Por Carlo Siri, dueño de la ex Fuente Alemana de Plaza Baquedano (hoy Antigua Fuente)

El 18 de octubre de 2019 fue el día en que comenzó la pérdida, a una velocidad exponencial, de la vida que teníamos como sociedad, como emprendimiento, como familia. Desde ese día en adelante, vi la cara mas aterradora y violenta que un grupo de seres humanos sin valores y principios mostró a todas las personas que vivían, trabajaban y transitaban por el barrio de Plaza Italia.

La inteligente, amenazante y organizada violencia expresada en destrucción del mobiliario público, saqueo, incendio y destrucción de locales comerciales, acompañada de una bestial forma de ataque (la cual parecían disfrutar) a carabineros y civiles que no siguieran sus instrucciones, se manifestó arrojando piedras, rodamientos de acero con hondas, bengalas, y, por cierto, con música y arengas de fondo aportadas con el gentil auspicio de Radio Dignidad.

Hemos estado sometidos a un implacable tratamiento de violencia por ya casi dos años y medio, los cuales se han visto coronados en forma sublime por golpizas, amenazas y tres intentos de incendio a nuestro local -la Antigua Fuente (ex Fuente Alemana)- con nosotros adentro, teniendo como ultima alternativa el tener que defendernos con lo que tuviéramos a mano.

Todas estas potentes vivencias a las cuales hemos estado expuestos por tanto tiempo han tenido repercusiones en nosotros y nuestras familias, en lo moral, psicológico y patrimonial.

El Estado como un todo nunca demostró y tampoco tuvo la voluntad de ejercer su deber de entregar paz y seguridad a la zona, teniendo todas las herramientas legales, materiales y el monopolio de su uso. En definitiva, nos abandonó y nos dejó como zona de sacrificio, asignándonos imperativamente el rol de daño colateral.

Esta indolente actitud, sumada a las paupérrimas ayudas que destina a recuperar los distintos barrios que componen a la mal llamada “zona cero”, es lo que nos ha llevado a interponer ante la justicia la demanda en contra del Estado por falta de servicio en lo referente a velar por el derecho fundamental de la seguridad ciudadana.

Por eso reclamamos el deber que tiene el Estado de devolvernos la vida que nos ha sido arrebatada como consecuencia de su actuar.