Por Fernando Posada, Politólogo y analista político colombiano, MSC en Política Latinoamericana de University College London. Twitter: @fernandoposada_

A menos de un mes de la primera vuelta en Colombia -el próximo 29 de mayo- la ciudadanía enfrenta la difícil decisión de elegir un gobierno en medio de la división y el rechazo mayoritario al Presidente Iván Duque. El país por primera vez en su historia está cerca de ser gobernado por un proyecto de izquierda, según indican las encuestas y los resultados de las legislativas del 13 de marzo.

Esta contienda ha demostrado que la izquierda, liderada por Gustavo Petro, se ha fortalecido virtualmente en todo el territorio colombiano. El desgaste del gobierno de Duque, el hastío frente a la clase política y la tentación de las propuestas de Petro –muchas de las cuales dejan serias preguntas sobre qué tan posibles serán de cumplir– han inclinado la balanza hacia la izquierda. No solo Petro puntea en todas las encuestas desde hace un año: también lo dicen los 2,3 millones de votos de la lista al Senado del Pacto Histórico, el movimiento liderado por Petro, que lo convirtieron en la mayor fuerza del Senado. También lo sostienen los 5,5 millones de votos obtenidos por la consulta presidencial del Pacto Histórico, de los cuales Petro obtuvo 4,5 millones. Sin embargo, estos números tendrán que duplicarse si Petro desea una victoria amplia y tranquila. Las peleas de Petro contra sectores de la prensa y su discurso divisivo generan una justa preocupación en muchos sectores.

Por otro lado, los colombianos han sido testigos de una importante reorganización política de la derecha. A diferencia de las elecciones de 2014 y 2018, el expresidente Álvaro Uribe ha dejado de ser el líder del Congreso y su fuerza electoral no es suficiente para escoger de su baraja de protegidos al candidato de la derecha. En cambio, un grupo de exalcaldes y gobernadores se organizó con el objetivo de reconfigurar la derecha colombiana. De ese grupo proviene el candidato Federico Gutiérrez, exalcalde de Medellín y segundo en los sondeos. Aunque ha recibido el apoyo de Uribe, ya no son los tiempos en que el expresidente señalaba con su dedo quién sería el próximo mandatario.

Mientras avanza el proceso, es también un hecho la incapacidad de los demás candidatos de causar entusiasmo en una agenda dominada por Petro y controlada por el sensacionalismo y la división. A estas alturas está claro que en una eventual segunda vuelta, la diferencia entre los dos candidatos será corta. Lo anterior significa un motivo de preocupación para un país que atraviesa una época de división y de reducida credibilidad en sus instituciones.