Por Inés Cerón, Académica del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Adulto, Escuela de MedicINA UC e Infectologa de la Red de Salud UC-CHRISTUS

Cuando un año termina, solemos hacer un balance y soñar con lo que anhelamos para el que se inicia. Probablemente, apenas iniciado el 2022 hayamos deseado retomar la llamada “normalidad pre-pandemia”. Por lo visto en estos primeros días, estos deseos tendrán que esperar.

El alarmante aumento de casos de Covid-19 a nivel mundial, con Estados Unidos reportando cifras diarias récords de casi un millón casos o Argentina con 80.000 casos nuevos diarios, preocupa lo que pueda ocurrir en Chile.

La aparición de Ómicron explica este aumento que, sin embargo, no sorprende. La comunidad científica tiene claro que -mientras haya países con bajas tasas de vacunación- continuarán apareciendo nuevas variantes, las que pueden provocar no solo olas, sino tsunamis de diversa magnitud.

¿De qué magnitud será el tsunami en Chile? Difícil de predecir. Saber que el 90% de la población objetivo ha recibido al menos una dosis de vacuna contra el Covid-19 no asegura que podamos estar tranquilos.

Ómicron ha demostrado alta eficiencia infectante y ya representa 30% de los casos nuevos, según último informe de variantes Minsal. Al momento de leer esta columna, seguramente será mayor, con casos comunitarios, que hacen poco relevante que el aumento inicial se haya dado en comunas con mayor acceso a viajes internacionales.

La vacunación sí debería protegernos del incremento masivo de casos graves y el impacto subsecuente en la red asistencial hospitalaria. Sin embargo, los casos leves afectan la vida diaria de las personas y la operación de diversos servicios. Por eso, es imperativo que sigamos cuidándonos.

La denominada fatiga pandémica es responsable de la baja adherencia al llamado a quedarse en casa y distanciamiento social. De ahí que los especialistas ponemos el acento en tres medidas recomendadas por el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC): continuar vacunando, con énfasis en dosis de refuerzo; correcto uso de mascarilla cada vez que salgamos de casa (evitar las de tela por menor eficiencia), y ante la más mínima sospecha –incluso síntomas de resfrío común- quedarse en casa y estudiarse. A lo anterior, sumaría evitar los viajes al extranjero. Solo con la ayuda de todos y la responsabilidad individual lograremos nuestro tan anhelado deseo de Año Nuevo de “volver a la normalidad”.