Por Antonio Díaz Araujo, gerente General de Unholster y fundador DecideChile
El mundo está siendo espectador de la guerra entre Rusia y Ucrania, y los fieles usuarios de Twitter hemos notado cómo el Presidente Volodimyr Zelensky, de tener una evaluación más bien mediocre, ha pasado a ser considerado un héroe nacional con la ayuda de un plan de comunicaciones estratégico que sacó lo mejor de su capacidad comunicacional y le permitió conectar con sus conciudadanos.
Previo al 2000, la Presidencia de cualquier país contaba con modelos de comunicación uniformes: un vocero y entrevistas; la palabra “viral” se limitaba a ambientes científicos y médicos. Eso a todas luces ha cambiado hoy, donde mandatarios tan expuestos al mundo digital no eran tan comunes antes de la dupla Obama-Trump.
En el caso de Piñera y Bachelet, hay dos tendencias que muestran una evolución en el uso de las redes sociales: los mensajes tienden a mostrar cercanía generacional con la audiencia; capacidad de escucharla y entenderla. Ambos expresidentes usaron las RRSS como extensiones de los medios tradicionales; hoy el Presidente Gabriel Boric las usa casi con la misma prioridad.
En su campaña su equipo usó algo que está en su ADN; son nativos digitales que nacieron con las RRSS como su medio de información, organización, de causas y han aumentado sus seguidores de forma orgánica por años. No es una campaña, es un estilo de vida y ese es un gran salto, incluso para quienes nos creemos expertos en plataformas digitales. Lo que aplica esta generación es altamente efectivo: el conocimiento y entendimiento de su audiencia es total. Un ejemplo claro es el uso del árbol que generó viralidad total en todas las redes sociales.
Ahora veamos el lado B de la espada de Damocles. Sobran ejemplos de casos en que ésta no es tan amigable: Trump vetado en Twitter; multas a Elon Musk o la respuesta de la corona española al juicio del Presidente Boric por el atraso a la ceremonia de cambio de mando.
Lo cierto es que en un mundo en que abunda la posverdad, es más palpable que nunca lo que dijo Winston Churchill: “Una mentira da la vuelta al mundo antes que la verdad tenga la posibilidad de ponerse los pantalones”. Ser ominipresente parece ser el camino para dar la pelea de ponerse los pantalones y lograr una cercanía más directa, pero también para generar crisis. A la lista de desafíos del nuevo Presidente se suma buscar el equilibrio entre el uso de las redes a su favor, pero evitando autogoles.