No fue una sorpresa. La baja en la aprobación del Presidente Gabriel Boric, quien por primera vez disminuyó esta semana del 30% -llegando a un 27%, según la última versión de la Encuesta Plaza Pública Cadem-, se condecía con el pulso que el propio gobierno venía tomando tras el plebiscito del 4 de septiembre, donde triunfó el Rechazo: que la evaluación del Mandatario venía en declive por diversos factores.

Aunque cuando se conocieron esta semana las cifras del sondeo, la ministra Camila Vallejo (Segegob) aseguró que “nosotros no gobernamos en función de encuestas, gobernamos en función de convicciones”, lo cierto es que es un tema que La Moneda mira con atención y le preocupa.

De hecho, para medir lo que piensa la ciudadanía, encargan quincenalmente estudios cualitativos y cuantitativos. Por lo mismo, a través de esos análisis -que pide la Secom, en coordinación con el Departamento de Estudios del Segundo Piso, que lidera el doctor en ciencia política Carlos Durán-, ya anticipaban que, tras el hito electoral del plebiscito, el respaldo ciudadano del Jefe de Estado continuaría decayendo y así lo reconocen quienes han tenido acceso a ellos.

Por eso, cuando al Presidente le enviaron la Cadem la noche del domingo, los datos solo fueron una confirmación de lo que ya sabían: que el fracaso del plebiscito tendría un impacto en su imagen, no solo porque se la jugó para que fuera el Apruebo el que se impusiera en las urnas, sino que también porque su trayectoria política -reconocen en el gobierno- hacía imposible separar la evaluación de la Convención Constitucional -y el proceso en general- de su figura.

Un personero que ha conocido de los estudios de La Moneda lo grafica así: “Hasta Rodrigo Rojas Vade nos aparecía como miembro del Frente Amplio en los focus group”.

Pese a eso, dicen en Palacio, la interpretación es que el momento que atraviesa Boric no es comparable con las administraciones anteriores. “Ninguno de los expresidentes enfrentó una elección a seis meses de haber asumido”, argumenta un personero del gobierno.

Esto en un contexto en que, según los sondeos de opinión, en administraciones anteriores los entonces mandatarios gozaban de mejor aprobación durante su primer año.

Más allá de eso, en el Ejecutivo agregan que se deben sumar también los factores del contexto que atraviesa el país: crisis de autoridad, de representación política y de las instituciones de manera transversal, las demandas acarreadas desde el estallido social, la situación pospandemia y la crisis económica global.

FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

La estrategia

Más allá del golpe del Rechazo, que obligó a Boric a realizar un importante cambio en sus elencos, particularmente en su comité político, con la salida de Izkia Siches (Interior) y Giorgio Jackson (ex Segpres y actual Mideso), y el arribo de Carolina Tohá y Ana Lya Uriarte en su reemplazo, en Palacio asumen que el mensaje que acusaron tras el referéndum apunta a la necesidad de un giro en el relato que encarna el propio Presidente: uno cercano, cualidad que siempre ha sido valorada en él, pero también un Mandatario “hacedor” y que es capaz de encarnar las “urgencias” de la ciudadanía, como son la delincuencia y la inseguridad.

Algo de eso intentó Boric en su gira por Antofagasta, con un claro foco en aquello. Ahí, reconocen en Palacio, el Presidente ensayó un nuevo tono “más duro” respecto de un reclamo que se repitió en cada localidad que visitó: más seguridad.

De hecho, llamó la atención el llamado que le hizo ante la prensa a la delegada presidencial regional Karen Behrenns para resolver el tema migratorio en la zona, asegurando que “tenía la soga al cuello, en el buen sentido”, para encontrar soluciones a la brevedad. Lo mismo cuando en radio Sol afirmó que en su gobierno van a ser “unos perros” en la persecución del delito.

Él está calibrando aún el tono de un Presidente que responda a eso”, dicen en Palacio.

Sobre otros atributos presidenciales, las mismas fuentes reconocen que una dificultad que siempre ha tenido el Mandatario y que no ha podido revertir es la percepción sobre su capacidad de gestión realizadora, algo que junto a su juventud puede asociarse también a la complejidad de instalar un relato de gobernabilidad y avances concretos.

En ese contexto, cobra relevancia en el análisis que hacen el gobierno, el contexto adverso que deben administrar en el Congreso, donde no tienen las mayorías necesarias para impulsar el programa de reformas que comprometieron al país. Por eso, el objetivo para lo que viene, agregan en La Moneda, debe ser reforzar una imagen republicana y de Estado, pero también aceitar la maquinaria y exigir a todos los ministros mayor cumplimiento en sus agendas sectoriales.

Ante lo que denominan un trabamiento de la situación social (que la ciudadanía no percibe avances en sus demandas más urgentes) y un bajo optimismo del futuro en sectores transversales, que también han podido percibir a través de encuestas, el objetivo para revertir los números apunta a admitir que la gente quiere cambios, entiende que requieren tiempo, pero también necesita que le resuelvan las urgencias en seguridad y el costo de la vida.

“Esas urgencias deben construir nuestra agenda para adelante. Lo que viene es proyectar un país que va reconstruyendo seguridades, certidumbres”, afirman en el gobierno.

En el Ejecutivo consideran que así, esta tendencia a la baja del Mandatario no debería permanecer en el tiempo. En todo caso, recalcan que miran con atención el fenómeno y que leen permanentemente las proyecciones y análisis de figuras como Roberto Izikson (Cadem), Cristián Valdivieso (Criteria) o Axel Callís (Tú Influyes), además de recibir opiniones de distintos actores sociales y políticos sobre las percepciones de la gestión.

La mirada oficialista

En el comité político ampliado del día lunes, los partidos oficialistas también tuvieron la oportunidad de abordar esta caída del Mandatario en las encuestas y entregaron sus propios análisis a La Moneda. Un tema que sin duda preocupa tanto a Apruebo Dignidad como al Socialismo Democrático.

Marco Velarde, timonel de Comunes, planteó que “debemos recibir con humildad el mensaje que nos está enviando la ciudadanía y concentrarnos en atacar las urgencias sociales. Si bien las encuestas son una fotografía del momento, tampoco podemos hacer la vista gorda y negar la realidad. En el corto y mediano plazo debemos cambiar el complejo escenario social en el que nos encontramos para revertir la desaprobación y concitar el apoyo popular. Por ello es importante combatir el alza de precios, la delincuencia y el crimen organizado”.

Su par radical, Leonardo Cubillos, apuntó a salir a explicar mejor las reformas estructurales en curso y asevera que “no hay que dramatizar, pero tampoco dejarse estar. Todos los gobiernos tienen procesos de desgaste. Es un llamado de atención que tienen que tomar el gobierno y los partidos, para reforzar la acción institucional y acercar el gobierno a la gente, explicar mejor las reformas que se han realizado y que vienen y que son estructurales, como la de pensiones y la tributaria”.

Coincide dentro del Socialismo Democrático la jefa del PPD, Natalia Piergentili, quien afirma que “de la percepción ciudadana, las encuestas, hay que hacerse cargo, aunque no puede ser un eje rector. Hay que fortalecer el trabajo en seguridad y economía. Y este ‘destello’ inicial de la figura del Presidente es importante, pero es tiempo de probar que uno tiene la capacidad de hacer las cosas bien, dialogar, resolver”.

Tomás Hirsch (Acción Humanista), por su parte, asegura que “la baja en las encuestas hay que entenderla en el momento muy complejo que se está viviendo a nivel general, a nivel mundial, pero también en Chile. Hay una fuerte preocupación por la situación económica, que es una situación heredada de lo que significó la pandemia, una inflación que ha escalado en todo el planeta y que por supuesto está generando una situación muy difícil para las familias chilenas”.

Y agregó: ”En segundo lugar, sin duda que el triunfo del Rechazo nos ha afectado, ha afectado a quienes aspiraban a tener una nueva Constitución. En tercer lugar, está el tema de la seguridad, que preocupa muchísimo a la gente. La ciudadanía tiende a personificar sus dificultades y problemas en el Presidente de la República”.