Treinta y tres años. Ese fue el tiempo que el actual gobernador de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, militó en el Partido Demócrata Cristiano (DC). El 10 de octubre, a través de una carta, les puso fin, aunque, dice, no hacía vida partidaria desde hace tiempo. “Llevo dos años en que no estoy en ningún chat de la DC, estaba más bien quizás por inercia”, asegura.
¿Hubo un hito que marcara su decisión de renunciar a la DC?
Fue un proceso de descomposición de la convivencia, donde ya no debatíamos ideas, sino que nos descalificábamos unos a otros. El hecho de pasar al Tribunal Supremo al expresidente Frei es una gota más en un vaso que ya estaba bastante lleno.
No es la primera crisis del partido. ¿Por qué ahora consideró que era irremediable?
Yo estoy en la segunda mitad de mi vida. Todas las energías que tengo las quiero destinar a trabajar por mi región, no a peleas que considero que no llevan a ningún lado. La cantidad de energía que quita una pelea familiar... Ahora, la familia uno no la elige, los partidos sí.
¿Hubo intentos por parte de otros militantes para contenerlo?
La verdad es que no.
¿Hizo algún intento de salvar el partido? Quizás en el período de discusión constitucional, donde los ánimos se complicaron.
Mi desafección con el partido lleva varios años. Llevo dos años en que no estoy en ningún chat de la DC, estaba más bien quizás por inercia.
¿Cómo ve el actual reordenamiento de la centroizquierda?
El país requiere una fuerza de centroizquierda que no tenga complejos con condenar la violencia. Una fuerza progresista, pero profundamente democrática y respetuosa de las instituciones, de la paz y de la convivencia.
¿Ha tenido acercamientos a lo que podría ser un nuevo partido?
Voy a seguir en política activa y no voy a caminar solo. Pero no me voy a meter en ninguna de las cosas que están hoy día, ni las que están en formación. Quiero contribuir a construir un nuevo referente (de centroizquierda). Ahora, no tengo ansiedad en definir qué. A veces hay que demorarse un poco para que las cosas sean grandes y perduren.
¿Quiénes son esos otros?
Hay gente que todavía está en los partidos. Tengo amigos como Alberto Undurraga (DC) y Carolina Leitao (DC), con los cuales hemos estado conversando esta reflexión. Gente que se ha ido de la DC, como Patricio Vallespín, gente independiente, como Rodrigo Díaz, Jorge Flies, con los cuales hemos conversado esto. Hemos hablado con alcaldes como Claudio Castro, el exdiputado Pablo Vidal, el diputado Mirosevic (PL). No para hacer un partido, sino para converger en una centroizquierda democrática con mucha calle.
¿Descarta volver a militar?
No, no descarto nada.
¿Cuál es el rol actual de la DC? Algunos dicen que hoy es un agente irrelevante.
No voy a hablar más de la DC, porque es mi excasa.
Pero para algunos es evidente que la DC ya cumplió un ciclo...
Hay veces que uno habla más con las acciones que con las palabras.
En consideración del resultado del plebiscito, ¿cree que fue un error el respaldo institucional al Apruebo de la DC?
Era una decisión difícil, porque había argumentos válidos para estar por el Rechazo y el Apruebo. El error fue haber intentado resolver por tribunal de disciplina un tema que tenía que ver con conciencia.
En su caso, ¿por qué decidió jugársela por el Apruebo? En perspectiva, se ve que el texto no conectó con la gente.
Sabía que iba a ganar el Rechazo, pero por convicción interior creía que era mejor aprobar para reformar. El Rechazo ganó por varias razones: por los excesos de la Convención, por los problemas del texto, por la situación económica y en materia de seguridad. Este era un texto que aumentaba la incertidumbre, no la disminuía.
¿Cómo ve el surgimiento de los nuevos referentes de centro, como Amarillos y el Partido Demócrata?
Hay mucha gente que está muy apresurada en crear referentes. Tengo amigos en todos ellos, pero yo no voy a ser parte.
¿Se considera de oposición?
No. Competí contra el gobierno en Santiago, pero mi deber no es ser opositor, es trabajar y defender a mi región.
Eso es una rareza. Si uno no está en el gobierno, es oposición.
Bienvenida la rareza. A este gobierno cuando veo cosas malas, se las digo. Cuando son buenas y me puedo sentar con ellos, me siento con ellos.
¿Cómo ve las coaliciones de gobierno? Particularmente en lo referido a seguridad.
No nos sirve una izquierda, como es parte de Apruebo Dignidad, que cree solamente en las reformas sociales y minimiza la importancia de la seguridad. O sea, si algo le ha hecho daño al gobierno del Presidente Boric es que parte de su coalición no lo acompaña en la lucha contra la delincuencia.
¿No ocurre con el Socialismo Democrático?
Valoro mucho que la ministra Tohá (PPD) haya escuchado este llamado que hicimos los gobernadores para hacer un acuerdo nacional por la seguridad, que haya cambiado el tono.
¿Que haya cambiado el tono en comparación a la ministra Siches?
Absolutamente. El Presidente Boric, por ser de izquierda, tiene una oportunidad única de construir un pacto por la seguridad que sea el más amplio, políticamente hablando, que hemos tenido desde la vuelta a la democracia.
¿Esperaría un gesto de Apruebo Dignidad? Algunos han hablado de pedir disculpas a Carabineros.
Lo que los chilenos le piden a Apruebo Dignidad, no yo, es que respalden a su gobierno. El doble discurso de Apruebo Dignidad es lo que tiene al Presidente Boric con la popularidad que lo tiene. ¿Quiénes son los que más le han disparado al gobierno? No es la oposición, es el fuego amigo.
Hace poco emplazó al gobierno a terminar con los delegados presidenciales. ¿Por qué?
Fue una promesa que hizo el Presidente Boric, pero que no ha habido ninguna señal en esa dirección.
¿Cómo ha sido ver la discusión constituyente hoy como independiente?
No tenemos otra alternativa que salga algo bueno ahí. Solo los partidos pueden encauzar que termine bien este proceso constitucional. Existe la tentación de algunos de pararlo por secretaría. Sería un craso error, porque esto nos va a perseguir por años con una estela de incertidumbre y de riesgo para Chile.