Hangzhou, situada a menos de 200 kilómetros de Shanghai, tiene previsto albergar los Juegos Asiáticos del 10 al 25 de septiembre. Pero el evento deportivo, de gran envergadura, se ve amenazado por la “posibilidad” de ser aplazado, según declaró un responsable del Consejo Olímpico de Asia a la agencia France Presse, con el motivo del aumento de los casos de Covid-19.
Numerosos eventos deportivos han tenido lugar ya en China desde el inicio de la pandemia, especialmente los Juegos Olímpicos de Invierno organizados en Beijing en febrero bajo una burbuja sanitaria. Pero Shanghai, la ciudad china más poblada, sufre el episodio más intenso de la pandemia de Covid desde hace dos años en el país, con largas semanas de restricciones, y con el confinamiento en sus hogares de la mayoría de sus 25 millones de habitantes.
Y la situación no parece mejorar en la capital financiera de China. La alcaldía de la ciudad anunció ayer que endurecerá las restricciones impuestas a causa del repunte de casos de coronavirus durante las últimas semanas y tras notificar más de 10 muertos por Covid-19 durante las últimas 24 horas, la cifra más alta de la última oleada. Así, las autoridades indicaron que lanzarán varias campañas para intentar cortar la transmisión del virus, incluido el inicio de pruebas masivas en varias zonas de la ciudad, dividida en tres áreas para centrar los esfuerzos en las partes más afectadas.
Las medidas van en línea con lo anunciado por el Presidente chino Xi Jinping la semana pasada, quien dijo que su gobierno se apegará a su enfoque de tolerancia cero con el Covid incluso cuando la ira pública hierve a fuego lento en Shanghai y los costos económicos aumentan.
“El trabajo de prevención y control no puede relajarse”, afirmó Xi. Los funcionarios que implementan la política de “covid cero” deben adherirse al principio de “las personas primero y la vida primero”, reiteró el mandatario, quien agregó: “La persistencia es la victoria”.
Pero la estrategia de Xi enfrenta duras críticas a raíz de la situación que enfrenta Shanghai. En una columna para la agencia Bloomberg, el historiador británico Niall Ferguson aseguró que la política de “covid cero” de China se ha convertido en la “némesis” de Xi. En resumen, Ferguson sostiene que Beijing “sobrevendió” su sistema de control de enfermedades basado en la vigilancia y “subestimó” el virus que cambia de forma, en alusión a la expansión explosiva de la variante Ómicron, primero en Hong Kong y luego en Shanghai. “El resultado es un desastre económico, aunque probablemente no una crisis política”, vaticina.
“Pero también prometieron demasiado con sus vacunas”, escribió Ferguson. Según el historiador, “las vacunas tradicionales de virus inactivados fabricadas por Cansino, Sinovac y Sinopharm ofrecen poca protección contra la infección y la hospitalización de BA.2. Y muchos ancianos chinos siguen sin vacunarse incluso con esas vacunas inferiores, quizás hasta 15 millones de mayores de 80 años”. “La tasa de refuerzo en China es baja en parte porque no está claro si es seguro reforzar con una vacuna viral inactivada”, afirma.
En tanto, Li Yuan, columnista de The New York Times, recurrió a un antecedente histórico para manifestar sus críticas a la estrategia sanitaria de Xi. “Mucho antes de la política ‘covid cero’, en China se aplicó la política ‘nada de gorriones’. En la primavera de 1958, el gobierno chino movilizó a toda la nación para exterminar a los gorriones, que, según determinó Mao Zedong, eran una plaga que destruía los cultivos. Por todo el país, la gente golpeaba sartenes y ollas, encendía petardos y agitaba banderas para impedir que esas aves aterrizaran a fin de provocar que se desplomaran muertas de cansancio. Se calcula que en unos cuantos meses fueron exterminados casi 2.000 millones de gorriones en todo el país. La casi extinción de los gorriones tuvo como consecuencia la llegada de plagas de insectos que acabaron con los cultivos y contribuyeron a la gran hambruna que causó la muerte de decenas de millones de chinos en los tres años posteriores”, escribió.
“Ahora, existe el temor en China de que la política ‘covid cero’ se haya convertido en otra campaña política al estilo de Mao sustentada en la voluntad de una sola persona, el líder supremo del país, Xi Jinping, y que termine perjudicando a todos”, advierte Li Yuan, quien cree que a Xi “le interesa mantener esta estrategia porque está buscando un tercer mandato en un importante congreso del Partido Comunista que se llevará a cabo más adelante este año”. “Pretende utilizar el éxito de China en el control del virus para demostrar que su modelo vertical de gobierno es mejor que el de las democracias liberales”, argumenta.
Pero las preocupaciones no son solo políticas. Ferguson sostiene que “las consecuencias económicas de la crisis del Ómicron en China ya son grandes y podrían aumentar. El impacto en la cadena de suministro podría ser mucho mayor que el de entre julio y septiembre del año pasado, cuando se impusieron restricciones relativamente específicas en un puñado de puertos”.
Conforme se propaga la variante Ómicron, cerca de 373 millones de personas están bajo confinamientos totales o parciales en 45 ciudades chinas, según los cálculos de los economistas del banco de inversión Nomura. Estas ciudades representan aproximadamente el 26% de la población china y el 40% de su producción económica, escribieron. Asimismo, advirtieron que se estaba acentuando el riesgo de una recesión al tiempo que los gobiernos locales optaban por aumentar de manera paulatina las medidas de control del virus. A principios de este mes, Morgan Stanley recortó su pronóstico de crecimiento de China para 2022 al 4,6%, por debajo del 5,1%.