Celulares en colegios: una prohibición que suma adeptos
El Colegio San Ignacio El Bosque dio a conocer hace una semana que su establecimiento estará libre de dispositivos electrónicos a partir de 2024, pero no es el único recinto escolar que desde este año impondrá una medida que, en todo caso, ya es vieja para otras instituciones. Los colegios, en su mayoría, justifican la determinación apuntando a mayor concentración y mejorar las relaciones entre los alumnos.
Mientras en Nueva Zelandia, Francia, Italia o China el uso de celulares en colegios está normado y en la mayoría de los casos prohibido, en Chile la realidad es muy distinta. Más allá de ciertas iniciativas legislativas que de tanto en tanto surgen, en pleno 2024 y con la tecnología como parte del diario vivir, en el país no hay regulaciones y son los establecimientos los que discrecionalmente deciden si lo incluyen en sus respectivos reglamentos.
Si hace algún tiempo esa medida era vista como algo novedoso y disruptivo, durante este último tiempo varios colegios -sobre todo en el mundo de los particulares pagados- se sumaron a la iniciativa de cara al año escolar 2024. ¿El último y más bullado? El San Ignacio El Bosque de Providencia.
“Nos demoramos en tomar la decisión -que otros colegios han tomado antes-, porque quisimos que fuese muy consensuado con los educadores. Nos parece fundamental, ya que una medida así puede quedar en letra muerta. Y la única manera de que realmente se implemente es que toda la comunidad de adultos adhiera y se genere una cultura que efectivamente esté contra el uso de celulares. Lo que se hizo fue ir conversando con muchos de ellos hasta que la mayoría se declaró a favor de la medida”, explica Juan Cristóbal García-Huidobro, director interino de la institución ignaciana, que asegura que esto no significa prohibir el uso de la tecnología a los estudiantes, toda vez que de séptimo básico en adelante cuentan con un Chromebook propio.
“Prohibir el uso de celulares no significa dejarlos sin internet, simplemente significa cortar las redes sociales y dejarlos a ellos con sus Chromebook para hacer búsquedas de información o usar aplicaciones con las licencias que el colegio tiene contratadas y que los profesores estimen convenientes para el uso pedagógico”, dice.
Pero el San Ignacio no es el único. De hecho, mientras algunos colegios comenzaron a mitad de 2023 a implementar la medida y otros lo hacían desde mucho antes, ahora una serie de establecimientos lo anunciaron a sus comunidades de cara al 2024.
Uno de ellos fue el Everest, perteneciente a los Legionarios de Cristo, que en diciembre informó a su comunidad que “se ha decidido que a partir de 2024 no se permitirá el uso de celulares ni Smart Watch en ningún nivel del colegio y en ninguna circunstancia durante la jornada escolar. La recomendación es que no lo traigan al colegio”. En esa línea, también se señalaba que si un alumno es sorprendido con un celular, este será requisado, registrándose la falta y debiendo ser recuperado por el apoderado.
“Consideramos dos puntos clave a la hora de tomar esta decisión. El primero es continuar fortaleciendo nuestros aprendizajes y evitar cualquier distractor que los debilite. Por otro lado, seguir priorizando la buena convivencia que se vive en el colegio, haciendo una invitación a levantar la mirada y mirar al otro, conversar, aprovechar el espacio escolar para estar realmente”, asevera Marcela Estebanez, directora del recinto, que reconoce que la prohibición “será un desafío, sin duda, pero sabemos que contamos con apoderados alineados y profesores comprometidos que reconocen esta como una muy buena decisión”.
El Colegio San Anselmo de Chicureo, por su parte, informó a mediados de diciembre que ahora serán una institución “libre de celulares”, en el entendido de que hasta 2023 la prohibición no era para todos los niveles: “La prohibición del uso del celular avanzará hasta tercero y cuarto medio para 2024, logrando así tener un entorno escolar libre de celulares en todos los ciclos del colegio (...). Hemos querido avanzar con las medidas a los niveles de alumnos mayores, seguros de que esto propiciará una comunidad más enfocada, participativa y conectada entre sí”.
Todo esto fue ocurriendo en paralelo a la presentación de un proyecto que en diciembre hizo la bancada de diputados de Renovación Nacional y que apunta a prohibir el uso de forma transversal en los colegios, algo que en 2019 ya se había querido hacer sin éxito, cuando Pamela Cifuentes, investigadora de la Biblioteca del Congreso, realizó una asesoría técnica parlamentaria al respecto, y que luego la entonces ministra de Educación, Marcela Cubillos, intentara impulsar el debate lanzando la “Consulta nacional sobre el uso de celulares en los colegios del país”. Eso sólo terminó en un documento llamado “Orientaciones para la regulación del uso de celulares y otros dispositivos móviles en establecimientos educacionales”.
Mientras los intentos por legislar no han prosperado, los colegios que seguirán la línea de la prohibición en 2024 toman cartas y van en aumento: “Queremos informarles que luego de haber transitado varios años permitiendo abiertamente el uso de celulares como herramienta pedagógica en el ciclo de enseñanza media, suspenderemos esta medida, lo que implica que nuestros estudiantes no podrán hacer uso del mismo durante la jornada escolar, tanto en las clases como en los recreos o en los tiempos informales”, exponía el Instituto Hebreo de Lo Barnechea hace algunas semanas.
El Saint John’s Villa Academy de La Reina es otro ejemplo: “Si bien la tecnología nos ha traído beneficios en múltiples aspectos, hoy hacemos un alto y decimos no a los celulares y dispositivos móviles en nuestro colegio. Según diversos estudios, está comprobado que el uso de celulares en establecimientos educacionales es perjudicial, no aporta al aprendizaje y dificulta las relaciones interpersonales, entre otras cosas (...) ¡Volvamos a mirarnos a los ojos y disfrutar el presente!”, comunicaba el colegio en sus redes sociales. La medida es para toda la jornada escolar y en todos los cursos.
El Newland de Lo Barnechea, el Calasanz de Ñuñoa, el Campanario de Buin o el Redland de Las Condes son otros casos. “Cada vez hay más evidencia de que el uso de celulares perjudica el aprendizaje y la socialización, además de generar un problema de adicción a las redes sociales”, aseveraban desde este último cuando informaban a su comunidad que celulares y relojes inteligentes durante la jornada escolar a partir de este año escolar estarán prohibidos. “Ellos no serán confiscados, sin embargo, esperamos que los alumnos apaguen sus dispositivos al ingresar al colegio y los guarden si es que los traen”, sumaban.
Pablo Valencia, apoderado de uno de los establecimientos antes mencionados, dice que “es una decisión que como padres valoramos y que puede marcar una diferencia que quizás nosotros no logramos establecer antes”. Tiene, eso sí, un pero: “Ante cualquier emergencia me preocupa que ahora el contacto no sea tan directo o rápido, pero supongo que habrá que funcionar a la antigua. En nuestra época se hacía todo a través de los teléfonos de inspectoría o portería”.
Hacia regiones también hay ejemplos, como los colegios Santa Luisa de Concepción, Andes de Talca o San Luis del Alba de Valdivia, el que hace un mes informó que desde marzo prohibirán el uso del aparato electrónico durante la jornada escolar para todos los cursos. “El incumplimiento de la medida mencionada se considerará como una falta grave, donde se aplicarán medidas disciplinarias según el reglamento interno escolar”, decían.
En Viña del Mar, el Lycée Jean d’Alembert también comunicó que replicarán la norma a partir de este año, “y si algún alumno trae su celular por razones excepcionales, les solicitamos mantenerlo siempre apagado en su mochila. De lo contrario, les será confiscado hasta que finalice la jornada y el apoderado tendrá que venir a retirarlo”.
Como se ha dicho, estos colegios se suman a otros que hace un buen tiempo ya tenían vetados los celulares, como el Huelén de Vitacura, de la Red Seduc. “A partir de 2015 implementamos la medida que consiste en que, a primera hora, las alumnas desde séptimo básico dejan sus celulares en una caja individualizara por curso en la oficina de la dirección y los retiran al momento de regresar a sus casas”, detalla Carola Reyes, directora del colegio, quien añade que desde sexto básico hacia abajo el celular no está permitido.
Las razones
Desde el San Ignacio, su director asegura que hubo dos aspectos vistos para aplicar la medida: “Que haya mayor concentración en los aprendizajes, dado que a veces los celulares son una distracción, y que en los recreos los alumnos socialicen más unos con otros, en vez de permanecer todo el rato conectados con sus dispositivos. Creemos que va a tener muchos beneficios, tanto para el aprendizaje como para la salud mental y la vida socioafectiva de los estudiantes”.
El San Anselmo, en tanto, justificaba a sus apoderados que en 2022 habían comenzado a definir las bases para el buen uso de la tecnología desde la mirada de su proyecto educativo, “lo que nos ha permitido confirmar los beneficios de ser un colegio libre de celulares: propicia un ambiente favorable para el aprendizaje, fortalece la comunidad, resguarda la convivencia respetuosa y fomenta el desarrollo y el bienestar social de los estudiantes”.
Asimismo, el Lycée Jean d’Alembert de Viña indicó hace unas semanas que su decisión tiene como objetivo “incentivar la interacción social entre los alumnos y resguardar su salud mental, prevenir el acoso escolar y evitar la exposición a contenidos inapropiados”, mientras que el Andes de Talca tomó la decisión buscando “crear un espacio donde podamos enfocarnos plenamente en nuestras experiencias educativas y sociales, promoviendo un ambiente de aprendizaje enriquecedor y relaciones interpersonales significativas”.
En el Redland, por ejemplo, enumeraron a su comunidad algunos beneficios de la medida: mejor interacción social, disminución de la dependencia a los dispositivos, menor riesgo de uso inadecuado, retomar buenos hábitos de educación que se han ido perdiendo y mayor concentración. En concordancia con esto último, Tamara Fuentes, profesora de Matemáticas en uno de los colegios que este año no tendrá celulares, valora la determinación: “Aunque algunos más que otros, mis estudiantes tienen mecanizado ver cada cierto rato si tienen alguna notificación nueva, y eso, se quiera o no, desconcentra, incluso a mí. Que ya no se permita facilitará el normal desarrollo de clases o al menos hacerlas sin ese tipo de distracciones”.
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