Por Fernando Estenssoro, doctor en Estudios Americanos
Desde hace algunos días los medios de prensa occidentales han comenzado a transmitir la alarmante noticia de una inminente invasión de Ucrania por parte de Rusia, lo que indudablemente generaría una enorme inestabilidad política internacional que podría escalar a consecuencias insospechadas. Estas noticias vienen todas formateadas bajo la consigna de culpar a Rusia de una “agresiva” política expansionista.
Lo que busca Rusia es conseguir garantías de que la OTAN no siga acercándose a sus fronteras ya que, frente al estallido de una guerra en forma, tendría menos tiempo para reaccionar ante los ataques de misiles (nucleares y convencionales) occidentales. En este sentido, aplica la misma política de Estados Unidos que nunca permitió que Rusia instalara misiles nucleares en Cuba.
Sin embargo, la OTAN aguijoneada por Reino Unido y EE.UU. desde que se desintegró la URSS, ha buscado instalar sus misiles y sus tropas lo más cerca posible de la Plaza Roja. De hecho, desde 2008 que están intentado incorporar a las ex repúblicas soviéticas de Ucrania y Georgia en la OTAN. Y la actual ofensiva del gobierno ucraniano para ser incorporada definitivamente en la OTAN, simplemente es inaceptable para la seguridad estratégica rusa. Es una línea roja que los herederos de Pedro el Grande simplemente jamás van a aceptar que sea traspasada. Esto lo ha comunicado Rusia formalmente, razón por la cual los aliados occidentales han reaccionado de manera tan airada.
La advertencia que ha hecho Rusia no es broma o algo para tomarlo a ligera. En los hechos Rusia les está preguntando/advirtiendo a EE.UU. y a la OTAN si ¿están dispuesto a ir a una guerra nuclear por Ucrania? Y todo indica que más allá de la “guerra mediática”, Occidente no va a traspasar esta línea roja. En la práctica esto significa reconocer públicamente que los rusos se adjudicaron el punto y que las intenciones de la OTAN de cercarlos fracasaron. Por lo tanto, un aspecto del problema mediático que deben resolver, sobre todo EE.UU, es como salir de este entuerto sin aparecer como “perdedores”, o, dicho de otra forma, qué hacer para que los rusos sigan apareciendo como los “malos de la película”.