Por Aldo Vidal, asesor técnico de la Asociación de Empresas de Seguridad Privada y Transportes de Valores (ASEVA).
El último clásico universitario demostró que la organización y la realización de los encuentros de fútbol profesional requieren de cambios profundos en la legislación, mejoramiento sustancial de la infraestructura de los recintos deportivos, priorización de los aspectos de seguridad por parte de los organizadores e incorporación de tecnología.
O se ataja hoy a los violentistas o el fútbol se terminará jugando a puerta cerrada. Necesitamos leyes que castiguen con dureza tanto los delitos como faltas al interior de los recintos y se defina con claridad las obligaciones y responsabilidades que tienen todos los actores que participan en la organización y fiscalización de estos encuentros: Delegación Presidencial, ANFP, Carabineros, Fiscalías, Estadio Seguro, clubes, hinchas y empresas de seguridad.
Se hace imperioso invertir en mayores y mejores medidas de seguridad, que incluyan cámaras de última generación, drones, dispositivos de reconocimiento facial con la base de datos del registro civil, que permitan mecanismos de validación y verificación de quienes entran a los estadios.
Además, se deben fortalecer los controles de ingreso. En todo trabajo preventivo que se enfoque en mitigar riesgos no pueden estar ausentes las tareas de inteligencia y búsqueda de información. Para ello hay que definir estrategias para conocer oportunamente las intenciones de determinados hinchas, especialmente de sus barras, que deben estar perfectamente empadronadas.
La exigente demanda de la ciudadanía por contar con más Carabineros en las calles hace necesario fortalecer las capacidades y facultades de la Seguridad Privada al interior de los Estadios. Se debe avanzar en la certificación y contratación de un guardia de seguridad calificado, bien preparado, con una formación especializada y bien equipado.
Los énfasis deben estar puestos en otorgar las mejores condiciones de seguridad para que la familia vuelva a los estadios, pero mientras los clubes no inviertan de verdad en prevención, tendrán que seguir lamentando estos hechos.