El reloj marca las 21.15 del miércoles 14 de junio y el termómetro llega a 14°C en Av. Portugal 514. El equipo de coordinación del Código Azul de Santiago se encuentra cargando la camioneta con la que recorrerán siete sectores de la comuna durante la noche, entregando un plato de comida caliente, kits de aseo, frazadas y primeras capas a 30 personas que fueron notificadas en la plataforma del Ministerio de Desarrollo Social por estar en situación de calle. Sin abrigo. Sin compañía.
Luego de 20 minutos de carga, Martín Muñoz (42), coordinador y parte de la Dirección de Desarrollo Comunitario (Dideco), da la orden para comenzar el recorrido que, espera, se extienda hasta cerca de las dos de la madrugada. No va solo. Junto a él se encuentra Manuel Vega, paramédico del municipio; Tamara Huerta, monitora, y el conductor del vehículo. “Nos movemos solo los cuatro, porque debemos dejar un espacio disponible en la camioneta en caso de que tengamos que trasladar a una persona en situación crítica a urgencias. Ya nos ha pasado antes, debemos tomar las precauciones necesarias, porque sabemos con lo que nos podemos encontrar”, cuenta Muñoz.
No pasan más de cinco minutos de recorrido cuando el equipo percibe una alerta que los hace detenerse en la intersección de Lira con Curicó: al costado de un paradero cercano a la ex Posta Central, sobre pedazos de cartón, yace un bulto cubierto por una manta color café. Muñoz y su equipo descienden del vehículo y se acercan con cautela.
“Hola, amigo, ¿me escuchas? Somos de la municipalidad, te queremos ofrecer una comida caliente y abrigo”, dice Muñoz. Pero no tiene respuesta de vuelta.
Luego de tres intentos, un hombre de aproximadamente 40 años remueve la frazada y asoma su rostro un tanto desorientado. “Hola. Sí, me gustaría”, responde.
Esas palabras bastan para que el equipo de monitores regrese a la camioneta en busca de un envase térmico que contiene fideos blancos con mariscos, además de un vaso con café, una frazada y calzoncillos largos que se le entregan a la persona. “A él lo hemos visto antes acá, lleva como dos días durmiendo a la intemperie. En sus propias palabras dice que ‘se comió la lluvia’ y que está enfermo. Pero que no logra distinguir si sus malestares son por resfrío o abstinencia de drogas. Asistiremos en lo que podamos, le tomaremos sus datos para ir monitoreando su estado y seguiremos el recorrido, tenemos más casos a los que llegar”, alerta el profesional.
Debido a la alerta meteorológica por bajas temperaturas en seis regiones del país, el pasado domingo 11 de junio el Ministerio de Desarrollo Social y Familia, que lidera Giorgio Jackson, activó el Código Azul, dispositivo de alerta que se presenta cada año para días de lluvia y temperaturas menores a los 5°C. El objetivo es atender a personas con alimento, abrigo, servicio médico o derivación a albergues o residencias donde puedan pasar la noche.
Una realidad que la comuna de Santiago conoce bien. Solo en 2022 el programa de Personas en Situación de Calle del municipio liderado por Irací Hassler catastró y atendió a 1.554 personas en esta condición, entre las que se encontraban familias migrantes. Hoy, en lo que va del 2023 el programa ya ha atendido a 306 personas en tales circunstancias. Un dato no menor, puesto que Santiago es parte de las comunas que lideran la lista de sectores con mayor porcentaje de personas sin hogar. La siguen La Florida, Puente Alto, San Bernardo y Recoleta.
Sin cupos para un techo
En menos de una hora, el equipo municipal ya ha atendido a cerca de seis personas que dormían por Santiago Centro, en calles y avenidas como Curicó, Alameda Bernardo O’Higgins y Ramón Corvalán Melgarejo. Se trataba de hombres, mayores de 35 años y que se encontraban solos en rucos o con frazadas en el pavimento. “Ha sido así desde el domingo. Por suerte no nos hemos topado con familias en estas condiciones, pero sí este martes tuvimos que derivar a un menor de 17 años que pernoctaba en la calle. Su cuidado ya pasó a manos del ministerio, ya está fuera de las calles”, cuenta Muñoz, quien desde 2018 trabaja con personas en situación de vulnerabilidad.
A las 22.48 el equipo se traslada a Paseo Bulnes a atender otra de las alertas que vecinos del sector ingresaron a la línea del Código Azul. A lo lejos distinguen a una persona acostada sobre una de las bancas verdes que rodean el bandejón. Pero los profesionales no se muestran sorprendidos, ya saben con quién se encontrarán. Se trata de Sergio (57), migrante soviético-chileno que hace un año frecuenta la zona. Ya la reconoce como su hogar. Pese a que el equipo ha estado con él antes, de todos modos toma sus datos personales para registrarlo en el sistema: nombre, edad, rut, nacionalidad, hace cuánto se encuentra en el lugar. “A ellos les asignamos un número identificador, en caso de que otro equipo lo encuentre nuevamente por acá”, sostiene Tamara Huerta.
La temperatura ya bajó a 6°C y el equipo social le ofrece una cena caliente y frazada para abrigarse, a lo que él accede. “Sergio es un caso conocido para nosotros. El año pasado lo derivamos a urgencia de la Posta Central por una fractura a nivel craneal. Muchas veces lo hemos llevado a albergues, pero siempre desiste. Es un caso complejo, porque como extranjero no cuenta con sus papeles al día, no tiene familia y no habla bien español; eso reduce las opciones que se le pueden entregar”, asevera el coordinador.
A esto se suma la falta de cupos en residencias o albergues para nuevas personas en situación de calle. Pese a que este lunes el ministro Jackson informó la disponibilidad de 1.880 camas a nivel nacional, de las cuales solo existía un 83% de ocupación, el equipo de Santiago sostiene que la comuna -hasta el martes- no tenía un techo disponible. “Es por eso que no podemos ofrecerles a estas personas derivación, pero sí les damos contención en el momento para pasar la noche”, recalca el paramédico.
Luego de transitar hasta las 1.40 por los barrios de Morandé, Catedral, San Pablo y Chacabuco con 5°C, el equipo suma 36 atenciones: 27 hombres, tres mujeres y seis extranjeros. Eso sí, la jornada no terminó ahí.