La última vez que la activista y escritora somalí Ayaan Hirsi Ali estuvo en Chile, en enero de 2019, para promocionar su libro Reformemos el Islam, visitó varios viñedos y cuenta que “amé los vinos, la comida y la gente”. “He estado ahí dos veces y me gusta mucho”, dice a La Tercera en una entrevista vía Zoom desde su residencia en California, donde vive junto a su esposo, el historiador y escritor británico Niall Ferguson. “Todo fue especial”, agrega.
Ayaan Hirsi Ali es una de las voces más controvertidas, y no solo por su visión sobre el feminismo, sino que por ser una crítica acérrima del islam, al punto que se encuentra en la mira de los islamistas radicales. Su historia es casi de película: nació en Mogadiscio en 1969, en una familia islámica de la tribu Daro. Su abuela le practicó la ablación cuando tenía cinco años y a raíz de la guerra civil en Somalia, en la que su padre se vio involucrado, su familia se vio obligada a abandonar el país, para huir a Arabia Saudita, luego a Etiopía y finalmente a Kenia. En 1992 su padre acordó un matrimonio con un primo lejano que residía en Canadá, al que ella no conocía. Así, cuando iba a camino a conocer a su nuevo esposo, en una escala en Alemania decidió tomar el tren hacia Holanda. Allí logró conseguir asilo y posteriormente entró en política, gracias a lo cual fue electa diputada por el partido liberal VVD. Pero todo ese tránsito no fue para nada sencillo. Tras el asesinato del director de cine Theo van Gogh, en 2004, con el que realizó el corto Sumisión -sobre el sometimiento de las mujeres en las sociedades islámicas-, tuvo que vivir protegida de los islamistas radicales.
Sin embargo, nada de esto la detuvo. En 2015, de hecho, lanzó el libro Reformemos el Islam, con el que recorrió el mundo. Por sus libros ha sido duramente criticada e incluso se le acusa de islamofobia, pero Hirsi Ali no se amedrenta ni tampoco se desmotiva. Así ahora acaba de lanzar Presa (editorial Debate), disponible en las librerías chilenas. En esta obra señala que la inmigración musulmana está provocando una mayor violencia sexual contra las mujeres en Europa, entre otras denuncias. Según The Boston Globe, “Ayaan Hirsi Ali es una de las figuras políticas más controvertidas de Europa, y objetivo de terroristas. Una voz suave, pero apasionada”.
¿Cuál es el impacto real que ha tenido la inmigración en Europa en la última década?
La inmigración es un tema muy importante en Europa. La llegada de migrantes provenientes de países de mayoría musulmana ha tenido un impacto de varias formas. Antes, quiero decir que la inmigración y los inmigrantes no son todos iguales y la mayoría no causa problemas. Pero algunos inmigrantes lo hacen y uno de esos efectos para las mujeres ha tenido lugar en el espacio público. De eso se trata el libro. También ha habido un impacto en cuanto a la libertad de expresión. Ha habido un impacto en la seguridad de los homosexuales, por ejemplo. Entonces, en las últimas décadas, grupos de mujeres, judíos o gays, han sentido que tienen que hacer frente a las consecuencias no deseadas de la inmigración.
¿Cómo es posible de observar el eventual peligro que podría significar para las mujeres la ola migratoria a Europa?
Quiero enfatizar que no todos los hombres musulmanes agreden sexualmente a las mujeres. Sí, la mayoría de los hombres viene de países de mayoría musulmana. Estos son hombres que tienen actitudes hacia las mujeres que son muy diferentes de las actitudes predominantes en Europa. ¿Por qué estamos viendo este problema ahora? Creo que el problema ha estado ahí durante bastante tiempo, hace 14 o 15 años. Cuando vivía en Holanda, la gente hablaba de este problema, pero no se veía como algo grande. Esta vez es diferente. Estamos hablando no solo de los inmigrantes que nacieron allí y que se criaron allí, sino que también estamos hablando de la afluencia de un gran número de hombres principalmente, aproximadamente dos tercios de las personas que están entrando son hombres, entre las edades de 15 y 35. En Estados Unidos a esa edad la llaman la edad militar. Algunos de estos hombres hacen que el espacio público sea inseguro para las mujeres. Se involucran en actos como insultar a las mujeres con nombres obscenos y las tocan y las manosean. Y los hombres se juntan en pequeños grupos de dos, tres o cuatro personas y empiezan a acosar a las mujeres. Si eres mujer es muy difícil en algunos de estos barrios hacer jogging, ir al parque, recrearse o viajar. Y entonces la principal explicación de eso es que los hombres se comportan de esa forma con las mujeres en su propio país.
¿Es posible ahora ver que algunas mujeres europeas escondan sus cuerpos para evitar el sexismo de algunos migrantes musulmanes?
Algunas de ellas esconden sus cuerpos. Entonces, si vives en alguno de estos vecindarios y has sido sometida a este tipo de comportamiento y quieres sobrellevarlo, algunas de las mujeres con las que hablé, dicen que cubren partes de sus cuerpos que no cubrirían de otro modo. Ellas, las mujeres europeas, nunca antes pensaron qué ponerse y ahora tienen que pensar dos veces qué ponerse antes de salir de su casa. Y a veces, en lugar de usar tacos altos usan zapatos planos. A veces también llevan gas pimienta. Desde la época en que vivía en Somalia, Kenia y Arabia Saudita, estos mecanismos eran usados por mujeres en países musulmanes para evitar el acoso y evitar problemas.
¿Cree que las mujeres europeas que son acosadas temen que serán consideradas racistas si presentan alguna queja?
Cualquiera que hable de este tema y que diga que existe una correlación entre la gran cantidad de musulmanes que están entrando y el aumento en los ataques sexuales, se le llama racista. Algunas de las mujeres con las que hablé fueron víctimas de esto. Dicen que publicaron un descargo de responsabilidad diciendo, por favor, quiero que entiendan que no soy racista. Remarcan que han votado por los partidos de izquierda y que quieren que los inmigrantes entren a sus países y que tengan un lugar de paz y seguridad. Pero recalcan que no quieren que continúen estos ataques sexuales.
¿Qué están haciendo los gobiernos para hacer frente a esta situación?
Depende del país, o incluso de un barrio a otro. He visto países como Dinamarca y Austria que han tenido conversaciones muy honestas. Han dado un paso más y les han dicho a algunas de estas comunidades que tienen que asistir a clases de idiomas y valores. Y si no lo hacen, hay consecuencias. Las cosas están cambiando muy rápido en Francia. Allí hay un proyecto de ley sobre lo que el Presidente (Emmanuel Macron) llama separatistas islamistas. Y parte de esa actitud separatista es la actitud hacia las mujeres. Así que las cosas se están moviendo. Algunos países avanzan muy lentamente, como Alemania y Reino Unido e incluso en un país como Suecia. Allí, un economista que es originario de Irán me explicó que son las mujeres inmigrantes en Suecia, de estos barrios, las que están impulsando el debate contra la violencia sexual. Y estas mujeres inmigrantes, dicen que no quieren la corrección política. No quieren el multiculturalismo. Tal vez haya esperanza.
¿Cree que la actitud de algunos hombres musulmanes respecto de la libertad tenga que ver solo con la religión o hay otros factores?
La actitud hacia las mujeres no está determinada solo por factores religiosos. En el libro señalo que si estás hablando de un país donde todavía hay algo de orden, incluso si es autoritario, es diferente de un país donde hay un colapso total. Tomemos un país como Egipto. Allí las mujeres protestan y escriben sobre el acoso sexual en las calles y lo inseguras que son las calles para las mujeres. Y existe algún tipo de tensión entre las organizaciones de derechos de las mujeres y el gobierno. Pero pese a esto están vigentes las protecciones de clanes y las tribales. Si una mujer sigue las reglas de la doctrina del recato, que es este código donde hay mujeres buenas y mujeres malas, las buenas se quedan en casa y reciben la protección de los miembros masculinos de su familia. Así que eso es en parte religioso, en parte tribal. Y así, las llamadas mujeres malas, no reciben ninguna protección. Tienen que aprender a protegerse y desarrollar estos mecanismos de sobrevivencia. Entonces, la respuesta a su pregunta es en parte religiosa, en parte cultural y en parte solo por las circunstancias. Cuando hay una falta total de orden, eso significa que los hombres que podrían haberla protegido pueden haberse ido al extranjero o pueden haber sido asesinados o no están allí para protegerla. Es una pesadilla ser mujer en Siria o en Yemen hoy.
¿La violencia es una parte intrínseca del islam o no necesariamente?
Bueno, depende de qué tipo de violencia. Si hablamos de violencia como la guerra santa, como el concepto de yihad, eso es intrínseco. Si estás hablando de violencia hacia las mujeres, cualquier erudito musulmán te dirá que no. Así es como un erudito musulmán hablará sobre la posición de la mujer: si eres mujer y sigues las reglas del Islam, no hay violencia contra ti porque sigues las reglas y no debería haber violencia contra ti. Pero si no sigues las reglas, habrá violencia.
En este contexto, ¿cuál es el rol que tienen las redes sociales?
Sí. Las redes sociales son una bendición y una maldición. Es una bendición si a través de las redes sociales puedes compartir tu experiencia con otras personas como tú. Y esto lo he visto en Europa. Algunas mujeres a través de las redes sociales han comenzado a organizarse y reunirse en grupos y a decir: ‘Esto me pasó a mí y esto también me pasó a mí’. Y a veces intercambian historias, intercambian mecanismos de afrontamiento. Pero las redes sociales también son una maldición, porque cuando vas a las redes sociales y describes el color de piel de los perpetradores o su religión o etnia, entonces es cuando realmente te metes en problemas. Y ahí es cuando se ha llamado racista a la gente y se han cancelado a algunos de ellos.
Durante la pandemia se ha registrado un aumento de la violencia intrafamiliar, ¿es posible medir ese impacto?
El coronavirus ha tenido casi el mismo impacto en todas partes: aumento en la violencia doméstica, abuso de alcohol, abuso de drogas y todo ese tipo de cosas que uno esperaría que la gente hiciera si permanece encerrada durante mucho tiempo. Lo que he podido observar es que debido al confinamiento hay menos acoso en las calles. Pero una cosa sobre la pandemia que puedo decirles ahora es que ha tenido un impacto terrible en las economías, incluidas las de África, Medio Oriente y el sur de Asia. Y son estos lugares de donde proviene la mayoría de los hombres. Y después de la pandemia encontrarás escasez de alimentos y habrá muchos conflictos y mucha gente tratará de dejar esos lugares para ir a Europa. Así que incluso ahora, se puede anticipar un gran número de hombres que intentará ingresar a Europa. Puedes verlo venir.
No hace tanto nació el movimiento Me Too. ¿Cree que esto ayude a mejorar la situación de las mujeres en estos países?
La lucha por la libertad de las mujeres en los países árabes, los países musulmanes, ha estado allí durante mucho tiempo. Y el movimiento Me Too también puede que lo haya mejorado un poco. El origen del Me Too radica en hombres que son poderosos, muy poderosos y que estaban explotando sus posiciones para aprovecharse de las mujeres en el lugar de trabajo. Y esto ocurre en Estados Unidos y en lugares como Hollywood. En Medio Oriente y otros países musulmanes, muchas mujeres no tienen un lugar de trabajo. Si miras el movimiento de mujeres en Arabia Saudita, es una lucha que se relaciona con querer conducir un auto. El movimiento de mujeres en Egipto se ha centrado en combatir la violencia sexual en el espacio público, ni siquiera en casa. Las feministas de los países árabes o islámicos están luchando por los derechos más básicos. Y es lamentable que el Me Too no se haya convertido en una ola global. Realmente no era un movimiento organizado, centralizado con liderazgo. Y las personas que terminaron convirtiéndose en voces del Me Too tampoco se sienten cómodas hablando del mal comportamiento de los hombres de color. Se sienten cómodas hablando de lo que hacen mal los hombres blancos, pero no se sienten cómodas hablando de inmigrantes o negros porque piensan que serían racistas.