Por Alejandra Falabella, Universidad Alberto Hurtado.

El 22 de noviembre es el día de las educadoras y educadores de párvulos. En este día se conmemora la creación de la primera carrera universitaria de la profesión, en la Universidad de Chile, en 1944. Es un día importante que debemos celebrar.

La historia de la educación de párvulos es una historia principalmente de mujeres, quienes impulsaron y lucharon por consolidar este nivel educativo, desde la primera escuela de párvulos en 1864; el impulso de la formación de las maestras kindergarterinas a inicios del siglo XX; los comienzos de la profesión en los años 40; y, como un hecho inédito en América Latina, la creación de la JUNJI en 1970. En el último tiempo, destaca el establecimiento de las Bases Curriculares de 0 a 6 años y una serie de regulaciones de la calidad, con una institucionalidad propia: la Subsecretaria y la Intendencia de Educación Parvularia.

Por muchas razones debemos estar orgullosos de la educación infantil en Chile. Ahora bien, esto es mirar el vaso medio lleno: existen por cierto desafíos urgentes que abordar. Los principales refieren a: 1) Equiparar el sistema de financiamiento para los jardines infantiles públicos a cargo de municipios/SLEPs, pues es significativamente menor que aquellos administrados por JUNJI e Integra. 2) Mejorar integralmente las condiciones de las trabajadoras, pues a pesar de los esfuerzos, el abandono de profesionales y técnicos es alarmante. 3) Aunque la cobertura del nivel es relativamente positiva, la ampliación de los niveles medios (3-4 años) resulta prioritaria, como también avanzar en universalizar y mejorar la asistencia en los tramos de transición (5-6 años). 4) La pedagogía inclusiva en los jardines infantiles es un reto, se requiere mayor apoyo y trabajo interdisciplinario; y en las escuelas (niveles de transición), el desafío es evitar la lamentable escolarización temprana, con espacios, materiales y equipos directivos capacitados.

Para que la educación parvularia ocupe el lugar que merece, el país debe priorizarla en la agenda pública, acompañada de los recursos necesarios. Este aniversario es una oportunidad para reconocer los avances, pero también para comprometerse con los desafíos pendientes.