Por Alberto Rojas, director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad Finis Terrae.
Apenas un día después del ataque terrorista de Hamas contra Israel -episodio que inició la guerra en Gaza-, Hezbolá lanzó una lluvia de proyectiles desde el sur de Líbano hacia el norte de Israel. Un abierto acto de apoyo a Hamas, con la esperanza de que eso abriera un segundo frente que obligara a Israel a dividir sus fuerzas, lo que no ocurrió.
Sin embargo, el escenario bélico con Líbano es mucho más complejo que eso, ya que el conflicto armado entre Israel y Hezbolá tuvo su primera gran escalada con la invasión israelí de 1982, cuando entró a Líbano con el objetivo de eliminar a las fuerzas de la OLP que operaban desde su territorio. Sin embargo, la intervención militar provocó el nacimiento de Hezbolá, un grupo respaldado por Irán que se comprometió a resistir la presencia israelí.
En 2000, tras una ocupación de casi dos décadas, Israel finalmente se retiró del sur de Líbano. Aun así, eso no puso fin al conflicto, ya que, en 2006, una operación de Hezbolá que incluyó el secuestro y asesinato de dos soldados israelíes desató la Segunda Guerra de Líbano.
Desde entonces, Hezbolá ha ejercido una influencia paralizante sobre la política de Líbano. Aunque se presenta como un defensor de los intereses libaneses frente a Israel, su vínculo con Irán ha generado una profunda división dentro de la sociedad libanesa. Y el control militar de Hezbolá sobre el sur de Líbano ha impedido al débil gobierno central en Beirut ejercer soberanía completa sobre todo el territorio, cada vez que se han lanzado ataques contra Israel. Además, su participación en la guerra civil en Siria desde 2013, apoyando al régimen de Bashar al Assad, comprometió aún más a Líbano.
La presencia de este ejército paralelo de entre 20 mil y 30 mil efectivos (que además cuenta con misiles balísticos, artillería y drones de ataque) ha debilitado las instituciones estatales y marginado a otros grupos políticos y sociales libaneses. Pero, además, ahora ha expuesto a Líbano a una nueva guerra con Israel, que podría extender aún más la tensión en Medio Oriente.