Por Alejandro Fernández Beroš, socio de Gemines
La sorpresa del IPC de marzo -de 1,9% y una inflación de 9,4% en 12 meses, la mayor desde octubre de 2008- representa una preocupación adicional para el ministro Mario Marcel y para el gobierno. La inflación ya era demasiado elevada antes, y pese a la pronta reacción del Banco Central y el Presupuesto fiscal 2022 muy contractivo, la artillería desplegada parece ser insuficiente para liquidar al monstruo que se come el poder adquisitivo de los sueldos.
¿Se equivocó el Banco Central en marzo, al subir la Tasa de Política Monetaria (TPM) menos de lo esperado y sugerido? Puede ser. Pero el problema está mostrando ser mucho más grande e intratable a lo anticipado y las alzas de la TPM aún no hacen su efecto, a pesar que la economía se está desacelerando y de que vienen más. Ayer mismo la FAO informó que los alimentos subieron en marzo 12,6% a nivel mundial, pero siendo cierto que una parte de la inflación que estamos sufriendo es importada (hay que agregar la de la energía), la responsabilidad final de lo que está pasando es nuestra, ya que los precios no han subido de la misma forma en todas partes.
El exceso de gasto, alimentado generosamente desde fines de 2020 por la inyección de unos US$ 80 mil millones (más de 20% del PIB) hasta fines de 2021 por los subsidios fiscales, especialmente el IFE universal, y por los retiros de los fondos de pensiones, nos llevó a generar las presiones inflacionarias que estamos cosechando.
Después de la fiesta, la resaca nunca es muy agradable y es lo que estamos viviendo ahora. Intentar anularla tomando más, es decir, aprobando el quinto retiro y/o reflotando el IFE universal, no sólo producirá problemas de largo plazo más graves (destrucción del mercado de capitales y peores pensiones), sino que, ahora, sólo servirá para alimentar al monstruo de la inflación, metiéndonos en un círculo vicioso de más inflación y más inyección de liquidez para tratar de compensarla.
Basta revisar un poco nuestra historia económica o mirar al otro lado de la cordillera para ver a donde podemos llegar. ¿Estarán nuestros políticos a la altura, o no darán el ancho una vez más?