Desde las fronteras hasta el centro de Ucrania, las fuerzas rusas avanzan por su territorio. El asedio pareciera no tener fin y ayer se cumplieron 23 días desde el comienzo de la invasión. Mientras los pobladores junto a las Fuerzas Armadas ucranianas intentan frenar el avance de los invasores, el Batallón Azov juega un papel importante en esta lucha por mantener el control de la estratégica ciudad de Mariupol, en el sur del país.
“Sólo sé una cosa, ¡no vamos a perdonar a estas bestias por lo que están haciendo a Ucrania!”, “Quiero que todo el mundo sienta que Mariupol es Ucrania”, “¡El Azov y otros defensores están haciendo todo lo posible para proteger la ciudad!”, son algunas de las frases del subcomandante del Batallón Azov, Svyatoslav Palamar, a través de un mensaje de Telegram.
Videos de bombardeos, autos incendiándose, edificios destruidos acompañan la declaración de guerra del subcomandante. Por medio de esa red social, el grupo coordina sus acciones y muestra sus “logros”, como las fotos de un hombre muerto con uniforme ruso que supuestamente correspondía a un general que ellos habían asesinado.
Los ataques rusos en los últimos días se han ido intensificando en la ciudad portuaria de Mariupol y tanto ciudadanos como militares ucranianos intentan repeler los ataques de las fuerzas invasoras, pero el Batallón Azov es el bastión principal defensivo de la ciudad.
El surgimiento de Azov
Cuando los separatistas respaldados por Rusia se levantaron en el este del país en 2014, el Ejército ucraniano, que carecía de recursos suficientes, se vio superado en armas y números. Bajo este contexto se creó un batallón inicialmente conformado a partir de una banda ultranacionalista denominada Patriota de Ucrania y el grupo neonazi Asamblea Nacional Social. Ambos tenían ideales xenófobos y nazistas, agredían físicamente a los inmigrantes y a toda persona que se opusiera a su ideología.
Formalmente, el hoy Batallón Azov se formó en mayo de 2014, como unidad de voluntarios en la ciudad de Berdyansk, para apoyar al Ejército ucraniano en la lucha contra los separatistas prorrusos en el este de Ucrania. Según detalla Deutsche Welle, el núcleo de este grupo procedía del este de Ucrania, de habla rusa y originalmente defendía la unidad de los pueblos eslavos del este: rusos, bielorrusos y ucranianos. Algunos provenían de las barras bravas del fútbol, otros eran activos en los círculos nacionalistas. Toman su nombre porque Mariupol es la ciudad principal de Ucrania en torno al mar de Azov.
“Eran grupos que, en Alemania, se describirían como camaraderías libres”, comentó a la cadena alemana Andreas Umland, del Centro de Estudios de Europa del Este de Estocolmo, y los compara así con grupos organizados de neonazis alemanes. De hecho, el Batallón Azov siempre ha sido controvertido por su escudo de armas. “El ángel lobo, que tiene una connotación derechista, es un símbolo pagano que también utilizaban las SS”, explica Umland. “Sin embargo, la población de Ucrania no lo considera un símbolo fascista”.
El fundador y líder del Batallón Azov fue Andriy Biletsky, un historiador de 42 años egresado de la Universidad Nacional de Kharkov, en el este de Ucrania, que estuvo años activo en la escena de la extrema derecha.
Luego se retiraron a Mariupol en donde, en una intensa lucha contra los separatistas respaldados por Rusia, lograron liberar la ciudad. Este mérito les significó incorporarse formalmente a finales de noviembre de 2014 a la Guardia Nacional de Ucrania. Incluso, el entonces Presidente Petro Poroshenko los elogió: “Estos son nuestros mejores guerreros”, dijo en una ceremonia de premiación en 2014. “Nuestros mejores voluntarios”, agregó.
Esta acción le dio al movimiento un grado de legitimidad oficial, un acto que sigue sacando ronchas al actual gobierno de Volodymyr Zelensky. El estatus formal de Azov dentro de la Guardia Nacional, y la promoción activa de su ideología por parte del movimiento, es un problema constante para los aliados de Kiev y que también es uno de los motivos por el cual Rusia asegura que comenzó la invasión.
El periodista canadiense, Michael Colborne, es autor de un libro sobre este grupo armado. Contó -citado por la agencia Télam- durante un seminario virtual organizado por la ONG Counter Extremism Project, que el Batallón Azov “dejó de ser solamente una unidad militar afiliada a la Guardia Nacional del país y generó extensiones como el llamado Cuerpo Civil Azov para alcanzar algo así como a los sectores no militares de la sociedad; en 2016 se expandió en el partido político Cuerpo Nacional y surgieron otras ramificaciones afiliadas y no afiliadas de lo que se conoce como el Movimiento Azov”.
En efecto, en 2015 y 2016 surgió una especie de brazo político de Azov. Andriy Biletsky dimitió como comandante y, junto con antiguos combatientes, fundó el partido “Cuerpo Nacional”. La colectividad aún existe en la actualidad, cuenta con aproximadamente 15.000 miembros, pero no tiene presencia en el Parlamento.
Desde sus inicios, Azov tiene ideales nazistas y su logo Wolfsangel, ocupado inicialmente por las SS, da cuenta de ello. Su ideología le permite tener contacto con grupos de la misma índole en Europa como, por ejemplo, el Frente Nacional Identitario español, una organización ligada a grupos ultraderechistas y nazis europeos.
Si bien el grupo ha negado en numerosas ocasiones ser neonazi o tener aspiraciones de establecer un futuro “orden blanco”, un portavoz del Batallón Azov declaró en 2014 que entre el 10% y el 20% del regimiento eran neonazis. “Ucrania realmente tiene un problema de extrema derecha, y no es una ficción de la propaganda del Kremlin. Y ya es hora de hablar de eso”, escribió Colborne.
Las redes de Azov no solamente están en Europa, sino que también en Estados Unidos. Según información recabada por el FBI, el grupo mantuvo contacto por un tiempo con supremacistas blancos norteamericanos. Por el peligro que presenta para EE.UU., el Congreso de ese país intentó clasificar al grupo como una “organización terrorista”, algo que no prosperó.
El gobierno chino incluso acusó que Azov asesoró a los líderes de la “revolución de los paraguas” durante las manifestaciones en Hong Kong, en 2014.
En marzo de 2019, 51 personas fueron asesinadas en un atentado perpetrado por un grupo de personas en dos mezquitas de Christchurch en Nueva Zelandia. El caso es el más de violencia política o racial en la historia de ese país. Uno de los tiradores, justamente, portaba el símbolo distintivo de Azov y se habría estado entrenando para la masacre en Ucrania.
Por otro lado, existen versiones de que hace unos años el batallón recibió entrenamiento de manejo de armas por parte de oficiales del Ejército israelí. Las acciones del grupo han sido financiadas por el oligarca ucraniano Igor Kolomoisky, propietario del equipo FC Dnipró.
Kalashnikov de madera
Según reportes de prensa, Azov contaba con unos 1.000 combatientes antes del estallido de la guerra. Como regimiento establecido, tenía su propia artillería y tanques.
Semanas antes del primer ataque de Rusia a Ucrania, el Batallón Azov enseñaba de técnicas de supervivencia y autodefensa a ciudadanos bajo la frase: “En lugar de entrar en pánico, prepárate”.
“El pánico puede aparecer cuando la gente no sabe cómo reaccionar, cómo utilizar un arma, cómo defenderse, qué hacer en caso de tiroteo”, explicó Maksim Jorin, excomandante Azov, al acoger a los participantes que formaban filas bajo los copos de nieve.
En pequeños grupos, los participantes, sobre todo jóvenes, y también familias enteras aprendieron a cómo sostener y manejar un arma utilizando réplicas de fusiles Kalashnikov de madera. Recibieron, además, capacitación en primeros auxilios y, en un edificio en ruinas, les mostraron cómo moverse en el interior tomado por el enemigo.
A principios de esta semana, el Batallón Azov publicó un video en su canal de Telegram donde anunció que había destruido en un día un total de tres vehículos militares blindados rusos y cuatro vehículos de combate de infantería, y había matado a “mucha infantería”.