Carlos Meléndez, sociólogo peruano y doctor en Ciencia Política de la Universidad de Notre Dame, se define como un “politólogo sin dirección postal”. De hecho, reside en Santiago desde 2015. Académico de la Universidad Diego Portales (UDP) e investigador de COES, Meléndez lleva años estudiando los procesos electorales en América Latina. Autor de El Mal Menor: Vínculos políticos en el Perú posterior al colapso del sistema de partidos (2019) y de El Informe Chinochet: Historia secreta de Alberto Fujimori en Chile (2018) desde su cuenta de Twitter @eljorobado -que hace referencia a su alma mater- suele publicar agudos análisis de la realidad política peruana y regional. “Lo peor que puede pasar en una elección es llegar a un empate técnico el mismo día de los comicios”, advierte el también columnista de La Tercera.
En Chile se está instalando la idea de que, tal como en Perú, la elección se definirá en la recta final de la campaña, asunto que no es frecuente. ¿Está de acuerdo con esa premisa?
Estoy de acuerdo con esa similitud por una razón de fondo: el declive de la identidad partidaria. Hay cuatro países en América Latina que están en el ‘grupo de la muerte’ de los partidos políticos: Chile, Perú, Ecuador y Guatemala. En estas naciones un sector muy minoritario de la población tiene identidades partidarias. Y la identidad partidaria es el mejor predictor de por quién vas a votar: ‘Dime de qué partido eres y te diré por quién vas a votar’. Entonces, si uno carece de identidad partidaria positiva, tiende a no tener decidido su voto. La ausencia de identidad partidaria hace que tu decisión electoral no solo sea de último momento, sino que considera otros factores que no son necesariamente políticos, como la personalidad del líder, acusaciones de última hora, trascendidos, noticias falsas, etc. Y es por eso que en estos países vamos a tener ese nivel de volatilidad en las preferencias.
Otra similitud de las elecciones en Chile y Perú es que a un mes de los comicios peruanos, cinco candidatos tenían posibilidades de pasar a la segunda vuelta, mientras que en el caso chileno son cuatro.
Solo que en el Perú tenías 18 candidatos y 15 en Ecuador. En el Perú un mes antes de las elecciones, había hasta nueve candidatos con posibilidades. Eso ya no se debe a la volatilidad, sino que a la fragmentación de la oferta política. El promedio de candidatos en Chile no es mayor a lo que han tenido antes, lo que sucede que antes eran dos o tres los competitivos. Ahora tienes cuatro o cinco competitivos. Eso suma la fragmentación de la oferta y la volatilidad de las preferencias. La fragmentación potencia los efectos de incertidumbre de la volatilidad y eso hace que el elector no solamente pueda cambiar su decisión entre dos o tres candidatos, sino que ahora al estar más fragmentado el elector empieza a ver incluso a los extremos, como la candidatura de Kast, por ejemplo.
¿Ve alguna similitud con el proceso peruano en el sentido de que los candidatos con más rechazo son también quienes tienen una base de dura de votantes? En Perú pasaron al balotaje los candidatos más rechazados: Pedro Castillo y Keiko Fujimori.
Sí, en ese caso hay similitudes porque al momento de analizar el panorama electoral no solamente hay que considerar las identidades positivas, es decir, la atracción a favor de los partidos políticos, sino también las identidades negativas: la gente que rechaza los partidos políticos o candidaturas. Cuando los rechazos son más altos que los afectos entonces empieza la evaluación del mal menor, que es algo típico de la política peruana: cuando las identidades negativas predominan frente a las identidades positivas, cuando el elector peruano no sabe lo que quiere pero sabe lo que no quiere. Y eso es lo que está pasando en Chile, donde las identidades negativas en contra de Kast o de Boric son más grandes que sus respaldos a favor. Solo que estos últimos son comparativamente mayores a los que tuvieron Castillo y Keiko. Ninguno de ellos pasó del 20% en la primera vuelta. En Chile se está instalando la lógica del mal menor, que es lo más frecuente cuando las identidades positivas caen y emergen preponderantes las identidades partidarias negativas.
“Cuando los rechazos son más altos que los afectos entonces empieza la evaluación del mal menor, que es algo típico de la política peruana. Y eso es lo que está pasando en Chile, donde las identidades negativas en contra de Kast o de Boric son más grandes que sus respaldos a favor”.
Carlos Meléndez, analista político peruano
¿La lógica del mal menor como ocurre en Perú?
Tal cual. En ese sentido, hay un parecido.
En Chile es algo inédito que cuatro candidatos tengan posibilidades de pasar a la segunda vuelta ¿Eso también tiene un paralelo con la política peruana?
En Perú no se sabe quién ganará hasta la ultima semana e incluso hasta después. Yo no descartaría la posibilidad de un conteo apretado de los votos el día de las elecciones, como sucedió en Perú y en Ecuador. En estos escenarios, donde la gente vota para prevenir que su rival gane, las evaluaciones son mucho más de último minuto, hay sentimiento de incertidumbre, con silencios de las encuestas, y los electores terminan votando sin mucha información. Y eso coayuda a los empates técnicos. Lo peor que puede pasar en una elección es llegar a un empate técnico el mismo día de los comicios con autoridades electorales que no generen confianza. Afortunadamente el Servel tiene un respaldo importante en la opinión pública. Pero ojo con el día de las elecciones, que podríamos tener horas y días de suspenso.
¿Qué diferencias observa entre ambos procesos electorales?
En Perú tenemos un escenario de híper fragmentación política, donde los partidos políticos no están enraizados. En Chile en los momentos más críticos, como el 18-O, la clase política consensuó una salida institucional. En Chile la clase política tiene una tradición de política de coaliciones. Es decir, aparece nuevas fuerzas políticas como el Frente Amplio y lo hace en forma de frente de varias agrupaciones. En Perú ni siquiera existe eso. Chile tuvo décadas de solidez de partidos políticos que formaba coaliciones, aunque entra en declive en los últimos años. El sistema partidario post transición en Chile envejeció; en Perú ni siquiera llegó a la adolescencia.