“Eso se verá después de la segunda vuelta”.
La frase ha sido repetida por varios de los constituyentes al ser consultados por algunas de las discusiones clave que tendrá que enfrentar el proceso constituyente. Y es que, efectivamente, el cronograma establecido por la Convención Constitucional define que esos debates se tendrán que realizar y votar durante enero e incluso febrero, sin embargo varios son cautos a la hora de adelantar los detalles de algunos temas sin antes saber el resultado de la elección presidencial entre Gabriel Boric y José Antonio Kast.
A pesar de eso, previo a las elecciones, algunas comisiones ya han comenzado a mostrar posturas, como la de Sistemas de Justicia donde hubo varios que plantearon eliminar el Tribunal Constitucional o la comisión de Sistema Político donde algunos de sus integrantes dijeron estar por un sistema presidencial atenuado y mantener el bicameralismo del Legislativo.
Y es que hace dos semanas, de forma preliminar, los constituyentes de la comisión de Sistema Político transparentaron sus posiciones con respecto a esta materia. Aunque no se evidenció una mayoría simple al respecto, la tendencia pareciera ser avanzar hacia mantener las dos Cámaras pero con funciones distintas a las que actualmente tienen, o sea, lo que es llamado como un “bicameralismo asimétrico”.
“Si se piensa en un Congreso bicameral, tiene que estar justificada la segunda cámara. Eso significa que hoy día tenemos un bicameralismo el cual es simétrico. En el fondo, ambas cámaras tienen la misma función legislativa. La cámara política por definición siempre es la Cámara de Diputados. En el caso chileno, esto está alterado, básicamente por este rol prominente del Senado al hacer la misma función”, explicó Tomás Jordán, abogado y académico de la Universidad Alberto Hurtado.
Además, algunos expertos han sugerido la idea de que el bicameralismo asimétrico permita que el flujo legislativo sea más expedito y que el Senado no pierda atribuciones importantes como los nombramientos de autoridades y la injerencia en el presupuesto nacional y en temas que sean específicos de cada región.
“Eso permitiría ser más eficiente. Por ejemplo, si se erradica la función legislativa principal en la Cámara Baja, entonces el Senado cumpliría una función de revisión de algunos tipos de leyes. Por ejemplo, leyes que tengan que ver con las regiones o las unidades a las cuales representen y que no sea un espejo de lo mismo que se hace en la Cámara”, comentó María Cristina Escudero, politóloga y académica de la Universidad de Chile.
Las fuerzas dentro de la comisión
De los 25 convencionales de la comisión de Sistema Político, nueve -Raúl Celis (RN), Maximiliano Hurtado (PS), Fuad Chahin (DC), Cristián Monckeberg (RN), Hernán Larraín (Evópoli), Guillermo Namor (INN), Arturo Zúñiga (UDI), Pedro Muñoz (PS) y Ricardo Montero (PS) han explicitado su apoyo al bicameralismo asimétrico.
A este grupo se suman Marcela Cubillos (IND-UDI) y la coordinadora de la comisión, Rosa Catrileo (Pueblo Mapuche), quienes, si bien no explicitan su apoyo a la asimetría, sí afirman estar abiertas a esa posibilidad.
“El actual sistema bicameral ha entorpecido la labor legislativa y el Senado no cumple una función de representación territorial, sino de la elite y además ha implicado mucho gasto fiscal y poca eficiencia en su labor”, argumentó Catrileo.
Para justificar la preferencia por el Congreso asimétrico, existe un relativo consenso entre los convencionales en cuanto a las desventajas del bicameralismo actual. El constituyente Namor (INN) sostiene que la asimetría responde a los inconvenientes que trae que ambas cámaras funcionen como “espejos”.
En este mismo sentido, Chahin (DC) plantea que la baja eficiencia que los partidarios del unicameralismo acusan del hecho de tener dos cámaras no es un problema propio del bicameralismo, sino del bicameralismo espejo. “El Senado y la Cámara de Diputados hacen prácticamente lo mismo. Unas son cámaras revisoras de otras y las facultades de revisión son prácticamente totales. Cualquiera de las dos cámaras puede ser cámara de origen. Por lo tanto, hay una doble tramitación y se genera una situación bastante absurda de duplicidad de funciones”, explicó.
El vicepresidente de la mesa directiva, Muñoz (PS), además de coincidir con el diagnóstico sobre el bicameralismo espejo, sugiere que en el nuevo sistema la Cámara Baja debería entenderse como una “cámara de origen y con mayores atribuciones de iniciativas legislativas exclusivas, que deberíamos suprimir en el Ejecutivo”.
Por su parte, el convencional Zúñiga (UDI) sugiere que el bicameralismo asimétrico también ayudaría a reducir el clientelismo, a evitar que una mayoría circunstancial actúe como tiranía y a que el Senado solamente se dedique a leyes de extrema relevancia, como podría ser una modificación constitucional, en lugar de pronunciarse en cada una de las leyes, lo que, según propone, “provoca ineficacia”. “Hay leyes que no es necesario que sean ratificadas por ambas cámaras. Eso podría dar espacio a que esa cámara que deja de tramitar esas leyes de menor relevancia se dedique a otros asuntos, como podría ser el nombramiento de un mayor número de cargos”, explicó.
Entre los defensores del bicameralismo asimétrico, es transversal la idea de que el Senado debería representar a los territorios, y la Cámara Baja, dedicarse a la representación política. Por ejemplo, Monckeberg (RN) sugiere que la Cámara Alta podría representar a las regiones, y que cada una de ellas elija el mismo número de representantes o senadores. “Los gobernadores y los consejeros regionales están representando a la región, pero en la región. Alguien tiene que alzar la voz por las regiones y por la descentralización a nivel nacional”, comentó.
Como la alteración de las funciones de las cámaras constituiría una modificación sustancial, la actual Constitución entrega la facultad a la Convención de “poner término anticipado al período de autoridades electas por votación popular”. Pese a esto, entre los convencionales consultados es relativamente compartida la idea de respetar el período por el que fueron electos los parlamentarios en la elección de noviembre.