Por Daniel Zovatto, Director Regional IDEA. @zovatto55
Chile elegirá el domingo al sucesor de Sebastián Piñera en un balotaje de infarto, inédito y cargado de sorpresas. Será la sexta elección presidencial chilena consecutiva (desde 1999) que se definirá en segunda vuelta siguiendo la tendencia hoy dominante en América Latina. En efecto, las tres elecciones presidenciales sudamericanas celebradas este año (Ecuador, Perú y Chile) escogieron sus mandatarios vía balotaje. En las cinco presidenciales chilenas anteriores, el candidato ganador de la primera vuelta repitió su triunfo en la segunda. Pero ninguna de estas primeras vueltas tuvieron la doble característica de la del 21 de noviembre: los dos candidatos con un porcentaje de votación por debajo del 30% y una diferencia entre ambos inferior al 3%.
El análisis comparado de las elecciones presidenciales latinoamericanas celebradas desde el inicio de la Tercera Ola Democrática a la fecha, muestra que en 56 de ellas hubo necesidad de ir a un balotaje, mientras en 39 de estas 56 (70%) se confirmó el vencedor de la primera vuelta. En cambio en 17 casos (30%) hubo reversión de resultado, es decir triunfó en el balotaje quien había ocupado el segundo lugar en la primera ronda. Las cuatro que tuvieron lugar en el último quinquenio en América del Sur fueron: Mauricio Macri en Argentina (2015), Pedro Pablo Kuczynski en Perú (2016), Luis Lacalle Pou en Uruguay (2019) y Guillermo Lasso en Ecuador (2021); todas lideradas por candidatos de centro derecha.
Los datos desagregados de estas 17 reversiones muestran lo siguiente: 8 de los 17 resultados revertidos, o sea el 47% (Argentina 2003, Colombia 2014, Costa Rica 2018, Ecuador 1984, 1996 y 2006, Guatemala 1990-91 y 2019), ocurrieron cuando el que ganó la primera vuelta obtuvo menos de 30%. Cinco de 17, o sea el 29%, se revirtieron cuando la diferencia entre el primer y segundo lugar fue inferior al 3% (Argentina 2003 y 2015, Ecuador 1984 y 1996, y Guatemala 1990-91).
Como observamos, de los dos factores que caracterizan la reciente primera vuelta chilena, el primero -ambos candidatos con un porcentaje de votos inferior al 30%- es el que más posibilidades abre para una reversión de resultado debido al alto volumen de nuevos votos que ambos candidatos deberán captar para vencer en la segunda vuelta.
¿Logrará Boric dar la sorpresa? Los datos regionales arriba analizados muestran que revertir el resultado en una segunda vuelta es difícil pero no imposible y que en el caso chileno depende en gran medida de tres variables.
Primera, la capacidad que tenga Boric para motivar que haya un mayor nivel de participación electoral, en especial de muchos jóvenes que si bien no fueron a votar en la primera vuelta, este domingo vaya a las urnas a darle su voto. Segunda, moderar de manera convincente su propuesta para conquistar el mayor número posible de aquellos electores que habiendo votado en la primera vuelta lo hicieron por otros candidatos. Tercera, lograr posicionarse como la mejor opción –para unos- o la que ofrece “el menor riesgo” –para otros– para garantizar la gobernabilidad y asegurar una combinación virtuosa de cambio y orden, en la actual coyuntura preñada de desafíos y alta incertidumbre.