Columna de Carolina Grünwald: A trabajar para revertir las malas expectativas
Por Carolina Grünwald, economista jefe Banchile Inversiones
No es raro que la Cadem revelara esta semana que las expectativas del consumo han alcanzado su peor nivel desde 2014, tampoco lo son las débiles perspectivas de crecimiento para el 2023, donde según las últimas estimaciones del Fondo Monetario Internacional, Chile sería el único país de América Latina con crecimiento negativo (-1%), mientras el mundo crecería un 2,7%. Esto, luego de haber tenido una de las “recuperaciones” más espectaculares el 2021: después de caer un 6,1% en 2020 (mientras el mundo lo hizo un 3%), Chile creció en 2021 un 11,7% (mientras el mundo, 6%). ¿Dónde quedó ese espectacular crecimiento? ¿Qué pasó? ¿Por qué ahora se avizora un mal panorama hacia adelante?
Pasó que el crecimiento de 2021 estuvo dado principalmente por un boom del consumo proveniente del desahorro, no de una mayor inversión y más trabajo. Durante la pandemia, dadas las restricciones de movilidad -y según nuestras estimaciones, un 63% de los trabajadores en Chile no podía realizar sus labores de manera remota- hubo que actuar con políticas públicas (y monetarias).
Dadas las diversas ayudas estatales y los enormes retiros de fondos de pensiones, las personas pudieron, de todas formas, consumir sin trabajar. Es ese consumo (que creció un 18,2% versus un promedio histórico en torno a 3%, con un crecimiento de consumo de bienes durables ¡de 45%!), el principal motor que hizo aumentar el crecimiento de manera tan grandiosa. Esto, en un contexto donde el ahorro nacional bruto cayó un 6%.
No debemos olvidar que la incertidumbre es la peor enemiga de la inversión. La inversión es la que genera empleo, el empleo es el que genera consumo y el consumo es el que genera crecimiento económico. La base más importante para una buena recaudación y financiamiento del Estado. Saltarse este orden no es posible. Viendo las cifras de inversión, el panorama no es auspicioso hacia adelante. Hay muy pocos proyectos en carpeta, lo que lleva a malas perspectivas de empleo y, por lo tanto, de consumo y de crecimiento. Y ya dispersado el efecto de la gran masa monetaria inyectada en nuestra economía, esto se ve cada vez con mayor claridad.
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