Esta es la segunda vez que Belén da una entrevista. Aunque en esta, sí desea hacer una petición.
-No quiero que aparezcan mi nombre ni mi rostro.
Sentada en un negocio de la comuna de Frutillar, mientras atiende a los turistas que transitan por el lugar, la joven de 21 años explica por qué: nunca más quiere volver a pasar por el nivel de exposición que tuvo en 2013. Esa fue la primera vez que dio una entrevista. Tenía 11 años, había sido violada y estaba con cuatro meses de embarazo.
Al no existir una ley de aborto en tres causales, Belén no podía elegir si quería ser madre. A pesar de ser víctima de un delito e, incluso, si dar a luz significaba un riesgo para su vida. Por eso su caso provocó conmoción más allá de las fronteras del país. Como era menor de edad y para ocultar su identidad, un periodista de la región le puso un nombre falso que terminó siendo la “identidad” por la que todos supieron de ella y su situación: Belén.
De todos los medios que estuvieron afuera de su casa a partir de junio de 2013, el único que accedió a entrevistarla fue un equipo de TVN. En esa nota aparecen los ojos de la niña, sus manos jugando con muñecas, también con una caja musical y una imagen de espalda mirando hacia la ventana.
“Yo nací en Puerto Montt. Me crié con mi abuela, porque mi mamá se puso a trabajar. Mi mamá se puso a tener a mi hermanito, y yo me quedé aquí”, dijo esa vez.
Hoy recuerda ese momento:
-De lo único que me acuerdo es que me preguntaron por mis muñecas y qué ropita le estábamos juntando a mi hijo.
El hombre que la violó se llama Daniel Bastidas Soto. Por ese entonces, era un obrero agrícola que trabajaba en distintos fundos de la Región de Los Lagos. Tenía 33 años, octavo básico rendido y vivía en el sector Colegual de Frutillar. Bastidas conoció a Pamela, la madre de Belén, en 2009: cuando su hija tenía siete años. Se enamoraron rápidamente, dice ella.
Belén nació cuando su madre tenía 15 años. Su padre fue uno ausente y falleció a los 20 de un tumor cerebral. Bastidas, cuentan en la familia, venía a llenar ese vacío. La misma joven reconoce que fue un apoyo emocional para su madre. A Jovita Huenante (58), abuela y tutora, también le pareció un buen hombre a primeras.
-Yo no puedo entender qué le entró a la cabeza. Él era bueno con nosotros, nos ayudaba económicamente y, cuando venía, llegaba con cosas para comer. Esto fue de la noche a la mañana y por eso sufrimos tanto -dice Huenante.
Belén nunca vivió con Pamela. Aun así, la visitaba a menudo en los fundos en donde su madre vivió con Bastidas y en donde tuvieron un hijo. La niña llegaba los viernes y se iba los domingos.
Fue en esos fundos -entre los meses de septiembre de 2012 y febrero de 2013- donde ocurrieron los hechos. Ahora, sentada en un café de Frutillar, en voz baja y en medio del ruido de la lluvia, Belén lo cuenta así:
-Lo hizo reiteradas veces y en distintos lugares.
Jovita Huenante se dio cuenta de que algo pasaba cuando notó que su nieta regresaba directo del colegio a acostarse. Ella era quien contabilizaba los días de su ciclo menstrual y, tras dos meses que no le llegaba, decidió llevarla donde una matrona del Centro Comunitario de Salud Familiar (Cecof) de Frutillar, pensando que se trataba de una desregulación hormonal.
-Apenas salió positivo el test se me vino el mundo abajo -recuerda Huenante.
Belén no podía decir qué había pasado. Daniel Bastidas, cuenta, la tenía amenazada.
-Me dijo: ‘Tú llegas a decir algo de esto y yo le hago daño a tu mamá y a tu hermano’.
Por eso, las primeras explicaciones que dio fue que el padre de su hijo era un niño de 14 años, uno de su misma escuela, la Vicente Pérez Rosales de Frutillar, al que una vez le había dado un beso. Pero esa semana, la madre del estudiante llegó con su hijo hasta la casa de Jovita Huenante y él mismo le juró que no había hecho nada.
-Yo ahí sospeché que aquí había una persona mayor -dice ella.
En el fallo judicial del caso, dentro de la declaración de Pamela -la madre de Belén-, aparece cómo se enteraron de que Bastidas era el violador de su hija. La mujer declara que le preguntó a su pareja si acaso alguna vez había pasado algo con Belén. Él le respondió que sí, pero que había sido ella -una niña de 11 años- la que se había sobrepasado con él.
Pese a que cualquier relación sexual con un menor de 14 años es delito, y se le considera una violación, esto le reconoció Bastidas a Pamela, según consta en su declaración: “Sí, me acosté con tu hija”.
La niña símbolo
Tatiana Olavarría (38), matrona de Puerto Varas, llevaba cinco años trabajando en el Cecof de Frutillar cuando Belén y Jovita Huenante entraron a su consulta para hacer el test de embarazo. A partir de ahí, tuvo que aprender a ganarse su confianza.
-Recuerdo que llegó muy tímida. Estaba para adentro y yo era la que tenía que investigar qué era lo que había pasado y saber si estaba siendo vulnerada por alguien en la casa.
No era la primera vez que a Olavarría le llegaba un embarazo por violación. En ese tiempo, explica, la tasa de embarazo adolescente en esa región era muy alta. A eso se le sumaba otra cosa:
-Frutillar todavía tiene esta cultura de pueblo. A pesar del desarrollo, yo he tenido casos de incesto donde se normaliza mucho, por lo que no es extraño encontrar estos casos.
Prueba de ello son el número de denuncias por violación y abusos sexuales a menores de 14 años que existen en algunas fiscalías locales de la Región de Los Lagos, como Osorno y Río Negro: entre 2020 y 2022 se registran 708 casos de abuso sexual y 119 denuncias por violación. De esas, hay 153 formalizados por abuso sexual y apenas 36 por violación.
La historia de Belén, reconoce Olavarría, fue una de las más fuertes que le tocó ver. Porque pese a que la tasa de embarazo en menores de 18 fuese alta, nunca le había tocado una niña tan pequeña en esa situación. Por eso, la matrona se encargó especialmente de su bienestar. No solo porque su embarazo era de alto riesgo, sino porque también se convirtió en el enlace para muchas autoridades que querían saber cómo estaba la niña.
“Cuando se cumplan 22 semanas de embarazo, es decir, en ocho semanas más, si fuera necesario tener un nacimiento prematuro, se tendrá que realizar esa terapia. Porque en nuestro país la vida de la madre está siempre en primer lugar”, dijo el entonces Presidente Sebastián Piñera.
Tras estos dichos, Olavarría recuerda que el Mandatario designó a una funcionaria del Minsal que estuvo encargada de seguir el embarazo de Belén y facilitarle todos los accesos de asistencia en salud.
-Venía a verme desde Santiago a Frutillar y se mantenía en contacto conmigo vía mail. Yo tenía que entregarles toda la información directa a ellos.
A ella también se le acercó la prensa para hacerle preguntas. Jovita Huenante se acuerda de esa exposición: el embarazo de su nieta se convirtió en tema de matinales y sus novedades se informaban por los noticieros.
-Había cámaras afuera de mi casa, no podíamos salir.
En esas semanas también ocurrieron cosas que, hasta hoy, Belén y su familia lamentan. Una de ellas fueron las declaraciones de Pamela, que a primeras no creyó que Bastidas hubiese violado a su hija. Así lo comunicó a los medios:
“Esto es una injusticia que están haciendo en contra de mi pareja. No es que yo esté ciega, porque ellos sí tuvieron una relación, pero no fue violada. Fue mutuamente que ellos quisieron estar”.
A partir de esas declaraciones, el Tribunal de Familia de Puerto Varas tuvo que decretar la prohibición de informar, recuerda el fiscal de la causa, Daniel Alvarado.
-Uno como fiscal está preparado para enfrentar causas que tienen un interés mediático, pero aquí los medios fueron demasiado invasivos, acercándose a la víctima, haciéndole preguntas a ella. Nunca nos había tocado ver que se traspasara un cierto límite con los familiares.
Belén recuerda que también hubo organizaciones que se acercaron para prestar ayuda. Algunas, dice ella, le ofrecían llevarla a abortar a otros países, asumiendo todos los costos económicos. Otras, ofreciéndole resguardo y ayuda psicológica con tal de que continuara con su embarazo.
Un matrimonio de Puerto Montt -que prefiere mantener en reserva su nombre- se acercó a ella. En 2013, cuando se discutía la ley de aborto en tres causales, ambos eran activistas provida y miembros de la Corporación Maternitas, que vela por el resguardo del hijo y de la madre en embarazos complejos y situaciones de alta vulnerabilidad. Después de que en Santiago, la directora ejecutiva se enterara por la prensa del caso, los llamó para que ubicaran a la menor.
Belén cuenta que, a esa edad, poco sabía lo que significaba un aborto.
-Mis padrinos (los miembros de la fundación) me vinieron a explicar lo que era un aborto y lo que le hacían al bebé cuando estaba pequeño, cuando ya tenía sus bracitos.
Cuatro años después, mientras se discutía la despenalización del aborto en tres causales en el Congreso, la pareja continuaría su activismo contra el término del embarazo. Incluso cuando la madre había sido violada.
La pareja confirma el momento cuando le dieron su propia visión a Belén sobre lo que era un aborto. Reconocen que lo hicieron desde su punto de vista.
-Efectivamente, le mencionamos la cruda realidad de lo que implicaba hacerse un aborto, que era básicamente un asesinato -dice el hombre que apadrinó a Belén junto a su esposa, quienes hasta hoy acompañan y apoyan económicamente a la joven.
El 20 de diciembre de 2013, Belén dio a luz a su hijo. A esas alturas, Bastidas ya había sido formalizado y estaba en prisión preventiva. Pamela también se había arrepentido de sus dichos y se acercó a su hija para pedirle perdón y ofrecerle colaborar como testigo con la investigación en contra de su pareja.
-En un principio yo no la quería oír, porque me daba rabia mirarla a la cara. Pero después de escucharla, la perdoné. Al fin y al cabo es mi mamá y en un caso como este todos somos víctimas.
En la investigación, la madre de Belén declaró que desde hace un año que no podía ver a su hija, porque sabía que había dado “declaraciones estúpidas”.
El día del juicio fue la última vez que la joven y su familia vieron a Daniel Bastidas. Jovita Huenante llegó hasta la Segunda Sala del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Puerto Montt. Bastidas estaba sentado, cabizbajo, y quiso acercarse a él.
-Le toqué el hombro, lo miré a los ojos y le dije: ‘Les cagaste la vida a las dos mujeres que yo más amo’.
Alguien te mira
Daniel Bastidas Soto fue condenado el 26 de octubre de 2014 a 10 años y un día de presidio mayor en su grado mínimo, como autor del delito de violación. La mayor parte de su reclusión la pasó en el complejo penitenciario Alto Bonito de Puerto Montt. Ahí completó su enseñanza media en modalidad científico-humanista, trabajó como auxiliar de sanitización y, según cuenta su abogado defensor, Jaime Ulloa, se sumó a la comunidad evangélica de la cárcel. Esa conducta le permitió rebajar su condena en siete meses. Sin embargo, pese a que participó en talleres psicosociales para controlar pulsiones sexuales, su asistencia fue casi nula.
Con esos antecedentes, Bastidas postuló a la libertad condicional en abril de 2019. En la carpeta de informes de Gendarmería también había otras 117 solicitudes de reclusos de la región y sólo 18 fueron acogidas, según una nota de El Desconcierto.
La de Daniel Bastidas no estaba dentro de las aceptadas. Esto fue lo que dijo la Comisión de Libertad Condicional: “Bastidas Soto mantiene una actitud procriminal, toda vez que justifica la agresión y presenta distorsiones cognitivas con actitudes que avalan el delito; no advirtiéndose, en consecuencia, que, al momento de postular al beneficio, el requirente presente avances en el proceso de reinserción social”.
Una vez rechazada su solicitud, en mayo de 2020, la abogada defensora Paulina Llanos puso un recurso de amparo en la Corte de Apelaciones de Puerto Montt para revocar la decisión. En ese escrito, Llanos apeló a la buena conducta de Bastidas y que él mismo había declarado en un informe que “rechazaba mantener contacto con la víctima, que viviría con sus padres, quienes conocen los delitos y lo recibirían en una habitación”.
La Corte de Apelaciones de Puerto Montt le dio la razón a la Comisión de Libertad Condicional y rechazó dicho recurso de amparo. Sin embargo, la resolución fue apelada y la Corte Suprema decretó algo distinto.
El 4 de junio de 2020, con dos votos en contra de los ministros Manuel Valderrama y Jorge Dahm, y tres votos a favor, de Carlos Kunsemuller, Leopoldo Llanos y María Gajardo, se acogió el recurso de amparo de Bastidas. Al victimario de Belén se le concedió libertad inmediata.
“No refiere antecedentes categóricos que orienten sobre factores de riesgo de reincidencia del amparado e impidan reconocer su posibilidad de reinsertarse a la sociedad”, se lee en el fallo.
Mientras eso ocurría, Belén siguió con su vida y pensó que nunca más tendría que ver a su violador.
-Cuando lo condenaron dije: aquí hay que borrar casete y echar para adelante.
Pese a que su embarazo tuvo lugar cuando cursaba quinto básico, en la Escuela Vicente Pérez Rosales le dieron todas las facilidades para continuar con sus estudios. Para la enseñanza media entró al Liceo Agrícola y, a los 17 años, quedó embarazada de nuevo con una pareja con la que mantiene una relación hasta el día de hoy.
A su madre, Belén dice que no la ve de manera constante. Cuenta que ella vive en la calle de atrás, pero que la visita de vez en cuando. Pamela se emparejó con otra persona y ahora vive con el hijo que tuvo con Bastidas.
En 2020, la joven estaba en su misma casa de Frutillar, viviendo junto a sus dos hijos y su abuela, cuando ocurrió algo que no parecía posible: Daniel Bastidas volvió a aparecer.
-Fue en invierno, en plena cuarentena, cuando salí de mi casa a comprar al negocio.
Mientras ella caminaba, Bastidas estaba ahí, dice. Estacionado en una de las calles de su barrio, mirándola fijo.
Lo primero que sintió fue rabia, pero no entendía qué hacía ese hombre ahí:
-Estás viendo alucinaciones, me dijo mi abuela cuando le conté.
Sólo que lo que vio era real. Huenante se enteró de que Bastidas estaba libre porque un periodista la llamó para preguntarle su opinión sobre su libertad condicional. El hijo de Huenante fue a la fiscalía local a preguntar por el caso y le corroboraron lo que ya sabían, que el victimario de Belén había salido de la cárcel.
Un mes después del encuentro en el negocio, volvió a ocurrir. A Belén le llegó una solicitud de amistad por Facebook de Daniel Bastidas.
-Lo bloqueé de inmediato, pero después se hizo otra cuenta y me volvió a enviar una. No entiendo qué es lo que quiere, ¿hacernos más daño?
La última vez que se apareció, dice, fue hace un mes, cuando se paró afuera del colegio de sus hijos: el de ella y el que tiene con Pamela. Según la última dirección que registra Bastidas, su casa está a 12 kilómetros de la de su denunciante.
El hijo mayor de Belén, que hoy tiene nueve años, le ha preguntado a su mamá si tiene un padre. Cada vez que lo hace, ella le responde lo mismo.
-Le digo que tenga paciencia. Que, efectivamente, tiene un papá. Pero que cuando sea más grande le voy a contar lo que pasó.
Lo importante para ella ahora es ver qué puede hacer para estar protegida.
-Hoy día nada me asegura que, si salgo de mi casa, voy a llegar viva. Llevo dos años así.
Sentado en su oficina de la Fiscalía de Río Negro, el fiscal de la causa, Daniel Alvarado, revisa el expediente del caso. No sabía que a quien había logrado condenar le otorgaron la libertad condicional. A la fecha, dice, Bastidas no registra ningún antecedente, pero tampoco tiene alguna orden que lo obligue a alejarse de Belén o su hijo.
-Si la víctima se siente amenazada con este hostigamiento, lo que corresponde es que efectúe la denuncia en Carabineros, PDI o alguna fiscalía local -dice Alvarado.
Belén acudió este año a la comisaría de su comuna y tanto su familia como su abogado tomarán medidas judiciales para protegerla de su agresor. Aun así, no entiende cómo la justicia puede ponerla en esta situación: desprotegida y sin ninguna medida que evite que su victimario pueda acercarse a ella. Entonces es como que la forzaran a volver al principio.
Diez años después de haber sido violada, Belén aún sigue sintiendo que Daniel Bastidas puede arruinarle la vida.