Columna de Claudia Salgado: Ley Karin, en memoria de mi hermana
Por Claudia Salgado, hermana de Karin e impulsora de la normativa.
La historia comienza el 12 de noviembre de 2019, cuando Karin decide quitarse la vida. Aproximadamente a las 23:30 de esa noche me llaman desde Chillán, contándome que mi hermana lamentablemente ya no estaba junto a nosotros. Fue el dolor más grande que he podido recibir durante mi vida. Karin era una TENS llena de vida: amaba trabajar en Pediatría y le encantaba ayudar los fines de semana a los animalitos de calle. Más que una funcionaria pública, era una servidora.
Después de la dolorosa muerte de mi hermana decidí imponer una demanda laboral para saber qué había sucedido con ella. Karin era muy querida y respetada, valorada por sus pacientes y sus familias. Cuando llegué al hospital fue la noche más larga de mi vida: sentí que mi única hermana ya no estaba debido a otras personas, por decir una verdad, por defender a sus colegas, por alzar la voz por los sin voz.
Para mí fue una mártir de causas perdidas, de causas que nadie escuchaba. Ella dejó todo escrito en una carta. Nunca nombró la palabra acoso, sino que maltrato, humillación, menoscabo, persecución. Empecé a estudiar sobre el acoso laboral o sicoterror sicológico laboral, que es como mutilar a diario a una persona, hacerla sentir miserable. Por eso es tan importante esta ley que entró en vigencia esta semana, porque además nace desde la transversalidad, de la dignidad y justicia.
En una primera instancia presenté una demanda laboral. Al declararse incompetente el tribunal de Chillán, los legislativos vieron que producto de eso la ley, que no había sido modificada desde 2005 (acoso sexual) y 2012 (acoso laboral), estaban al debe. Esta ley la impulsó la diputada Erika Olivera y fue aprobada por unanimidad, tanto en la Cámara de Diputados como el Senado.
Es un hito histórico para el país y ocurre después de cuatro años y siete meses. Nosotros como hermanas fuimos criadas con principios, convicciones y valores. Por eso no podía dejar que Karin se fuese sin dignidad. Pero no solamente por ella, ya que Karin representa el rostro de muchas personas. Hoy esta ley significa volver a mirarnos a los ojos, en nuestros lugares de trabajo. Que ir al trabajo sea un lugar de respeto, que sea nuestro segundo hogar, un espacio de cordialidad. Besos al cielo, Karin.
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