Por Evelyn Hernández Flores, cantante y músico del Bafona. Representante de los elencos artísticos del Bafona
El total desconocimiento de la autoridad en cuanto a la naturaleza de nuestro trabajo les hace poner en valor superior cualquier recurso material, por sobre los recursos humanos. Un ejemplo claro de ello es el menosprecio recibido por años en el ejercicio de nuestra actividad, donde no se considera nuestra voz y nuestro cuerpo como un instrumento que necesite ser cuidado, mantenido y valorado, como el recurso más preciado que un artista puede poner a disposición de su empleador. Los artistas del Bafona, somos “cantantes” y “bailarines” profesionales, nuestro instrumento es la “voz”, y el “cuerpo”. Instrumentos que en esta institución han sido sobrexplotados y que han derivado en recesos por fatiga y lesiones. Lamentablemente, estos no se pueden cambiar por otro, y su mantención y reparación, es de las más caras de este país, ya que no nos cubre ninguna mutual, la mantención es particular.
El menosprecio hacia el Bafona se manifiesta en todos los sentidos; una sede insalubre, jornadas excesivas sin descanso, incertidumbre laboral, remuneraciones discriminatorias, trato diferenciado al de nuestros pares de la Occh, maltrato, etc. Sin embargo, a pesar de todo, por amor a nuestra labor, durante años hemos continuado.
Bafona es el único elenco itinerante del Ministerio de las Culturas con 58 años de trayectoria, que viaja desde Visviri a la Antártida, realizando a lo menos 100 presentaciones al año, que además de tener el mayor alcance territorial difundiendo el patrimonio musical y dancístico tradicional y cultural chileno, reúne a más de 100.000 personas anualmente.
El reclamar hoy “igualdad ante la ley”, nos ha obligado a enfrentar, una férrea resistencia por parte de la autoridad, quienes, con el recurso más bajo, han intentado ensuciar nuestra imagen pública y socavar el reconocimiento y afecto que Bafona por siempre ha recibido de la comunidad. La autoridad miente.