Columna de Daniel Johnson: Mausoleos narcos, monumentos a la impunidad

Mausoleo narco
El mausoleo de "Dieguito", en Lo Espejo. Foto: Facebook


Por Daniel Johnson, director ejecutivo de Fundación Paz Ciudadana.

Un reportaje de La Tercera puso en la discusión esta semana la presencia de mausoleos, altares y animitas en homenaje a miembros de bandas delictuales asesinados, una señal clara de la penetración del narcotráfico y su cultura en nuestra sociedad.

La capacidad de transgredir impunemente las regulaciones de uso del espacio público demuestra su poder y deja de manifiesto la ausencia del Estado en el territorio. Un estudio de Fundación Paz Ciudadana reveló el año pasado que el 61,5% de las personas ha visto o experimentado directamente narcofunerales, homicidios por ajuste de cuentas, enfrentamientos entre bandas delictivas y la policía, secuestros u otros hechos relacionados con el crimen organizado, resultados preocupantes, en particular, por la gravedad de las manifestaciones consultadas.

El delito y las organizaciones que los cometen se han ido complejizando, lo que nos obliga a generar cambios institucionales que permitan enfrentar de forma efectiva el nuevo escenario. En este sentido las recientes leyes contra el narcotráfico y el crimen organizado, así como las renovadas facultades de uso de información financiera son pasos en la dirección correcta. Pero es urgente hacer mucho más. Tenemos que darle mayores herramientas a los alcaldes y municipios en la prevención del delito, porque son los que mejor conocen sus territorios.

Necesitamos un nuevo Ministerio de Seguridad con facultades fuertes para coordinar con efectividad la prevención del delito y su control, en particular del realizado por el crimen organizado. Debemos avanzar en la creación de fiscalías supraterritoriales para mejorar la investigación y en la reforma que entregue a nuestras policías las capacidades necesarias para enfrentar estos delitos.

Solo la acción conjunta y coordinada del Estado permitirá doblegar al narcotráfico y recuperar los espacios públicos. Hasta entonces, mausoleos, altares y animitas permanecerán en los barrios como recordatorio del poder y de la impunidad de estas organizaciones delictuales.

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