Columna de Adriana Báez: México ante una elección histórica

FILE PHOTO: Presidential candidates attend last presidential debate at Tlatelolco University Cultural Center in Mexico City
REUTERS/Quetzalli Nicte-Ha


Por Adriana Báez, profesora-investigadora de la FCPyS de la UNAM y Directora de Estudios de Género de Buró Parlamentario.

Este domingo 2 de junio, poco más de 98 millones de personas acudirán a las urnas para definir la renovación de la Presidencia de República, el Congreso y más de 20 mil cargos de representación popular en todo el país, en una jornada de la que -se espera- surgirá la primera mujer titular del Ejecutivo en la historia de México.

Claudia Sheinbaum Pardo, candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia -que agrupa al gobernante Morena, al Partido del Trabajo y al Verde Ecologista de México- y Xochitl Gálvez Ruiz, de Fuerza y Corazón por México -que reúne a los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática- encabezan las preferencias para dirigir el país por los próximos seis años (2024-2030).

El proceso electoral se ha caracterizado por una guerra de encuestas con fines propagandísticos; tan solo el pasado 27 de mayo, Massive Caller daba 45,1% de las preferencias a Xochitl Gálvez, 44,7% a Claudia Sheinbaum, y 10,2% a Álvarez Maynez; en tanto que este miércoles El Universal, dio a Sheinbaum 54%, a Gálvez 34% y 12% a Máynez.

La del domingo, “más que una elección, será un referéndum, un plebiscito, una consulta sobre el proyecto de Nación que queremos”, planteó el Presidente Andrés Manuel López, quien concluirá su mandato con una aceptación del 66%, de acuerdo con Oráculo, herramienta que agrega los resultados de las principales encuestas públicas de aprobación presidencial.

El compromiso de la candidata de Morena es continuar con la “Cuarta Transformación” iniciada por AMLO. A esa apuesta se opone la coalición que postula a Xóchitl Gálvez, que teme el regreso de una hegemonía partidista, que revierta el pluralismo y la separación de poderes lograda con la democratización del país.

Cualquiera que sea el resultado, ganará el movimiento feminista al romperse el techo de cristal que ha impedido mostrar la capacidad de las mujeres para conducir el país.

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