Por Gastón Castro, éx árbitro FIFA
La Copa América me ha dejado un dejo amargo, por la falta de prolijidad y el rendimiento arbitral. De acuerdo a la normativa, el trabajo arbitral debe ser en equipo, planificado. No es entendible que en una jugada como la infracción a Dávila en el partido entre Chile y Argentina no haya un llamado del VAR. Es una acción que lo amerita. En la cabina hay tres especialistas. No es que estén en el ballet. Están en condiciones de ver la jugada y un codazo que amerita el cobro.
Está, también, la entrada de De Paul a Suazo. El argentino es un jugador aguerrido, impulsivo, parecido al uruguayo Julio Montero Castillo. El que está dirigiendo debe conocerlo, en base a esa planificación. Entonces, no puede soslayar una acción así. Y si no, se debe consultar al VAR. Se ve claramente un pisotón intencional. Nadie lo advirtió. Otra vez, falta de prolijidad.
Hoy se es tan riguroso el tema de la línea, se buscan varias imágenes y pasa lo que sucedió en el gol de Argentina, en el que se ve un zapato adelantado. Otra vez, nadie lo advirtió.
Luego, si entramos en el partido entre Chile y Canadá, no me explico cómo un árbitro de larga experiencia como Wilmar Roldán, no toma las decisiones que corresponden. La segunda amarilla a Suazo no procede. En otras jugadas dio continuidad, permitió el roce natural en un deporte que lo considera en su esencia. Pudo omitir incluso el cobro de la falta, de acuerdo a su propio criterio de arbitraje.
Y para terminar llegamos al codazo de Bombito a Echeverría. Ahí no voy a responsabilizar a Roldán, en su condición de director de la orquesta. Por graficarlo de alguna forma, estaba mirando hacia la batería y la desafinación estaba en el violín. Sobre él, sin embargo, había un sistema que estaba viendo y escuchando todo. Y que podía repetir la canción cuantas veces quisiera. Y no quiso. La cabeza de Echeverría demuestra claramente que el movimiento es por un golpe. Eso era tarjeta roja. No sé cómo el VAR pudo tener una interpretación tan distinta. Es un apoyo tremendo que no se sabe ocupar. Ha pasado en toda la Copa.
Creo en la honestidad de los árbitros. Estuve 50 años en eso. Mantengo mi posición mientras no se demuestre lo contrario. Más que intencionalidad, hay falta de profesionalismo para ocupar los recursos que nosotros no tuvimos. Hay que ayudarle de verdad al director para que la orquesta suene bien.