Por Carmen Le Foulon, coordinadora del Área de Opinión Pública del Centro de Estudios Públicos (CEP)
Quizás debido al desprestigio de los partidos políticos ha surgido una nueva distinción: octubristas vs. noviembristas. Unos resaltan la necesidad de los hechos ocurridos en octubre, violencia incluida, para lograr los cambios; los segundos destacan el acuerdo de noviembre y la vía institucional. Ante esto, vale la pena reflexionar cuáles son las percepciones y preferencias de la ciudadanía en base a los datos de las encuestas CEP.
En diciembre 2019, una gran mayoría (65%) consideraba que se necesitaban cambios profundos –ya sea reformas estructurales o una nueva Constitución - para resolver los problemas del país. Pero no de cualquier forma, sino mediante el diálogo y la apertura: en la medición de agosto de este año, un 61% prefiere que los convencionales constituyentes privilegien los acuerdos, aunque tengan que ceder en sus posiciones. En la misma línea, una minoría aún más pequeña que en diciembre 2019 justifica la violencia como forma de protesta. De hecho, un 59% señala que las leyes deben obedecerse siempre, y un 55% prioriza el orden público y seguridad ciudadana. En ese sentido, la gran mayoría parece ser más noviembrista.
Esto no es de extrañar, la ciudadanía no está polarizada y mira con esperanza el trabajo de la Convención: un 49% cree que la nueva Constitución probablemente ayudará a resolver los problemas del país. Tampoco ha cambiado dramáticamente sus principios, ya sea que los miremos respecto al eje de igualdad de ingreso y premio al esfuerzo o respecto al eje sobre quien tiene la principal responsabilidad del sustento económico de las personas – hubo algunos cambios menores durante el estallido, pero hemos vuelto a las tendencias pre-estallido.
Por lo que las y los políticos harían bien en escuchar a la sociedad, que más que nuevas etiquetas que fomentan la polarización, espera diálogo y acuerdos.