Por Iván Poduje, arquitecto
La plurinacionalidad, con sus tribunales indígenas y otras entelequias delirantes, no será la única división que se juega Chile en el plebiscito del próximo domingo. Es muy probable que el país se fracture geográficamente por la preferencia electoral de sus habitantes como nunca antes en la historia. Encuestas y expertos indican que los extremos irían por el Rechazo y que el centro, y particularmente La Serena, Santiago y Valparaíso, se inclinarían por el Apruebo.
Las llamadas “macrozonas” rechazarían la nueva Constitución por la migración desregulada en el norte y la violencia de grupos separatistas indigenistas en el sur y la pregunta es hasta donde llegan estos efectos. En el norte, el límite sería Copiapó y en el sur, el Gran Concepción, debido a la proximidad de los atentados del Golfo de Arauco, lo que tendría un efecto demoledor para el Apruebo por el caudal de votos en juego. Recordemos que el Presidente perdió con José Antonio Kast en la región del Bío Bío, pero ganó en Concepción, Talcahuano, Hualpen, Chiguayante, Penco y Hualqui, que forman parte de la conurbación.
Sobra decir que luego del escándalo Llaitul y el despido de la ex ministra Vega, el terrorismo seguirá en agenda y podría transformarse en una pesadilla para el gobierno si siguen apareciendo políticos o funcionarios en los chats del líder de la CAM. Esto podría desplazar el Rechazo hacia el Maule o incluso Rancagua.
En Santiago y Valparaíso no existe terrorismo aún y los problemas de migración están más acotados, así que el Apruebo tiene más opciones de imponerse, como ocurrió en la última campaña presidencial. Pero hay más factores que explican los buenos números de la izquierda en las grandes ciudades. Su calidad de vida es más dura y los contrastes sociales más fuertes, lo que genera malestar con el modelo y mayor disposición a cambiarlo. Otro aspecto clave es la densidad de estudiantes universitarios. Según el “Informe 2021 Matrícula de Pregrado en Educación Superior” publicado por el Mineduc, las regiones de Santiago y Valparaíso concentran el 58% de la matricula de educación superior del país, con 720 mil alumnos.
Pero el efecto electoral es mayor, por la aglomeración urbana se amplía el ecosistema universitario sumando docentes, servicios y diversos canales culturales. Al respecto, sugiero ver un excelente artículo de Richard Florida, publicado por el City Lab de Bloomberg donde explica el triunfo de Obama en las áreas metropolitanas de gran tamaño, en la elección de 2012.
La “ciudad universitaria”, urbana y metropolitana, no abandonará al Apruebo. Pero la situación podría ser distinta en el segmento etáreo entre 25 y 34 años que hoy forma parte del voto duro oficialista y que suma un millón de personas en Santiago. Es la misma generación del Presidente, pero que no gana los sueldos millonarios de sus parlamentarios o asesores. Muchos han formado familia y sienten la dificultad para llegar a fin de mes o la inseguridad de sus barrios. Una comuna clave para este segmento es Santiago Centro, la tercera con más electores y donde además de los problemas nacionales, se viven conflictos locales por la pésima administración de la alcaldesa Hassler.
Acá Gabriel Boric sacó un 64% en la presidencial y es poco probable que el Apruebo lo replique. Lo mismo debiera ocurrir con Maipú y Puente Alto, donde el jefe de Estado arrasó con un 67% y un 70% respectivamente, y como estos portaviones suman 800 mil electores, cualquier baja será significativa en el resultado final. En este caso, el costo del combustible puede ser un tema crítico, replicando el caso de los chalecos amarillos del Gran París.
Los norteamericanos dicen que Ohio define las elecciones ya que los otros estados votan con un patrón geográfico relativamente estable: las costas urbanas se inclinan por los demócratas y el centro por los republicanos. Si se cumplen los pronósticos de los expertos, la elección del Apruebo podría mostrar una situación similar, donde los extremos del país votan Rechazo y el centro metropolitano Apruebo. En ese caso, nuestro Ohio serían cuatro o cinco comunas de la capital, donde formaron sus hogares jóvenes entre 25 y 34 años que se enfrentaron de golpe con la realidad de llegar a fin de mes.