Columna de Helene Risor: ¿Debates, diálogos o monólogos?

Handout photo released by CNN of (L-R) Chilean presidential candidates Gabriel Boric of the Apruebo Dignidad party, Sebastian Sichel of the Chile Vamos party, Jose Antonio Kast of the Republican Party, Yasna Provoste of the Constituent Unity party and Eduardo Artes of the Patriotic Union party during a televised debate in Santiago, on September 22, 2021. (Photo by - / CNN / AFP) / RESTRICTED TO EDITORIAL USE - MANDATORY CREDIT AFP PHOTO / CNN - NO MARKETING NO ADVERTISING CAMPAIGNS -DISTRIBUTED AS A SERVICE TO CLIENTS


El debate presidencial realizado esta semana refleja curiosamente una elección en paralelo con un proceso constituyente que trabaja para la refundación democrática del país. La o el futuro Presidenta/e será el último gobernante elegido bajo un régimen que una amplia mayoría ha decido cambiar. La Presidencia es importante. Lo sabemos. Sin embargo, no es el Poder Ejecutivo el llamado a liderar la refundación del país.

Así, los candidatos presidenciales figuran como una espacie de Angulos Novos (el ángel de la historia), cuyas miradas están inevitablemente fijadas en el pasado, mientras que un viento fuerte les sopla de espaldas hacia el futuro. Entran al debate en un momento histórico en que estamos redefiniendo las reglas básicas de nuestra democracia. Aquí las modificaciones de fondo se entrelazan con las transformaciones de las formas democráticas. Nos importa, de sobremanera, lo que se dice y cómo se lleva a cabo el diálogo. En la Convención se instala la paridad de género y la participación de pueblos originarios. A la vez, durante el estallido social se generaron diversas instancias de reflexión y participación comunitaria en conjunto con expresiones performativas que buscaban y buscan dar forma al espacio cívico más horizontal.

Por eso no es de sorprender que los organizadores del debate hayan decidido experimentar con el formato. Esta vez, los periodistas fueron menos protagonistas que en jornadas anteriores, generando más interacciones entre los candidatos y el principal sello fue el emplazamiento entre ellos. Fue un debate donde la autoridad periodística escaseaba y se limitaron a cautelar el cumplimiento del tiempo. Eso otorgó tiempo y protagonismo a los candidatos y hubo una bienvenida infusión de dinamismo. Sin embargo, nadie corrigió el contenido o hizo “fact checking”. Los y la candidata se contradecían y se cuestionaron entre sí. Eso, cuando les convenía. Nace la pregunta acaso ¿vimos un debate, un simulacro de diálogo horizontal o una serie de monólogos paralelos?

¿Quizá estas oscilaciones reflejan un escenario donde la y los presidenciables están dudosos sobre quiénes son sus interlocutores? ¿Los electores “de siempre” o la nueva ciudadanía? Están navegando mares turbulentos un poco a ciegas tratando de leer nuevas formas de participación política y social. Ahora estamos recién comenzando a ver cómo los lenguajes y las formas de autoridad se adaptan a el Chile de mañana.