Por Andrés Otero, exsubsecretario de Deportes y exjefe de Estadio Seguro.
Nunca, en ningún caso, se debe empoderar a grupos de delincuentes o asociaciones ilícitas que pongan en riesgo un espectáculo deportivo. Suspender una actividad, sea fútbol u otra, por una amenaza, es un fracaso del Estado, porque se le entrega un poder infinito de manipulación a la delincuencia.
Es importante recordar que en 2015, antes del torneo en el que Chile celebró su primer título continental, había un claro eslogan: “Sin fiesta, no hay Copa América”. ¿Qué sucedió? El Estado se movilizó, se tomaron las medidas adecuadas y el torneo se desarrolló con normalidad.
Hoy, la conclusión es evidente: el fútbol atraviesa una crisis grave. Se necesita voluntad y unión de todas las partes: ANFP, clubes, hinchas -los verdaderos hinchas, no los delincuentes disfrazados de hinchas- y, por supuesto, del Estado, a través de las instituciones responsables de la organización de espectáculos deportivos. También deben involucrarse los futbolistas y los medios de comunicación. Si no hacemos algo juntos, el fútbol está en riesgo de desaparecer. Tampoco podemos ignorar la creciente violencia que afecta a la sociedad en general.
Sin embargo, hoy todos parecen defender sus intereses sin ceder. Esto puede ser legítimo, pero no a costa de que los partidos no se jueguen. Es evidente que sin fútbol no hay incidentes, pero eso es como vender el sillón de Don Otto. El fútbol debe jugarse siempre.
El actual gobierno ha abusado de la no autorización de partidos y ha impuesto medidas absurdas, como atrasar las ventas de entradas o concentrar equipos en otra ciudad. ¿Acaso en Ovalle el riesgo era menor? Nuevamente, vender el sillón de Don Otto: trasladar el problema en vez de enfrentarlo. Y perjudicar a los verdaderos hinchas. Valoro la disposición de la alcaldesa de La Serena, Daniela Norambuena, quien se atrevió a recibir una Supercopa que nadie quería. Ese es el camino: el fútbol debe jugarse, con todas las medidas de seguridad necesarias. De lo contrario, los delincuentes habrán ganado otra vez y eso no lo podemos permitir.