Columna de Francisco Corvalán: El efecto Congreso Futuro

Congreso Futuro 2025
Columna de Francisco Corvalán: El efecto Congreso Futuro


Por Francisco Corvalán, periodista de Qué Pasa.

La primera charla iba a comenzar y yo estaba sentado en un rincón, dispuesto a escribir sobre el primer expositor. En eso, una decena de niñas y niños entraron corriendo a sentarse, alborotados, para alcanzar a ver la presentación de Javiera Parra junto al holograma de su abuela, Violeta, y ser testigos de una nueva versión de Congreso Futuro.

Entre ellos bromeaban, se impresionaban, jugaban con los dispositivos de traducción simultánea y se preguntaban en voz alta cuando no entendían algo de lo que se decía en el escenario. Afuera, en los pasillos del Centro Cultural Ceina, también había una gran cantidad de gente. Muchos interactuaban y se sorprendían con robots, el metaverso y el uso de la inteligencia artificial. Algunos, incluso, reconocieron a expositores que esperaban su turno para ir al escenario y les pedían selfies, como si fueran estrellas de rock.

Así fue, más o menos, la versión de Congreso Futuro que finaliza hoy sábado. Pasaron más de 120 expositores, entre ellos científicos, filósofos y un Premio Nobel de Física cuántica. Este último, Serge Haroche, no se perdió en explicar las complejidades de su trabajo, sino que incitó a interesarse por entender y sorprenderse con los fenómenos captados a través de la ciencia.

También se realizaron exposiciones en todas las regiones del país. Vale recordar que durante el año ocurren instancias como Congreso Futuro en tu comuna, Congreso Jóvenes Futuro y Futuristas. Ya no es un evento que dura una semana al año.

Y no me corresponde hablar de cifras, de saber si fue un éxito para los organizadores, pero sí es necesario valorar que instancias como Congreso Futuro han acercado el conocimiento a las personas que no necesariamente visitan seminarios pagados o actividades discretas al interior de universidades.

Pocos eventos ofrecen tanto a cambio de prácticamente nada. Quizás hablo desde la envidia, pero todos debimos tener el derecho de entrar alborotados a un salón cuando niños, maravillarnos y expandir los rincones del saber, de la mano de lo que pueda decir un científico, un filósofo, un artista o un Premio Nobel.

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