Por Iván Poduje, arquitecto

La semana pasada, el nuevo ministro de Transporte, Juan Carlos Muñoz, celebró a una madre que circulaba en bici con su guagua con una frase que se viralizó: “Sospecho que ella podría salir en auto, pero prefiere la bici porque construye la ciudad que quiere dejar a su hijo”. La “sospecha” era porque la foto fue tomada en un sector acomodado, donde abundan los autos, aunque está todo a la mano como para moverse en dos ruedas. No era la primera vez que Muñoz hacía gala de su fanatismo por la bici, pero en este caso asumió una postura particularmente elitista y alejada de la realidad.

¿Alguien puede pensar que una madre que anda en auto porque vive lejos y pasa por rutas inseguras, no quiere dejarles a sus hijos una mejor ciudad? Por supuesto que sí, y lo mismo ocurre con mujeres que no tienen condiciones físicas para pedalear o que usan el auto como medio de trabajo. Es lamentable que el ministro fije un estándar de legado ambiental que sólo pueden cumplir personas con buen estado físico o que viven en barrios de altos ingresos.

Ahora veamos el problema de desconexión con la realidad. ¿Tiene sentido que un ministro le dedique tanta atención a la bicicleta, que representa apenas el 4% de los viajes, según la última encuesta de origen destino? ¿Qué ocurre con el 26% que se mueve en auto por vías cada vez más saturadas debido al incremento del parque vehicular en pandemia? ¿O con el tercio que sigue usando transporte público en buses antiguos en regiones y con un Transantiago que sigue sin dar el ancho?

Pero el transporte no se limita a la movilidad de personas, sino que también de las mercancías donde hemos vivido una profunda transformación debido al boom del comercio electrónico. Acá también se necesitan propuestas, basadas en la tecnología para regular rutas y horarios de despacho de la última milla y una inversión en autopistas urbanas y carreteras claves para emplazar nuevos centros de distribución.

Las principales ciudades del mundo están trabajando estos temas de forma coordinada, priorizando las inversiones que resuelven el transporte masivo de personas. Como ejemplo, el área metropolitana de París está construyendo un anillo de 140 kilómetros, formado por trenes y Metros que funcionará las 24 horas del día, para conectar los suburbios alejados, donde viven los sectores medios y populares. También se hacen ciclovías, pero no son el foco de la movilidad sustentable. De hecho, en esta materia son más relevantes los planes para peatonalizar barrios, ya que la caminata genera casi 10 veces más viajes que la bicicleta con cero emisión y una distribución mucho más equitativa de los beneficios, que va de niños a adultos mayores, pasando por jóvenes o personas con discapacidad.

Como vemos, hay varios temas más relevantes que la bicicleta que debe abordar el nuevo ministro. Además, tiene que cambiar su enfoque respecto al Transantiago. Como Juan Carlos Muñoz participó en su diseño, siempre ha defendido esta mala política pública, respaldando los aumentos de subsidios para empresas de buses poco eficientes o directamente mediocres. Como ministro deberá apretar a estos operadores para que mejoren su servicio antes de recibir un peso más del Fisco. También debe preocuparse de los automovilistas que pagan impuestos para obtener soluciones y no sermones morales. Si va a restringir su uso, debe precisar medidas procurando no elevar el costo para las clases medias y sectores populares, que es donde el uso del auto creció fuertemente en la pandemia.

En regiones los atrasos son mayores como lo escribió el nuevo ministro de Obras Públicas, Juan Carlos García, antes de su nombramiento. Los contrastes con Santiago son demasiado fuertes, tanto en la calidad de la flota, como en el sistema de pago o la fiscalización de velocidades. Por último, el ministro Muñoz debe concretar las promesas del programa de gobierno para construir trenes de cercanía, priorizando conurbaciones como La Serena-Coquimbo, Gran Valparaíso o Puerto Montt-Puerto Varas.

El nuevo gobierno parte con una debilidad, que es su falta de experiencia y con el riesgo de priorizar temas relevantes para su base, pero que no resuelven urgencias sociales. Pero tiene un activo en sus alcaldes que gobiernan comunas donde se vive la diversidad social de Chile como Maipú o Viña del Mar. Ellos saben que el auto dejó de ser un lujo de ricos, que no solo faltan ciclovías sino que buenas veredas y que urge ampliar calles y construir otras para reemplazar vías saturadas. Es importante que el ministro Muñoz converse con estos alcaldes lo antes posible. Así evitará seguir preocupado de nichos de élite, que pueden ser atractivos en redes sociales, pero que están muy lejos de representar el problema de movilidad que afecta a la mayoría de los chilenos.