Por Esperanza Silva, actriz y presidenta de Chileactores

El exproductor Harvey Weinstein tenía un imperio. Respiraba éxito. Tanto, que durante años creyó que tenía el derecho de devorar la integridad de más de 80 mujeres, muchas de ellas actrices. La primera denuncia la hicieron dos de las víctimas en octubre de 2017, y las demás mostraron sus rostros sin miedo ante todo el mundo. No fue en vano, porque gracias a estos testimonios, millones de mujeres dijeron “Me Too”, “Yo También” y contaron sus experiencias como víctimas de abusos cometidos por sus padres, primos, amigos o desconocidos. Weinstein fue condenado en enero de 2020 a 23 años de prisión por agresión sexual criminal y violación. Su imperio no le sirvió de nada.

Según los datos del Centro de Análisis Criminal de la PDI, entre enero y diciembre de 2021, se realizaron 6.671 denuncias por crímenes sexuales. El problema es que la mayoría de estos delincuentes sexuales, no reciben sanción alguna. El dolor, la vergüenza, el miedo y la revictimización nos paralizan, porque en tribunales nuestras pruebas no son suficientes. Ante esta ceguera social y legal, es nuestra obligación apoyar la reparación de las sobrevivientes con empatía, sororidad y amor.

Afortunadamente, esta semana algo cambió. El 16 de mayo, Nicolás López fue condenado a 5 años y un día de cárcel por dos delitos de abuso sexual y el viernes 20, el Juzgado de Garantía de Viña del Mar, determinó su prisión preventiva. Así, se le dio la razón a las actrices que valientemente se atrevieron a denunciar a este director en 2018 y de paso, evidenciar la precariedad de nuestro oficio, en el que se nos cosifica, denigra y vulnera constantemente.

Como presidenta de Chileactores, trabajamos para que este resultado inédito logre sacudir la conciencia de la industria audiovisual y del país, validando el derecho de mujeres, niñas, diversidades y disidencias, a una vida libre de violencia machista, como está consagrado en el borrador de la nueva Constitución. Y para que haya “agua fresca sobre el espejo”, es indispensable que quienes supieron y callaron, hagan el ejercicio de revisar su alma.

Porque no olvidemos que en uno de los 2.700 mensajes de WhatsApp que López borró tras las acusaciones, aseguró que había creado un imperio.