Columna de Claudia Saavedra: Los riesgos de un “carnet verde”
Por Claudia Saavedra, Microbióloga Universidad Andrés Bello, vocera SOMICH y embajadora ASM-Chile
Respecto del anuncio de la implementación de un “carnet verde”, cuyo objeto sería favorecer la contención, el control de la pandemia y los contagios, existen algunos aspectos necesarios de considerar. Las vacunas, especialmente la Sinovac, con la cual nos hemos vacunado la mayoría, no tiene un 100% de efectividad en evitar los contagios (sólo un 67%). Respecto de la inmunidad, esta aún se encuentra en discusión (¿seis meses?) y quienes tienen las dos dosis solo 15 días después están protegidos de la enfermedad, pero no de contagiar o contagiarse. Desde ese punto de vista, el “carnet verde” no lleva a la supresión de las medidas de control y precaución de los contagios, pues se deben seguir usando las mascarillas, realizando el testeo, evaluando la trazabilidad, evitando aglomeraciones, la movilidad, realizar identificación de los contactos estrechos, etc. Al contrario, esto generaría una falsa sensación de seguridad y sanidad, que incrementa los riesgos de infectarse y convertirse en agentes de difusión de la enfermedad. Es decir, un carnet o certificado como el que se propone no garantiza que el portador no está infectado y que no llegará a ser una fuente de infección para otras personas.
Quienes se han vacunado no tienen la misma calidad sanitaria de quienes no lo han hecho. Desde ese punto de vista, el “carnet verde” no es un acto arbitrario o carente de lógica. No obstante, está orientado solo por razones económicas, aunque es cierto que tiene como fundamento la protección de la salud pública, aunque es inevitable sentir que es un acto de discriminación, porque habrá personas que no se podrán vacunar o no quieran hacerlo.
Por último, el carnet no tiene una eficacia evidente por sí mismo, ya que se deben seguir tomando las mismas precauciones que se han tomado hasta ahora. En consecuencia, más que un “carnet verde”, se debe aprovechar de estimular a los grupos refractarios o negligentes con la vacunación, enfocándose en trabajar con estímulos positivos.
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