Columna de Diana Aurenque: Cómo se construyen mayorías

Universitarios


Por Diana Aurenque, Doctora en filosofía y directora del Departamento de Filosofía Usach

Quizás uno de los desafíos socio-políticos más característicos y diferenciadores de nuestra era sea la pregunta sobre cómo construir mayorías. Y esto no solo a nivel nacional producto del reciente debate de los 2/3, sino que se trata más bien de un fenómeno epocal.

Notemos la paradoja: vivimos en sociedades que demuestran una creciente pluralización valórica y gracias a esto las personas podemos (o estamos en vías de poder) desarrollar distintos proyectos vitales libremente. Esto significa que el individuo, cada uno siendo específicamente el que se es, se ha convertido en regla, en la medida paradigmática a partir de la que se estructuran modos de vida colectiva y sus derechos. No obstante, pese a que la importancia del individuo –del que emana el respeto por su autonomía, integridad, privacidad, etc.- tiene un enorme efecto emancipador, reviste una dimensión que parece tensionar la ideación democrática.

En sociedades con una pluralidad valórica, con una multiplicidad de actores con intereses, deseos y valores muy distintos entre sí, se evidencia una tendencia a la atomización. La exaltación del individuo deviene en la generación de una sociedad con intereses extremadamente atomizados, particulares, vinculados al “yo” y/o a grupos y subgrupos indentitarios, cuyos valores predominan por sobre el “otro” o los “otros”. Pero si esto así, pese a toda la diversidad lograda y visibilizada, el mundo se torna monótono. Como dice Byung Chul-Han: “La atomización de la vida supone una atomización de la identidad.” Entre tantas identidades, ¿dónde cabe la mayoría?

Si en la atomización de las sociedades la regla es el individuo y no la mayoría, parece habitar en ello algo profundamente antidemocrático que no deberíamos desatender. Donde miramos encontramos heterogeneidad de individuos o grupos, cada uno con sus propios intereses y/o identidades ¿Cómo construir mayorías? No con la sumatoria aislada de demandas que se superpongan o hasta anulen, sino con la escucha atenta de cada una de las partes, para generar puentes e idearios comunes que no sean mínimos comunes, sino grandiosos comunes.