Hasta entonces, yo había enfrentado procesos legislativos, pero desde las graderías del Congreso, con un cartel. No tengo ninguna aspiración de salir del Ministerio de la Mujer, porque lo único que me convoca es cumplir el programa que les prometimos a las mujeres y que nos dio el triunfo.