Columna de Iván Poduje: ¿Y si fuera en Santiago?

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FOTO: AGENCIAUNO


Por Iván Poduje, arquitecto

El atentado de anoche, que terminó con dos escuelas quemadas en Ñuñoa conmovió al país y a casi todos los sectores políticos, incluyendo a los candidatos presidenciales. En ello influyó el audio de dos niños que lloraban por sus mascotas mientras eran evacuados ya que el fuego salía de control. El audio se hizo viral y apareció en todos los noticiarios y en varias portadas de diarios del mundo.

Pero la noche de terror no terminó ahí. Cuatro horas después del ataque a Ñuñoa, tres grupos que también decían reinvidicar la causa mapuche, subieron a la web videos transmitidos en vivo desde los cerros Manquehue, San Cristóbal y Chena. En ellos se podía ver a grupos encapuchados con chalecos antibalas disparando ráfagas con fusiles de asalto similares a los que usan los militares. Los balazos despertaron a los vecinos próximos a estos cerros en Vitacura, Pedro de Valdivia Norte y San Bernardo.

La programación de los canales se interrumpió con estos videos además de infografías con la ubicación de los cerros en Santiago. A diferencia de otros atentados, la conmoción en los conductores de noticias era evidente, ya que en algunos canales, ubicados bajo el San Cristobal, los balazos se escuchaban muy cerca. Su relato se hizo más dramático cuando a las 1:20 de la madrugada un camión ardía en Américo Vespucio con su conductor dentro, mientras los bomberos trataban de sacarlo, sin éxito. Los móviles se desplegaron hacia los puntos con incidentes, y con terror vimos filas de autos evacuando los barrios próximos a las zonas afectadas, que eran sobrevolados por helicópteros de carabineros y el Ejército, que recibían disparos.

En la mañana se realizó una sesión de emergencia en el Congreso donde varios parlamentarios votaron la prorroga del Estado de Emergencia a Santiago, con encendidos discursos, especialmente de los diputados que representaban los distritos afectados. Por primera vez, vimos parlamentarios de izquierda e incluso del Frente Amplio hablando sin eufemismos de terrorismo y pidiendo que el gobierno actuara a la brevedad posible. Pronto se sumó buena parte de la Convención Constituyente.

Los ataques en comunas urbanas de Santiago se veían venir. Las tomas de campos e incendios avanzaron desde el Maule hacia Alhue y Calera de Tango en sólo cuatro meses y la señal definitiva ocurrió hace dos semanas, cuando un cabo de carabineros fue ejecutado en la Ruta a Viña de Mar, entre el túnel Lo Prado y Américo Vespucio a plena luz del día, aunque nadie pudo anticipar que el asunto se saliera de control hasta el punto de desplegar fuerzas militares en estas comunas.

Este relato de ficción no es muy distinto a la realidad que se vive en Temuco, Victoria o las afueras del Gran Concepción, pero creo que si ocurriera en Santiago la reacción de comunicadores, políticos, constituyentes o parlamentarios sería distinta. De partida, no estaríamos hablando de una “militarización” de Ñuñoa, Providencia o San Bernardo. Tampoco veríamos seminarios donde Héctor Llaitul es tratado como estrella de rock, si los organizadores escucharan las ráfagas de M-16 desde sus barrios. Y podría apostar que los expertos y constituyentes que piden dialogar con estos grupos armados, estarían evacuando sus barrios si escucharan los disparos de cerca y reclamarían por la ineficiencia del gobierno para imponer el Estado de Derecho.

En el fondo, ocurriría algo parecido a lo que comenté en la columna anterior, solo que además de la segregación le sumaríamos el centralismo, que es lo que explica la indiferencia con que muchos ven el drama que ocurre en la Macrozona sur. Esa mirada lejana e indiferente desde un Santiago moderno, donde los tiros, incendios o asesinatos se ven tan lejanos como una serie de Netflix.

Temo que este centralismo no tiene remedio, igual que la segregación que ve con romanticismo el fuego de Baquedano, y con distancia o desconocimiento, la violencia que destruyó otros 25 puntos de la periferia invisible.

Pero en este caso las cosas podrían cambiar. Si estos grupos terroristas que le declaran la guerra al Estado de Chile siguen el camino de organizaciones similares como las FARC, la ETA o el IRA, no es descartable que los atentados podrían darse en zonas urbanas de regiones o Santiago, e incluso en los barrios donde es fácil pedir diálogo o criticar la militarización, cuando estás tuiteando desde un Iphone, mientras disfrutas un jugo de quinoa en la tranquila paz de la noche.

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