El proyecto nuevo Eje Alameda Providencia se ha convertido en una de las promesas urbanísticas más emblemáticas del gobierno regional. Sobre todo porque la iniciativa, propuesta en 2015 por el entonces intendente de la Región Metropolitana -hoy gobernador-, Claudio Orrego, busca renovar completamente el sector de Plaza Italia, uno de los más golpeados por el estallido social y que hoy se ha visto marcado por la polémica de incluir -o no- un memorial del 18-O.
Hace unos días se dio a conocer el acuerdo por el trazado de la Plaza Italia. Ud. tuvo diferencias de opinión con la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, ante el tema, ¿cómo cree que se resolvió eso?
Hay que desdramatizar las diferencias sobre los temas urbanos. La vida de la ciudad es la administración de visiones distintas y de conflictos de intereses, todos legítimos, pero que hay que ser capaces de gobernarlos. Creo que la ciudad ganó. Y se resguarda algo que Providencia exigió mucho, que era el carácter patrimonial de la plaza.
Uno de los temas que se criticaron fue el que el trazado no incluyera la estatua de Baquedano. ¿Debiera reposicionarse ahí mismo?
El monumento que haya ahí es un tema al que vamos a tener que darle un tiempo para definir. Y esa definición tiene que ser participativa. Yo admiro al general Baquedano, un exgeneral que guió victorioso a Chile en la Guerra del Pacífico, que fue senador, presidente interino, una persona que merece un homenaje en algún lugar de la ciudad. Lo que digo es que lo que se haga tiene que ser, uno, con el nuevo diseño de la plaza hecho, porque eso te va a permitir mirar bien cómo se instala un monumento en ese lugar, y segundo, con menos pasión. Hoy día está muy a flor de piel la pasión respecto de que la gente asocia la estatua a lo que pasó el 18 de octubre de 2019. Y eso no nos da la perspectiva para tomar una decisión.
¿No es una claudicación de la autoridad el que no se instale ahí?
Hay algunos que dicen que modificar el lugar es claudicar. Otros dicen que es vencer. Nosotros queremos recuperar la ciudad para las personas. Este proyecto, y especialmente Plaza Italia, representa como nada esa decisión. Es decir, que la ciudad sea hecha para los peatones, para la gente, para el transporte público, para el encuentro de las personas.
Y respecto del simbolismo, ¿implica superar el estallido y lo que quedó de él?
Hubo gente que decía ‘no hay que tocar las paredes de la Alameda porque son la memoria’, ¡perdóname! Esa dimensión de cualquier protesta social no es algo que queramos mantener. Queremos que la ciudad luzca bella, limpia y que, además, se proteja el patrimonio histórico. Sí, los países no se construyen con borrón y cuenta nueva. Pero tenemos que mirar al futuro también. El drama de Chile, y no me refiero sólo al estallido, me refiero al Golpe militar, es vivir mirando solo para atrás. Ahora, los países que no aprenden de su historia y no la tienen presente, vuelven a repetir los mismos errores. Pero uno no puede, cual mujer de Lot, vivir mirando para atrás, porque si no se transforma en estatua de sal. Este proyecto lo que hace no es ignorar lo que ahí pasó, sino mirar la ciudad del futuro.
En el lugar el gobierno busca instalar un memorial para las víctimas DD.HH. del estallido. ¿Qué opina?
Primero, eso no es parte del proyecto Nueva Alameda, que es de toda la ciudad, donde estamos todos de acuerdo, del Partido Comunista hasta la UDI. Este es un tema que está viendo el Ejecutivo con Metro, con la Delegación. En lo personal, creo que cualquier cosa que idolatre la violencia no corresponde. Sin perjuicio de lo anterior, me pronunciaría cuando vea el proyecto. Sí hay una decisión en la cual participé y di mi opinión: no hay ‘patio de la resistencia’... Eso no. Este espacio es de toda la ciudad, no de un grupo, y la estación del Metro tiene que abrir para que la gente pueda ocuparla.
¿Qué pasa cuando en la ciudad quedan hitos que dividen?
Hay que distinguir. Cuando se hizo el Museo de la Memoria, mucha gente sostuvo que era quedarnos pegados en el pasado. Yo discrepé. Recordar lo que pasó en la historia no puede ser considerado como querer repetirla, al revés. Es para que no vuelva a ocurrir. Entonces, depende mucho qué y cómo se haga. Yo no digo olvidemos el estallido. Seríamos un país de ciegos y de tontos querer olvidar el estallido con lo que pasó con los distintos tipos de víctimas que hubo y con sus causas. Ahora, ¿cómo se hace eso? ¿Con un monumento al perro Matapaco? ¡Jamás! Eso es reivindicar el odio, la violencia y la división.
En términos urbanos, ¿qué tan marcado está Santiago con el estallido? ¿Sigue latente, visible?
Está cambiando, pero ahí quiero ser superfranco. Con el estallido, la pandemia y otros fenómenos, como la inmigración descontrolada, rucos, comercio ambulante, se transformó en una ciudad abandonada, literalmente, devastada. Y hoy la estamos recuperando. Mucha gente quiere dar vuelta la página y decir ‘aquí no pasó nada’. Imposible. Las heridas del estallido no sólo están en las víctimas de trauma ocular, en los comerciantes que perdieron su trabajo o en los lugares que fueron quemados. Hay una herida profunda de desigualdad en Santiago.
¿Un memorial por el estallido y la estatua de Baquedano dividen por igual a los santiaguinos?
No, no, no. Creo que hay que darse un tiempo, sin prisa, pero sin pausa. Vamos a tener un monumento en ese lugar. Puede ser Baquedano u otro. No lo vamos a decidir para zanjar una polémica y derrotar al bando que está al frente. Lo vamos a definir cuando tengamos una masa crítica de personas que pensemos qué queremos para el futuro de Chile y de ese lugar.
¿El gobierno debería hacer algo parecido en el caso del memorial?
No conozco lo que está haciendo el gobierno. Pero tiene que ser algo que trate de sumar, de buscar a todas las partes... No es bueno olvidar lo que pasó. El tema es cómo lo recordamos de una manera que construya un futuro común y no nos divida más como chilenos.
¿Cree que Santiago está en un punto de inflexión?
Para mí, Nueva Alameda-Providencia es un punto de inflexión. Si somos capaces de materializarlo, lo que pase en Nueva Alameda puede pasar en toda la ciudad.