Por Carlos Turdera, periodista y corresponsal en Brasil

Fueron cuatro años pero pareció una década, no sólo por la distorsión perceptiva de la pandemia, sino por los fenómenos vistos desde 2018. De terraplanismo a terrorismo, pasando por filonazis, ímpetus teocráticos, guerra informática, activismo Q-Anon, depredación ambiental, cruzada moral, instrumentación judicial, ocultación de cuentas públicas y armas para la población, Brasil se transformó, durante la era Bolsonaro, en algo muy diferente de lo que había sido hasta poco antes, el país de la afabilidad tropical.

La perspectiva ahora de dejar atrás todo aquello trae una sensación de alivio que se percibe en las calles en este fin de 2022, aunque persiste también un clima sombrío por todo lo que ocurrió, incluyendo las casi 700 mil muertes por Covid, la degradación institucional y las reacciones violentas de ciertos extremistas que acechan desde esa mitad de la sociedad que ha votado contra Lula y que nada indica que se vayan a apaciguar.

Que adversarios históricos se hayan aliado muestra hasta qué punto llegó todo. Ejemplo: Geraldo Alckim, exgobernador del estado más rico de Brasil, fue antagonista de Lula por 30 años. Con un historial de derecha que pone nerviosos a los lulistas, nada hacía suponer que pudiera jamás aliarse al barbado líder “rojo” de los trabajadores. Pero lo improbable ocurrió y Alckmin es hoy Vicepresidente, además de ministro de Desarrollo, Industria y Comercio.

Aunque Lula salió del poder con un 87% de aprobación en 2010, todo es diferente esta vez, incluso él, con 12 años más y medio país menos a su favor. Con todo, resucita en la arena política después de 580 días de prisión.

Deberá gobernar con los representantes de esos 58 millones de brasileños que votaron contra él y tendrá desafíos mayores que los de 2002: 33 millones de personas con hambre, 20 millones de pobres, 10 millones de desempleados y 4,3 millones de “desahuciados” (que desistieron de buscar empleo). Todo ello en una nación de 207 millones de personas, la suma de varios países bajo un único mando.