Columna de Carolina Martínez: Erosión costera, los impactos que no vemos de las marejadas
Por Carolina Martinez, Directora Centro UC Observatorio de la Costa.
Desde 2015 que las marejadas se han vuelto más intensas y persistentes en nuestras costas. Se ha determinado que existe una relación entre este fenómeno y el cambio climático. Y aunque hasta hace poco más de una década esto no era considerado un problema, hoy llegan a presentarse, como promedio, 45 marejadas anuales en la zona costera de Chile.
Las marejadas con las que estamos comenzando 2025 a lo largo de buena parte del territorio costero, revelan la envergadura de un problema para el que -como en otras amenazas- no estamos preparados y en el cual incide una serie de factores.
Los impactos en la infraestructura costera registrados durante los últimos días, por ejemplo, dan cuenta de la fragilidad de los ecosistemas marino-costeros, fuertemente intervenidos por la urbanización, con una erosión costera que está en aumento y hace retroceder al 86% de las playas de nuestro país.
Es un hecho que a nivel global el 60% de la población se concentra en zonas costeras, situación que también ocurre en Chile. Esta tendencia representa una mayor exposición al peligro frente a eventos extremos que hoy se ven exacerbados por el cambio climático y que seguirán siendo frecuentes en las siguientes décadas.
Las marejadas, con olas que llegan a alcanzar entre los cuatro y 11 metros, inciden en la erosión costera, pero ésta se incrementa rápidamente cuando intervenimos de forma excesiva las playas, o construimos grandes edificios sobre dunas y humedales.
Estos ecosistemas se encuentran interconectados y constituyen una primera línea de defensa contra eventos extremos como marejadas y tsunamis, pero los estamos degradando muy rápido, a pesar que nos protegen contra estos peligros. En Chile, se está reconstruyendo cada dos años en la costa debido a los impactos de amenazas recurrentes.
Por ello una Ley de Costas, que permita hacer frente a estas amenazas y conservar los valiosos servicios ecosistémicos que provee, es cada vez más urgente. Impulsar la gestión integrada de áreas costeras podrá generar transformaciones sostenibles como ha ocurrido en otros países. Chile en cambio ha esperado por esto durante más de 100 años.
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