Por Alina Rohach, analista del programa de cooperación con España y América Latina | Centro de Diálogo Transatlántico.
Los constantes cambios en la situación militar durante la invasión rusa a gran escala exigen que Ucrania sea flexible en su planificación estratégica.
Según los servicios de inteligencia ucranianos y sus socios internacionales, Rusia se disponía a crear zonas de amortiguación en Jarkiv y en el norte del país. De hecho, en respuesta a esta amenaza, el 6 de agosto Ucrania lanzó una operación defensiva en la región de Kursk (Rusia), que permitió impedir la nueva ocupación de las regiones de Chernihiv y Sumy. Las Fuerzas Armadas ucranianas tomaron el control de 100 asentamientos de la región de Kursk, con una extensión de 1.294 kilómetros cuadrados. Un total de 594 militares rusos resultaron capturados en esta zona.
En este contexto, lo importante es que Ucrania no anexiona los territorios ocupados de Rusia a su Estado, no cambia su legislación ni su Constitución, ni lleva a cabo una pasaportización forzosa de la población rusa, como lo hizo Rusia cuando ocupó los territorios ucranianos.
Esta operación no puede considerarse al margen del derecho de Ucrania a la legítima defensa, ya que es un componente necesario de la misma en respuesta a la agresión rusa. Según el derecho internacional, Ucrania tiene derecho a llevar a cabo este tipo de operaciones defensivas en el territorio del agresor, dado que Rusia está utilizando su territorio para llevar a cabo la agresión y el bombardeo del territorio ucraniano.
La operación en Kursk tiene objetivos tanto militares como políticos y demostró al pueblo ruso y a la comunidad internacional la vulnerabilidad de Rusia en su propio territorio a pesar de los avances en el frente.
Entre las consecuencias resultantes figura no sólo la protección contra una nueva ofensiva, sino también la reposición del fondo de intercambio de prisioneros de guerra. Rusia ha redesplegado unas 30.000 tropas de reserva de otras zonas a Kursk.
La operación en la región de Kursk es un paso que demuestra la capacidad de Ucrania para contrarrestar y responder a la agresión rusa. Sin embargo, sigue planteándose la cuestión de si el éxito a corto plazo de la operación tendrá consecuencias a largo plazo y si está logrando sus objetivos militares y políticos. La planificación de los próximos pasos, sobre todo en el contexto del apoyo internacional, se está convirtiendo en un factor crítico para el éxito en el camino hacia la victoria de Ucrania en la guerra.