Por Daniel Arcos, medallista de Chile en el Básquetbol 3x3

Para mí, hablar sobre lo que han sido hasta ahora los Juegos Panamericanos me parece algo irreal. Desde hace meses que contaba los días para la inauguración, y hoy gracias al esfuerzo personal de cada uno de los integrantes de mi equipo puedo tener colgada en el cuello una preciosa medalla de plata.

Siendo muy sincero creo que de todas las inauguraciones que he tenido en mi vida jamás me había emocionado tanto, con la gente dándonos su mano y aliento mientras caminábamos hacia al estadio nacional. Entrar a la cancha y sentir los aplausos y gritos desde las galerías mientras yo además cumplía un hito que comenzó con un poco de miedo, sacando mi bandera de la comunidad LGBTIQ+ y que terminó con mucho cariño de la gente, que hasta el día de hoy me agradece por mostrar los colores que representan a muchas personas que alguna vez quedaron fuera del deporte por no sentirse cómodas.

El Básquetbol 3x3 se tomó el Estadio Español y todo el interés de los medios de comunicación, mostrándose como un deporte revelación y de mucha adrenalina. Así nos lo hacía saber toda la gente que nos empezó a seguir desde nuestra primera victoria hasta el día de la final. Y si me preguntan si me hubiera imaginado tener una final contra Estados Unidos disputando la medalla de oro yo diría que sí, al igual que mis compañeros, porque fuimos sumando día a día de trabajo para poder lograr nuestro objetivo que era el podio panamericano.

Los sueños primero comienzan por creer y este grupo de jugadores y cuerpo técnico lo hizo y en grande. No sé si pronto logremos realmente tomarle el peso y significado a esta medalla histórica que logramos con nuestra gente, pero sí estoy seguro que llegamos al corazón de mucha gente, sobre todo de niños y niñas que hoy buscarán en las multicanchas de nuestro país, con esos aros sin red y la cancha sin líneas, poder soñar con algún día colgarse una medalla panamericana como lo hizo este gran equipo.