Columna de Alexis Cortés: Los desafíos del tercer gobierno de Lula
Por Alexis Cortés, académico Departamento Sociología UAH. Doctor en Sociología por el Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro
El resurgimiento de Luiz Inácio Lula da Silva es notable. Aunque su encarcelamiento fue leído como una lápida a su carrera política, el resultado de la segunda vuelta del domingo es una redención política y biográfica.
A pesar de lo estrecho del resultado, Lula asumirá su tercer mandato fortalecido: demostró que solo su popular figura podría derrotar a un Presidente en ejercicio que abusó del aparato público. Sin el pragmatismo y capacidad de diálogo de Lula, no hubiera sido posible una coalición tan amplia y exitosa que incluyera a otrora adversarios de la centro-derecha, como su candidato a la Vicepresidencia Geraldo Alckmin.
Sin embargo, Lula enfrentará desafíos enormes: hereda un país en crisis económica, con reducción del empleo y aumento de la inflación. Es cierto que sobre él no pesan grandes expectativas de cambio, sino más bien de normalización de un país en caos, pero los sectores de menores ingresos esperan una mejora inmediata en su situación.
Lula recibe también un país dividido y aunque la figura de Bolsonaro se ha debilitado al no reconocer los resultados y muchos aliados ya se desmarcan de él, el actual Presidente cuenta con una base de apoyo con gran capacidad de movilización.
La normalización de las relaciones del Ejecutivo con los otros poderes también será un reto. Lula no cuenta con mayoría en un Congreso altamente fragmentado, lo que dificultará su agenda legislativa. Deberá recomponer además la relación con la Corte Suprema y con los órganos encargados del combate a la corrupción, resguardando su autonomía, sin que su fortalecimiento se interprete como una persecución a sus adversarios, pues es muy probable que Bolsonaro deba enfrentar a la justicia.
Su nuevo gobierno tendrá que sacar a Brasil del aislamiento diplomático en el que lo dejó Bolsonaro con sus posturas “antiglobalistas” y negacionistas (pandemia y cambio climático): en más de una ocasión afrentó a los gobiernos de sus principales socios comerciales (China, Argentina, Estados Unidos y la UE). Sin embargo, Lula -el exsindicalista-, posee el prestigio y la experiencia para restablecer la relación de Brasil con el mundo y para reimpulsar el liderazgo sudamericano a nivel global.
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