Columna de Camilo Barra: Un país sin memoria, abandono histórico-arquitectónico

Hacienda de Mateo de Toro y Zambrano
La casona que perteneció a La Quintrala y Mateo de Toro Zambrano, en Graneros.


Por Camilo Barra, Fotógrafo. @provinciano.en.la.ciudad

En comparación al “Viejo Continente”, del cual nos maravillamos frente a su cultura, historia e imponentes construcciones, Chile es un país joven, pero lleno de miles de vestigios arquitectónicos modernos y de siglos pasados. Lugares que hablan de nuestra historia y hoy están pereciendo entre el óxido, el abandono y el olvido.

Urbex (urban exploration), es un término que describe la exploración de lugares abandonados. Hace tres años, junto a un grupo de amigos, nos dedicamos a investigar, encontrar y recorrer dichas construcciones, tomando registros visuales antes que desaparezcan. He visitado cientos de sitios desde la Región Metropolitana a la de Los Lagos, entre estos: palacios, haciendas, teatros, hidroeléctricas, maestranzas, estaciones de trenes, hoteles, escuelas, psiquiátricos, hospitales, sitios mineros y agrícolas.

Estos tienen en común la no conservación: cuando dejan de ser viables económicamente o frente a decisiones políticas que carecen de una visión de preservación histórica, quedan a su suerte. Los que eran lugares importantes y parte de nuestro patrimonio, terminan sufriendo saqueos y daños estructurales, se convierten en sitios inseguros y a veces techo para algunas personas.

Lugares como la hacienda de veraneo de Mateo de Toro Zambrano (presidente de la Primera Junta de Gobierno en 1810); la casona de Claudio Matte (primer rector de la Universidad de Chile); la quinta del expresidente Riesco, y un palacio en San Felipe donde se hospedaron los príncipes de Asturias y de Gales, son sitios históricos sin rescate patrimonial.

Uno de los más lamentables ejemplos es la central hidroeléctrica El Sauce, en Laguna Verde. Construida en 1905, es la segunda del país y primera de uso público a cargo de electrificar gran parte de Valparaíso, un símbolo de belleza arquitectónica e innovación de la época que operó durante 90 años. Hoy lamentablemente saqueada, solo quedan vestigios, sus oxidadas turbinas Pelton y un hermoso suelo de patrones de tableros de ajedrez.