Por Gilles Vergnon, académico experto en socialismo de Sciences-Po Lyon.

Los resultados de la primera vuelta de las elecciones legislativas del 30 de junio se ajustaron ampliamente a las previsiones de las agencias de sondeos, que habían anticipado el ascenso de la Agrupación Nacional, que obtuvo más del 33% de los votos. Sobre todo, estos resultados revelan espectacularmente el enfrentamiento entre dos Francia: una Francia de las metrópolis y sus suburbios que vota abrumadoramente a la izquierda, y una Francia del campo y las ciudades medianas (la “Francia periférica” revelada por el geógrafo Christophe Guilluy) que lidera en 489 de las 577 circunscripciones. Menos del 10% de los votos en París intramuros fueron para la RN, mientras que en el norte del país la cifra superó el 58%.

Es difícil predecir hoy los resultados de la segunda vuelta de este domingo. La rápida creación del “nuevo Frente Popular” por todos los partidos de izquierda, los llamamientos de los partidos de izquierda y también del partido presidencial a retirar a cualquier candidato que se oponga a RN en la segunda vuelta, limitarán sin duda su avance y le impedirán alcanzar la mayoría absoluta.

Sin embargo, la configuración del nuevo Parlamento podría dar lugar a un país ingobernable y sin una mayoría clara. Un gobierno de coalición entre la izquierda (sin Mélenchon), el partido presidencial y la derecha quedará rápidamente paralizado por sus contradicciones, y es probable que se vuelva a las urnas dentro de un año. Quedan dos interrogantes. La primera se refiere al motivo de la disolución del Presidente Macron, una decisión tomada sin informar al primer ministro, incomprensible para todos los observadores, y que plantea la cuestión del alcance de los poderes presidenciales.

La segunda se refiere a la polarización política y social del país. El RN no es sin duda un partido “fascista”, sino populista y antiliberal. Sin embargo, ha logrado captar la mayoría del voto obrero y popular fuera de las grandes ciudades. Los partidos de izquierda deberían reflexionar sobre su incapacidad para ganarse a este electorado y responder a sus preocupaciones en materia de seguridad y control de los flujos migratorios. En su defecto, un “frente popular sin el pueblo” tiene poco futuro.