Por Iván Poduje, arquitecto

Entre el 11 y el 24 de diciembre, se reportaron tiroteos en ferias navideñas de ocho comunas de la periferia de Santiago, que dejaron dos muertos y siete heridos, incluyendo niños. El día de Nochebuena, dos menores vieron como su padre era acribillado de 20 balazos en la esquina de Santa Rosa con Guatemala, comuna de San Ramón. Pero lo más grave ocurrió en la villa Valle de Lluta de San Bernardo, cuando una guagua de tres años recibió un tiro al interior de su casa. Su madre corrió por el barrio desesperada pidiendo ayuda para llevar a su hijo al hospital El Pino. El niño quedó con riesgo vital, pero sus familiares se negaron a estampar una denuncia para evitar represalias.

Al ubicar los tiroteos y cruzarlos con mapas de Atisba, pude comprobar que todos se ubican en zonas afectadas por segregación urbana y control de narcotráfico. Los mismos bloques enrejados con canchas de tierra que he descrito en otras columnas. Los mismos niveles de hacinamiento que generan violencia intrafamiliar y abusos contra niños, que escapan de este infierno saliendo a la calle, donde se encuentran con otros menores que huyen de la explotación sexual del Sename. En las bandas no solo encuentran protección y pertenencia, sino que una fuente de empleo traficando o robando autos y casas.

Según el experto Pablo Zeballos, los tiroteos de esta Navidad responden a una pugna para controlar territorios para actividades ilícitas. Eso habría ocurrido en la feria navideña de Renca, ubicada en Clotario Best con Bucalemy, donde se percutaron más de treinta balazos. Fue entonces cuando la concejala Camila Avilés le pidió a la ministra del Interior un plan serio para abordar este flagelo y recibió un garabato de respuesta. También en Renca, el Presidente Boric se molestó por la poca cobertura que tuvo la inauguración de una plaza o la crítica de un columnista ante la intrascendencia del hecho, que, en términos prácticos, no tendrá ningún efecto para aliviar esta pandemia de violencia urbana.

El ego del Presidente y su ministra del Interior se antepusieron al bienestar de los ciudadanos a los cuales deben servir. Pero no fueron los únicos que hicieron el loco en esta Navidad teñida de sangre. En la oposición la pelea por el fracaso electoral del plebiscito ha llegado a niveles impresentables. En una carta enviada a medios de prensa, 30 voceros del A favor intentaron cargarle el muerto al Partido Republicano por hacer una Constitución “maximalista”. ¿Por qué esperaron la derrota para hacer sus descargos? Simple oportunismo, mezclado con un ego desbordado.

Desde la empresa también se han visto señales de desconexión. Bernardo Larraín Matte propuso rescatar las reformas de la Constitución, a días que esta fuera rechazada ¡por 6,9 millones de votantes! Además de minimizar la voluntad del soberano, Larraín Matte mintió diciendo que estas reformas eran necesarias para resolver las urgencias sociales, que fue el mismo discurso fracasado de la campaña del A favor.

Mientras esto ocurre en Narnia, en Chile los alcaldes de la zona sur exigen acciones más enérgicas del Estado, como decretar estado de emergencia para poner militares cuidando “infraestructura crítica”, que en el caso de sus comunas, son consultorios, escuelas o jardines infantiles. También piden vehículos blindados para que los carabineros puedan entrar a los barrios controladas por las bandas, para atender llamados regulares del 133. Así de básica y grave es la carencia que se vive en la periferia metropolitana.

Por eso, no es raro que Bukele sea el político más admirado por los chilenos, lo que genera tirria en los círculos político-empresariales que valoran esa moderación de mandarse recados por los diarios. ¿Pero qué haría usted si en sus compras navideñas se encuentra con bandas disparando? ¿O si su hijo recibe un balazo dentro de su casa sin que ninguna autoridad tome medidas? ¿Escogería a Bukele o uno de los 30 que firmaron la carta? Creo que la respuesta es evidente.